En el Semanario Universidad, digital, del 28 de mayo, a razón de una frase mía que cuestionaba el uso de la palabra dama en el artículo “A quien quiere caldo…” de Helio Gallardo, se produjo un estallido misógino. Pero “feministilla de perilla”, y otras lindezas un poco más subidas, es poca cosa comparada con lo que apareció durante julio/agosto del año 2002, cuando el Semanario Universidad abrió debate sobre el juicio administrativo que la UCR siguió contra el director del medio, por acoso sexual. Recuerdo algunas perlas como las siguientes: “asquerosas rameras”, “inestable vulva lúdica”, “vulvas deportivas”, “está para rifarla”, “despertar de las arpías”, “vaginoportuarias”,…y sigue la lista que el entonces rector Macaya envió al Consejo Universitario.
Es inaudito e incalificable que un medio académico sirva de plataforma para denigrar a las mujeres con total impunidad. No solo se deteriora la imagen de la Institución, sino que además se legitima la misoginia ante los ojos del estudiantado varón.
Asombra que el CIEM, cuya misión es evitar toda forma de discriminación de género dentro del campus universitario, no lleve un monitoreo constante del Semanario. De igual manera la Rectoría debería, a su vez, implementar la adecuada fiscalización de su más importante recurso periodístico, para evitar así que se repita la vergüenza de otros tiempos.