Con el pasar de los años, nuestros amigos centroamericanos lograron dejar de lado las guerras y las dictaduras y lograron elevar sus niveles educativos; con ello, sus índices de desarrollo humano. Aunque esto se convirtió en un gran paso para la región, dejó a Costa Rica como una nación estancada, la cual logró grandes hazañas en el pasado, pero en el presente se conforma con recordarlas solamente, dejando de lado la búsqueda de nuevas metas.
El fantasma de las glorias pasadas sigue siendo invocado por la sociedad costarricense, para mostrarla como la más desarrollada y atractiva de la región. Lamentablemente la realidad es otra. La educación costarricense se estancó y no está cumpliendo con su principal objetivo: ser la clave del desarrollo. Debido al sistema económico del cual somos parte, la competencia se ha convertido en parte de nuestro diario vivir.
Costa Rica debe despertar y darse cuenta que la realidad internacional en la que vivimos nos está dejando atrás. Un sistema educativo basado en la solidaridad es la verdadera clave para el desarrollo económico, político y social que tanto anhelamos. En la actualidad, nuestros niños se encuentran sumergidos en un contexto educativo de competencia negativa, donde lo que impera es la burla y la individualidad, desconociendo el trabajo colectivo y sus ventajas.
La continua lucha por ver quién obtuvo la mejor nota, para así incomodar a los compañeros con notas bajas, es el reflejo de una sociedad egoísta que apuesta por el individualismo. Desafortunadamente, contamos con un sistema educativo excluyente, el cual no toma en cuenta las variaciones del mercado ni los diferentes métodos de aprendizaje, lo que se ve reflejado en el aumento de deserciones estudiantiles por año.
Tomando como punto de comparación el exitoso modelo educativo de Finlandia y su principal motor −que es una educación basada en la solidaridad, la cual lo ha convertido en un país líder aun durante la gran crisis que remetió contra Europa−, notamos que la solidaridad es la clave para un verdadero desarrollo.
Finlandia ha logrado los primeros lugares a nivel mundial en distintas áreas, como economía y educación, convirtiéndose en un país modelo. La diferencia es que su población no pelea entre ella para ver quién es mejor y así excluir a los demás.
La solidaridad forma parte intrínseca de la ciudadanía finlandesa; el trabajo en equipo y la ayuda mutua han elevado a este país como un paraíso del desarrollo. A diferencia de nuestro país, el docente en Finlandia y los países más desarrollados del mundo es el pilar de la sociedad. Los docentes son los profesionales más calificados, dado que cuentan con el mayor grado de estudio en las mejores universidades.
Asimismo, son extremadamente respetados por la sociedad y su carrera es una de las más exitosas y con mayor prestigio. De la misma manera, los estudiantes cuentan con el mismo profesor durante los primeros seis años de su vida educativa; esto con el objetivo de fortalecer su estabilidad emocional y enriquecer su aprendizaje. Esto es una clara muestra de un sistema especializado, que apuesta por las necesidades y habilidades propias de cada uno de los estudiantes.
La educación en Finlandia es gratuita desde prescolar hasta la universidad, incluyendo el servicio de comedor y los materiales que vayan a utilizar, evitando así una brecha entre clases socioeconómicas, punto en el cual nuestro país ha fallado en los últimos años, implantando una brecha significativa en el nivel educacional público y privado.
El principal aspecto a destacar es que este logro no es impulsado por dinero solamente, ya que países como España e Italia invierten más en educación; es un tema del correcto uso de recursos y una población que apuesta realmente a la educación.
La adopción de un mecanismo que les enseñe a nuestros ciudadanos desde pequeños a compartir su conocimiento y ayudar a otros, se convertiría en el primer paso para lograr que nuestras áreas social, política y económica avancen. La solidaridad se traduce en trabajo en equipo, eficacia e innovación, pilares fundamentales para lograr el desarrollo que Costa Rica necesita.