Según manejamos, así nos conducimos: atropelladamente. Necesitamos una terapia extrema… que nos lleve a que se haga la luz en lo más profundo de nuestras cabezas, y se iluminen.
Porque nos urge darle rienda suelta al sentido común, en todo momento, lugar y circunstancia. También para asumir nuestras elecciones, de todo tipo y para manejar nuestra democracia y para conducirnos a través de ella.
Según manejamos nuestros vehículos –sin usar muy bien la cabeza-, así conducimos en general, nuestros destinos, el país. (Dichosamente tuvimos un “chispazo” y por él hemos contado con un enorme “handicap” –a propósito de “sale”, “food court” y retail”-: el hecho de no tener un ejército, sino…)
Nuestra atropellada forma de “avanzar” al volante -o a pie- refleja qué y cuánto, realmente, tenemos en nuestro intelecto, y descubre lo que nos falta para llegar a tener buen juicio o buen razonamiento, como sociedad.
Un dictamen, con base en el síndrome antes descrito, es que el sentido común es poco común en nuestro suelo. De su ausencia se derivan la imprudencia, la irresponsabilidad y el irrespeto. Y como el poder adquisitivo y el conocimiento académico no lo son todo, el problema igual viaja en cacharritos como en últimos modelos… en zapatos exclusivos y en zapatos con hueco.
Un ejemplo contundente de nuestro déficit de sentido común, lo representa el mal uso o el desuso de las luces que tienen los carros para que el conductor se comunique con su entorno, las luces de emergencia o de parqueo y, sobre todo, las luces direccionales; pues igual funcionan mal nuestras “luces» racionales, muchas veces.
La mayoría no entendemos la lógica de esas lucecitas que antaño no tenían las “carreticas” – ¡como igualmente no entendemos la lógica de otras tantas cosas!-. Un claro ejemplo al respecto: observamos a una persona que llega de Alajuela a San José por la “autopista” Wilson… por la General Cañas, corrijo, viene llegando por el carril extremo derecho y ya está a unos cuantos metros del Parque Metropolitano La Sabana.
Como busca el Paseo Colón, arroja su carro contra quien sea, hasta llegar al carril extremo izquierdo, sin activar la luz direccional para comunicarse y alertar a los demás, y sin fijarse si alguien viene detrás o al lado. Ya ubicada esta persona –gracias a la Negrita o a Dios-, en el carril extremo izquierdo, ¡que es exclusivo para tomar hacia el Paseo Colón!, frente a las barbas de don León, muy cortés decide, ahora sí, activar la luz direccional. ¡¿Ya para qué?! ¡Si ya está en ese carril que es exclusivo para tomar hacia el Paseo Colón! Después de haberle atravesado el carro a más de 10, en el intento.
Pues sí; y ese, precisamente, es un movimiento irracional o sin sentido, que tiene relación con otro que es mortal: el falso adelantamiento.
Otra perspectiva, es la agresividad con que conducimos. Calza decir que a todo “gato” flaco… se le pegan las pulgas pues, como no nos da para desahogar nuestras frustraciones debido a nuestros problemas personales, y a la mala conducción de nuestra nación y a los malos caminos por los que la llevan muchos políticos, nos desquitamos con quien no la debe. Como debemos explotar, porque no somos de palo –aunque en otros aspectos pareciese-, ¡perdemos la paz!… perdemos la paz y nos liamos con el prójimo y, ¡qué pecado!, ya que somos o nosotros mismos o los que han estado arriba, arriba en Cuesta de Moras y en Zapote, los deudores.
Algunos con un déficit mayor «manejan» después de que entre tragos y botellas se les aparece un «genio inspirador” que es la causa de tanto terror y tanta muerte sin sentido.
Hagamos un alto en el camino. Esta inopia de luz o de sentido común es de tomar muy en cuenta para un nuevo programa o sistema educativo nacional; por el que debemos abogar. Urge detectar y hacer explotar el sentido común entre las nuevas generaciones.
Que nos asesoren los escandinavos, de ser necesario; consultémosle a Corea del Sur, a Singapur… Si nos gustan las asesorías, saquémosles buen provecho.
Busquemos no vivir o subsistir por medio de chispazos solamente, porque luego, muchos de ellos se ahogan en la oscuridad. Como ejemplo: la seguridad social vio la luz hace unas décadas y actualmente la tenemos en veremos…
La escasez de luz o de sentido común es un problema de todas las personas y a todas nos afecta por uno u otro motivo y en uno u otro sentido.