El Comité Cívico de Occidente (CCO) considera que el modelo de Estado capitalista periférico en Costa Rica (ahora neoliberal gracias al PLUSC), como en casi todo el mundo, ya se agotó.
Los síntomas del descalabro de la pseudodemocracia tica se remontan al año 1995, cuando el magisterio nacional, a punta de garrote e intimidación mediática y económica y de torceduras de brazo a “líderes” sindicales indecorosos, fue despojado de una de sus mayores conquistas laborales: su régimen de pensiones.
A partir del año 2000, los gobiernos del bipartidismo han venido sacando agua del bote ante el empuje de la lucha social. Para ello emplean desde testaferros –como quienes, aún gozando de la confianza y entrega del pueblo, en la lucha contra el “Combo ICE” no leyeron correctamente el mensaje coyuntural que el movimiento popular les enviaba- hasta la propaganda del miedo, al más puro estilo de la guerra fría o de las dictaduras fascistas, que a falta de razón recetan garrote, con tal de evitar la transformación del statu quo.
Así, con pena pero sin gloria, algunos de los “líderes” que combatían la ley del “Combo ICE” corrieron a sentarse a negociar con quienes habían reprimido al pueblo, y en un acto de tigre suelto contra burro amarrado (desigual negociación en el Tribunal de Elecciones de la que el expresidente Carazo salió bien librado, retirándose del lugar), impúdicamente entregaron el movimiento, conformándose conque únicamente se archivara el proyecto de privatización del ICE, como si dos décadas atrás los neoliberales no hubiesen cocinado la receta de los programas de ajuste estructural (PAE).
En 2002 la lucha contra RITEVE dejó un saldo de decenas de heridos y cientos de intoxicados con gases lacrimógenos en distintas comunidades. Con el éxito obtenido en el campo de la represión popular por parte del gobierno de Abel Pacheco, los neoliberales vieron maduradas las condiciones políticas para lanzar el siguiente zarpazo: el Tratado de libre comercio con Estados Unidos (TLC), versión local del hoy occiso plan geopolítico continental fraguado desde la era reaganiana y denominado “Área de libre comercio de las américas (ALCA)”.
Para el 2003 las “negociaciones” del TLC entre Centroamérica y EEUU avanzaban en forma acelerada. La segunda ronda, después de la celebrada en casa del amo imperial, se realizó en un lujoso hotel al sur de San José. Para esos días, según expresiones del “$í”, aparecimos “cuatro gatos” con pancartas oponiéndonos al Tratado.
En dos años los cuatro gatos, que representábamos similar número de organizaciones, nos convertimos en cuatrocientos mil tigres dispuestos a defender lo poco que quedaba del país.
La historia de la lucha contra el TLC los del “NO” la conocemos y se está escribiendo con pobreza y dolor, y los resultados de su fraudulenta aprobación se evidencian día a día: entrega de las riquezas nacionales (concesiones mineras, de agua y de obra pública; venta de las mejores tierras a extranjeros, deterioro y privatización del ICE y de los servicios de salud y educación, etc.), apatía política, desconfianza hacia las instituciones del Estado, incremento de la delincuencia, plata fácil proveniente del negocio ilícito y la violencia que dicho flagelo acarrea. En síntesis, la crisis económica arrastra consigo la crisis moral, misma que atenta contra lo poco que subsiste de armonía social.
Cuando por iniciativa popular se planteó la realización de un referendo sobre el TLC, el CCO se sumó al proyecto. Cuando Óscar Arias corrió con el referendo, en el CCO nos opusimos a la triquiñuela, pues la delantera en el pulso político estaba de parte del pueblo lanzado a las calles una vez más.
De hecho, desde 2004, en algunas organizaciones partíamos de la necesidad de preparar una huelga nacional contra el TLC en particular, y contra el modelo neoliberal en general. Hubo propuestas diversas que harían viable el triunfo que esperábamos del movimiento popular, entre ellas la del CCO, aprobada en octubre de 2004 y cuyo extracto se publicó en el Semanario No. 1611 (marzo de 2005).
Hoy proclamamos que nuestra propuesta sigue en pie, y más ahora, cuando los acólitos del capitalismo se agrupan alrededor de un proyecto plutocrático de carácter dictatorial. Baste con recordar el “memorando del miedo” y la campaña surgida de la aplicación del mismo, previo al referendo.
El CCO, como organización popular, no participó en la campaña del referendo de octubre de 2007, mas nunca desmayó en su causa contra el TLC. Por eso seguimos en pie de lucha, y para las elecciones de 2010 nuestro voto está reservado para la coalición del “NO”, aunque somos concientes de la dispersión política que generan los protagonismos mezquinos de algunos “líderes”, quienes con su actuar benefician al enemigo (¿de ellos?) y desdeñan los intereses del pueblo.
Por último, invocamos a la razón y voluntad de quienes sienten en su pecho el corazón verdadero: en las próximas elecciones no votemos por ningún partido que no represente los intereses que vimos fundidos en el movimiento del NO al TLC. Si bien la coalición ya no se hizo de derecho, aún es posible que entre partidos inscritos se logre de hecho y podamos contar con una alternativa electoral a la barbarie.
Nuestra historia ya lo demostró en el campo de batalla durante la gesta de los años 56 y 57 del siglo XIX, contra el invasor imperialista William Walker: nunca es tarde cuando de salvar la Patria se trata.