Tecnologías de punta

Desde que Luis Fishman se enteró que en un  abrazo de campaña se le implantó un chip inextirpable que permite a Zapote ubicar exactamente

Desde que Luis Fishman se enteró que en un  abrazo de campaña se le implantó un chip inextirpable que permite a Zapote ubicar exactamente en qué lugar, posición y estado emocional atiende a los más pobres en la Asamblea Legislativa, se ha empeñado en su revancha tecnológica. Así, con licencia y asesoría de la Universidad de Berkeley, ha instalado en Casa Presidencial un enjambre provisorio de diminutos sensores inalámbricos que, pese a los sistemas de bloqueo interno, muy complejos y de procedencia taiwanesa a juicio de los técnicos californianos,  han permitido reproducir parte de lo expresado en el «reencuentro» puscista del pasado 11 de agosto. Por desgracia, como la parte local no ha completado el pago de los sensores éstos solo captan información sin revelar la personalidad ni el nivel político de quien la emite. Aquí, parte de la trascripción (hecha también por personal estadounidense).

Voz mexicana: «¿Y bien, abelito?» Voz estridente, desde atrás: «Mal Pacheco, mal». Tercera voz: «Idiay». Toses y llanto. Sensores bloqueados.

Voz mexicana: «No se llora sobre leche derramada, abelito». Voz grita desde atrás: «Te dije que contrataras a Andresito». Tercera voz: «Idiay». Los sensores captan un ruido (quizás un objeto de cuero chocando con algo más blando y barato). Bloqueo.

Voz mexicana: «Tienes Fallas en lo social, abelito». Voz desde atrás: «Hay que volver al Triángulo de Solidaridad, Pacheco». Tercera voz: «Idiay». La voz desde atrás se apura: «Y renombrar a Astrid». «Ella puede ocupar el Ministerio de Educación y dirigir el sector social. Capacidad le sobra». Voz mexicana: «¡Nada de Fallas en lo social! ¿Captaste, abelito?» Voz urgida desde atrás: «Y darle una asesoría a Andresito». Tercera voz, desfallecida: «Idiay».

Voz mexicana: «Chema envió correo diciendo que tiene la gente de confianza  para administrar el Fondo de Asignaciones Familiares. Uno parece que injustamente tiene problemas judiciales, pero eso se arregla, ¿verdad, abelito?» Voz desde atrás: «¡Y asesorías para Andresito!» Dúo como rugido: ¡Anota, abelito!». Tercera voz viniendo desde el piso: «Idiay».

Voz mexicana: «Además estás atolellado, abelito». Voz desde atrás, envalentonada: «Se dice atollado, jefe». Voz mexicana: «¡Dije atolellado! ¡Atolellado! ¡Fallas en lo social y Atolellado en imagen!». Confusión, manotazos, sensores bloqueados. Al retornar, voz mexicana: «No me falle, abelito». Voz desde atrás, acoquinada: «Astrid y Andresito, Pacheco». Tercera voz: «Idiay…». Voz mexicana: ¡A callar los dos! No falle esta vez, abelito». Ruidos de gente que sale.

Recuperada voz televisiva: «Si alguien me propone alguna cosa, yo le digo siempre sí. Pero cuando quedo solo, hago lo que me gusta a mí». En el intercomunicador: «Secretaria. Llámeme a fallitas, larita y toledito. Me hacen tanta falta que quiero abrazarlos».

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