En tiempo de la colonia española, solo existió España; todos los territorios que descubría, se los anexaba en función de su poder y presencia militar, porque sí. Para su administración nombraría dos Virreinatos que la representaban, para lo que nos interesa, el de la Nueva España (México), y el de Nueva Granada (Colombia). Costa Rica pertenecía al de Nueva España y a su estructura colonial, nunca perteneció específicamente a Guatemala ni a Nicaragua, a Panamá ni a Colombia.
HECHO. Cuando Nueva España (México) declara en febrero de 1821 su independencia, todo el antiguo Virreinato se desploma como un castillo de naipes al viento. El problema básico eran las distancias y el intercambio de información. Cuando Costa Rica se independiza de España, de Nicaragua y de Guatemala el 29 de octubre de 1821, casi de inmediato surgió el interés de los nicas por anexarse el territorio correspondiente al Partido de Nicoya, el cual estaba unido electoralmente a Costa Rica desde 1808, donde luego votaría para que el sacerdote Florencio del Castillo los representara como Diputado en las Cortes de Cádiz en 1812.
En 1824 el Partido de Nicoya que incluía los pueblos de Nicoya, Santa Cruz y Liberia (luego sería Guanacaste como una sola unidad territorial tica), decidió, después de consultas y peripecias internas, anexarse a Costa Rica. A partir de 1826 Nicaragua insistió con sus reclamos sobre dicho territorio. Sin embargo, directa e indirectamente en ocho oportunidades diferentes, legitimadas por la voluntad popular de sus habitantes, reafirmaron su anexión a Costa Rica.HECHO. En fecha 15 de abril de 1858, mediante el Tratado Cañas–Jerez, Nicaragua renunció a perpetuidad a sus pretensiones al fijarse la frontera definitiva. El Tratado fue aprobado por el entonces Congreso de Costa Rica y por una Asamblea Constituyente en Nicaragua, representación popular de la nación. Casi treinta años después, los nicas exigieron declarar nulo dicho acuerdo soberano y como Costa Rica se les plantó con “güevos”, oponiéndose, ambas naciones fueron a un arbitraje, escogiendo por mutuo acuerdo al señor Grover Cleveland, presidente de los Estados Unidos, quien falló el 22 de marzo de 1888 dándole la razón a Costa Rica. Se conoce en la historia como Laudo Cleveland.
HECHO. Con fecha 7 de abril del 2011, la AGENCIA EFE, con el título “Ortega acusa a Costa Rica de llevar a una mayor confrontación”, reporta que el Presidente de Nicaragua Comandante Daniel Ortega, dio la lección inaugural en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Un extracto de su discurso militar, prepotente, invasor, descarado, calculadamente provocador, y de burla al Derecho y Tratados Internacionales, afirma, que: – “En su discurso, el mandatario señaló que Costa Rica no ha renunciado a su interés de adueñarse de zonas nicaragüenses como Rivas, Granada, El Río San Juan y el lago de Granada, como hicieron en 1857, en alusión al territorio fronterizo de Guanacaste, que en plebiscito decidió su anexión a los costarricenses”. Aún más, el mismo tipo dice que Guanacaste tiene derecho a un plebiscito hoy en día, para que los guanacastecos decidan. Pareciera que con su traje sandinista rojo negro blanco del nacional socialismo alemán más el verde olivo y sus armas sin uso, la desfachatez, la ambición y el delirio de grandeza, le calzan de maravilla. Pero no está loco ni nada parecido. De acuerdo con Adriano Corrales: – “Ortega acusó a Costa Rica de fortalecer su ejército y entre otros barruntos (insiste en que el narcotráfico internacional dirige las relaciones exteriores de nuestro país: doña Laura y su gobierno han de responder y aclarar), dijo que Managua podría iniciar un proceso legal para recobrar la provincia de Guanacaste, según él anexada por Costa Rica tras la guerra contra los filibusteros de William Walker. Semejante disparate…” Semanario UNIVERSIDAD.4 Mayo 2011. Pág. 19.
Este asunto de Guanacaste lo mantuvo Nicaragua como reclamo infundado, sin derecho histórico ni jurídico a partir de 1821. El tratado de fronteras Cañas- Jerez, y luego el Laudo Cleveland sepultó para siempre cualquier pretensión nica sobre territorio soberano de Costa Rica. ¿Por qué insiste el dictador Ortega en atizar los odios contra Costa Rica? El hecho tomó lugar en un centro de cultura superior, según se citó, con un cierre de nutridos y delirantes aplausos y vivas. ¿Será entonces verdad que Costa Rica pertenece a Nicaragua? Sed como niños para el reino de los cielos, pero en la tierra, las palomas a veces son la máscara de la serpiente. Desenmascaremos las metáforas sinuosas y veamos hechos.
A lo mejor, una guerra contra Costa Rica le daría a Ortega el cetro de libertador y héroe nacional de Nicaragua, queriendo emular al nuestro Juan Rafael Mora. Eso no sucederá, porque los ticos hemos sido más inteligentes al aplicar el principio fundamental del arte de la guerra, que nos recuerda sabiamente que la mejor guerra es la que se evita; o quizá el comandante de marras suponga con sus acólitos / nueva especie de soldados de fortuna, que pueden adueñarse de cualquier pedazo de tierra costarricense, porque ninguno de sus habitantes levantarán jamás un arma para defenderla. Estaría totalmente equivocado; por eso acudimos al derecho internacional, en primera instancia de ley y orden.