Es de conocimiento común –y hasta soflama reiterativo cada cuatrienio en las campañas políticas– la importancia de incorporar la tecnología en los procesos educativos, especialmente en aquellos de carácter público. Ese conocimiento imprescindible, desde luego, se encuentra científicamente fundamentado en una diversa miríada de estudios internacionales.
Por ejemplo, algunos de esos estudios son: «ICT and pedagogy», de la British Educational Communications and Technology Agency (ICTs, por sus siglas en inglés «Information and communication technologies», Tecnologías de la información y la comunicación, TICs); «Anchored instruction: Why we need it and how technology can help», de los autores Bransford, Sherwood, Hasselbring, Kinzer, y Williams («anchored instruction», lo que al castellano se ha traducido como instrucción «anclada» que, según Barab en «Grounded Constructions and How Technology Can Help», en ese tipo de instrucción a los estudiantes se les presentan problemas de tipo auténtico y significativo, sea por algún medio real o audiovisual); «The Impact of Education Technology on Student Achievement: What the Most Current Research Has to Say, de Schachter; «Report on the effectiveness of technology in schools, 1990-1997», de Sivin-Kachala; «A Meta-Analysis of the Effectiveness of Teaching and Learning with Technology on Student Outcomes», de Waxman y Michko; » What are the Benefits of Using a Data Projector in the Teaching of ICT in Literacy and Numeracy Lessons?, publicado en el sitio Web de Canterbury Christ Church University.
Dentro de la tecnología disponible que permite enriquecer las experiencias educativas, se encuentra lo que en informática denominan –según el sitio Web de Wikipedia– como los «periféricos de salida»; es decir, aquellos que «reciben información que es procesada por la CPU y la reproducen para que sea perceptible para el usuario». Algunos ejemplos que menciona la enciclopedia digital son el monitor, la impresora, los altavoces o parlantes, los auriculares y el fax.
No obstante, debe incluirse en la lista el invento del neoyorquino Gene Dolgoff, el proyector LCD (por sus siglas en inglés «liquid crystal display», pantalla de cristal líquido), por el positivo impacto que éste brinda en la educación moderna y de calidad. El invento de Dolgoff, definitivamente, es una herramienta que ayuda a satisfacer en el campo educativo la conocida frase –y popularizada en distintas lenguas– «una imagen habla más que mil palabras», «a picture is worth a thousand words», o, en francés, «une image vaut mille mots».
Fuera de nuestras fronteras existe un ejemplo, que en estos tiempos de promesas de campaña, podría ser emulado –y realmente puesto en práctica– para el beneficio de los estudiantes y los profesores en Costa Rica. Es el caso del colegio público Palo Alto High School, en California, Estados Unidos de América, donde han realizado el esfuerzo para instalar un vídeo proyector en cada una de sus aulas.
Desde luego, la instalación de este «periférico de salida», que toma la señal de una computadora, un televisor o de otras fuentes de vídeo, ha implicado la debida capacitación de los profesores, no solo en los aspectos técnicos referidos al uso de éste, sino además sobre cómo esta herramienta de tecnología moderna favorece el proceso de la enseñanza y el aprendizaje y su respectiva evaluación.
Versiones del personal docente de Palo Alto High School permiten conocer los distintos usos y aplicaciones prácticas del vídeo proyector, por ejemplo, en los cursos sobre investigación en la Internet, de Inglés y otros idiomas, de las Matemáticas, de la Artes, de Historia y Ciencias:
«Con un proyector LCD en mi clase, con más frecuencia y facilidad, puedo: demostrar y utilizar otras herramientas en clase, tales como aulas virtuales y foros de discusión; participar en videoconferencias en directo con oradores invitados…; mostrar clips de películas para establecer las relaciones entre la historia, la ciencia, y las artes escénicas y enseñarlas a nuestros estudiantes de literatura; demostrar más técnicas de escritura y de edición, y, una vez guardadas las notas, mostrar a los estudiantes dónde y cómo obtenerlas; usar los blogs y wikis como herramienta y extensión de nuestro aprendizaje». David Cohen, Inglés.
«Uso el proyector para mantener informados a los estudiantes sobre tecnologías y estrategias visuales en la era digital. Para cada proyecto visitamos sitios Web como clase de investigación…, revisión de portafolios de los estudiantes, mostrar DVDs de arte y hacer presentaciones en PowerPoint sobre conceptos culturales y visuales». Margo Wixsom, Fotografía.
«Un proyector LCD es equipo básico en el aula en estos días, como un televisor o proyector de transparencias. Un vídeo educativo es mucho más efectivo en la gran pantalla. Esto ayuda a traer la historia a la vida». Vickie Martin, Historia.
«Yo uso el proyector LCD casi a diario –para ver vídeos en pantalla grande, para dar mis clases en PowerPoint en lugar de escribir notas en la pizarra, y para modelar proyectos tecnológicos para mis estudiantes». Nicole Loomis, Ciencias.
Aquellos profesores y estudiantes del sistema educativo público costarricense que pudieran tener la oportunidad de utilizar un vídeo proyector en el aula, descubrirían que esta herramienta de tecnología moderna les permitiría conocer una nueva dimensión sobre la manera de compartir –entre muchos aspectos– ideas, información, gráficos, imágenes, audio o vídeo, potencializando los distintos estilos de enseñanza y aprendizaje y la variedad de inteligencias como la visual-espacial, la corporal-cinestésica, la musical, la interpersonal, la intrapersonal, la lingüística y la lógico-matemática, que, por cierto, son mencionadas en los programas de estudio oficiales, pero contradictoriamente anuladas en la práctica por el persistente, conductista y estructuralista sistema educativo impuesto.
Una vez más, es el año 2010 del siglo XXI. Queda en manos de quienes administren el país brindar la tecnología para la educación que los administrativos, los profesores y los estudiantes de todo el sistema público merecen.