Sobre una educación alimentaria crítica

Por ejemplo, los agrotóxicos actúan desde el embrión en la gestación. Por eso surgen tantas enfermedades “raras”; pues dichos contaminantes modernos se acumulan

Hoy, no solo el aire que se respira, el suelo y el agua está contaminada, sino todo lo que se consume está contaminado. Los alimentos agroindustriales y medicamentos farmacéuticos modernos contaminan el cuerpo y el ambiente.

Por ejemplo, los agrotóxicos actúan desde el embrión en la gestación. Por eso surgen tantas enfermedades “raras”; pues dichos contaminantes modernos se acumulan en el cuerpo.

Es común ver un enfermo con leucemia o diabetes que aparece hasta en bebés, con el páncreas paralizado. Los investigadores y médicos no denuncian esta barbarie, menos las autoridades gubernamentales.

Expertos críticos indican que el cáncer es causado por los productos químicos en los alimentos, los cuales llegaron con la revolución verde (agroquímicos) y la biotecnología moderna (transgénicos), que nos lleva a la decadencia de la calidad de vida.

Las verduras mantienen los químicos aun cuando sean hervidas. Todos los enlatados poseen restos de agrotóxicos que se ingieren. La leche tiene residuos agrotóxicos que la vaca no digiere. El arroz, el trigo están contaminados también. Los vinos poseen moléculas de agrotóxicos que también se ingieren. Y ni qué decir de todo tipo de frutas (banano, piña, melón y muchos otros) que están cargados de plaguicidas, fungicidas, herbicidas, etc., que luego se consumen. Hasta el agua embotellada contiene preservantes.

El gobierno británico encontró residuos de agrotóxicos en muchos alimentos, como en manzanas, pan, lechugas, papas y fresas, lo que potencia los efectos adversos. La evidencia científica indica una correlación entre el consumo de alimentos (o agua), con el exceso de nitratos, los cánceres gástricos y la elevada mortalidad durante los primeros días de vida de los neonatos, justo cuando sus madres ingirieron altas dosis de nitratos, generando malformaciones que afectan el sistema muscular, el óseo y nervioso central (CRIE, 2002). Las mujeres con cáncer de mama tienen cinco a nueve veces más residuos de pesticidas en su sangre y el índice aumenta.

Los nitratos forman compuestos cancerígenos con los residuos de plaguicidas, como los dicarbamatos (fungicidas). Según la OMS, el cáncer aumentó en 21% en el mundo entre 1990 y 2000, principalmente en nuestros países, que cada vez se importa y usa más agroquímicos (el gobierno de los Arias bajó los aranceles a la importación de agrotóxicos el año pasado). Así algunas transnacionales ganan (Monsanto, Bayer) y todos perdemos con enfermedades, incluso el ambiente con la contaminación.

Todo medicamento tiene, potencialmente, muchísimas más reacciones adversas, como la vacuna contra el H1N1 y muchas otras más. La prisa por comercializar las vacunas, sin el debido proceso de experimentación, lleva a ignorar el principio de inocuidad. Del laboratorio al mercado (énfasis en las ganancias).

Así, cuando se ingiere un medicamento, sea un analgésico, antibiótico o antiepiléptico, potencialmente, se generan más reacciones adversas o efectos secundarios. Aquí entra el poder mediático, pues lo que no aparece en un periódico o en medios televisivos no existe.

Mientras, los agro-bio-combustibles están provocando un aumento del hambre en el mundo (altos precios) y no ayuda a combatir el cambio climático, según un reciente informe europeo.

Los transgénicos aumentan el uso de agrotóxicos. Sólo han variado las semillas mejoradas por las semillas transgénicas; aunque dicen que se usará menos, pero sucede lo contrario… aumenta considerablemente.

Los alimentos transgénicos son inclusive más peligrosos, pues las características de su resistencia han sido incorporadas al interior de su mapa genético, de lo que pretenden sean nuestros alimentos cotidianos.

Así, la semilla transgénica de maíz Bt resiste las plagas porque cada una de sus células contiene el Bacillus thuringiensis, una bacteria que produce sustancias tóxicas para los insectos.

En los países desarrollados, la soya transgénica incrementa las alergias. Además, se da la resistencia a antibióticos y fuera del ámbito de la salud, la destrucción de la biodiversidad, la inseguridad alimentaria.

Los transgénicos no son alimentos sanos, hecho que han sido sistemáticamente ignorado y descalificado:
-ratas alimentadas con soja transgénica durante su embarazo dieron a luz progenie con raquitismo severo, murieron antes de las tres semanas.

-ratas alimentadas con maíz transgénico de Monsanto desarrollaron graves deficiencias renales y de la sangre.
-aldeanos filipinos padecieron una enfermedad misteriosa cuando el maíz híbrido GM de Monsanto floreció al segundo año; en sus cuerpos se encontraron anticuerpos de la proteína Bt del maíz transgénico.

-una docena de vacas murió tras ser alimentadas con maíz GM de Syngenta y otras de la manada tuvieron que ser sacrificadas a causa de una enfermedad desconocida.

-el investigador húngaro Arpad Pusztai y sus colegas encontraron en ratas jóvenes alimentadas con papa transgénica, que todos sus órganos estaban dañados y que el grosor de las paredes del estómago era el doble que el normal.

-en Egipto, científicos descubrieron efectos similares trabajando con ratones alimentados con otra papa transgénica.

-el organismo de control de alimentos de EE.UU. (FDA) tiene datos desde la década 90 sobre el desarrollo de orificios pequeños en el estómago de ratas alimentadas con tomate transgénico.
-pollos alimentados con maíz RR de Aventis mostraron el doble de mortalidad que la de los grupos de control.

-en Canberra (Australia) demostraron que cuando una proteína de haba, que no presentaba riesgo alguno, era transferida mediante ingeniería genética a la arveja, ésta causaba inflamación en los pulmones de ratones y provocaba reacciones con otras proteínas de la dieta.

Por eso, es muy grave e irresponsable el intento de FAO de legitimar los transgénicos como solución al hambre y la crisis climática en el tercer mundo. Este organismo está tomado por las transnacionales.

El problema radica en que el consumidor promedio tiene un enfoque más económico (busca precios bajos) que ecológico (alimentos sanos, orgánicos), sino fíjese cuando se va a una feria de “agricultores”, donde el que vende productos orgánicos lo dice en una manta, pero todos los demás que usan agrotóxicos callan.

Los consumidores críticos, cada vez están más conscientes y saben que si no cambian rápidamente su forma de alimentarse (falsos alimentos y medicinas, comidas chatarras) por una nutrición equilibrada de forma más natural y enriquecida con minerales, a partir de una agricultura ecológica, continuarán incrementándose muy rápidamente las enfermedades relacionadas con el desequilibrio en el sistema inmunológico: enfermedades neurológicas, reducción del crecimiento, anormalidades fetales, la obesidad y la desmineralización, síndrome de fatiga crónica, la disminución del coeficiente intelectual de los niños y adolescentes, el mal de Parkinson, el de Alzhéimer, además de los males del corazón.

Pero también, los agrotóxicos generan una reducción de la fertilidad masculina (quizás esto estimule la homosexualidad y lesbianidad), mediante el consumo de diversos alimentos con estrógenos u hormonas y demás toxinas.

Aquí  se resalta la importancia de la educación ambiental, como un proceso educativo, integral y transdisciplinario que considera al ambiente como un todo y que involucra a la población en la identificación y resolución de problemas mediante la adquisición de conocimientos, valores, actitudes y habilidades, la toma de decisiones y la participación activa y organizada públicamente en nuestra sociedad.

 

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