La misma tranquilidad y falta de escrúpulos con que una mayoría de diputados intentó recetarse un desproporcionado aumento salarial, comenzando apenas la gestión legislativa, se ha manifestado de nuevo en la Asamblea, al aprobarse un permiso el 1º de julio admitiendo la presencia masiva de naves artilladas, helicópteros, y miles de soldados estadounidenses.
El pretexto de tal autorización ha sido la lucha contra el narcotráfico, con la aceptación de un desmedido contingente de aviones de combate y navíos de guerra, la cual contó con el voto de las fracciones de Liberación Nacional y el Movimiento Libertario, sin importar los principios constitucionales de soberanía completa y exclusiva en el espacio aéreo y en aguas territoriales, lo mismo que la proscripción del ejército.
Irónicamente, tanto la Presidenta como el Ministro de Seguridad, niegan la militarización de la lucha contra las drogas, entonces, ¿cómo explicar la presencia de 46 buques de guerra, 200 helicópteros, diez aviones de combate y 7.000 hombres en aguas territoriales? En momentos en que importantes países de América Latina escapan al consenso de Washington, ¿está vendiendo el gobierno de la República nuestra soberanía nacional al permitir en aguas costarricenses una estratégica base militar como la de Palmerola en Honduras, o como las que ya existen en territorio colombiano que permita al gobierno norteamericano un mayor control político-militar de la región?
Como si fuera poco, los 7.000 marines pueden transitar armados por territorio nacional sin ninguna limitación (inmunidad), y sin estar sometidos a la ley penal costarricense. Es decir, en caso de cometer delitos, no podrían ser detenidos ni juzgados.
Además, el gobierno de Costa Rica renuncia a cualquier reclamo por daños cometidos. Cualquier abuso a nacionales, será considerado en los tribunales estadounidenses. No es casual que diversos sectores del país advierten que se trata de una “invasión” y “ de un acto de traición a la patria.”
Es importante mencionar, la dignidad de los diputados que se salieron del plenario tratando de romper el quórum durante la vergonzosa votación. Dignas también de mención las múltiples voces de ciudadanos (as) que han llenado de protestas las redes de comunicación, lo mismo que integrantes de gobiernos locales que se han manifestado en contra.
Como tantas otras veces, sólo nos queda una vía frente a la entrega descarada de nuestra soberanía, frente a los que doblan la cerviz –sin apenas pestañear- ante una carta del Embajador de U.S.A.; comenzar a cerrar filas en todos los espacios posibles, levantar nuestra conciencia moral y responsabilidad, negarnos frente a los siervos menguados que entregan lo más preciado del país a renunciar a la libertad .
Nos queda la vía del decoro, negarnos a ensuciar nuestros corazones y conciencias, no perder nuestra condición humana; dejar sentir la indignación colectiva ante los que se valen de la manipulación social para golpear “ la integridad moral y territorial de la Patria”.
Finalmente, nos queda unir multitudes frente al Monumento Nacional, el cual como decía el insigne Maestro: “ lo erigieron los mayores para enseñarnos cómo se defiende con fiereza el suelo nativo que da el sustento y la libertad.”