El ser humano mide en función de lo humano; la guerra es una de sus medidas en virtud de que cuantifica y califica las ventajas de ser el ganador. Por eso es que en teoría política-militar no hay guerra mala si deja ganancias.
En ocasiones no es tanto el recurso de la guerra, sino el soplar la posibilidad para que levante polvorín y anuncie sus vientos de incertidumbre y discordia. Siempre se justifica el acto, la propaganda es efectiva para caldear los ánimos y sembrar el pus de su fetidez, por supuesto de quien la promueve y los tonos exaltados con que se manipula la propaganda lavacoco. La guerra es extensión de la política.
Los que se perpetúan en el poder de hecho y de derecho por compra de votos o anulando la oposición de votos, se sacrifican por la patria de sus delirios de grandeza. Nadie en su sano juicio quiere la guerra. Desde todo punto de vista que se le mire y analice, es irracional.
Conclusión, la humanidad es absolutamente irracional. Porque hay muchos conceptos, formas y estadios de confrontación-guerra; es planificada, depredadora y fuente de nuevos derechos que se aplican a los vencidos.Costa Rica perdió un tercio de su territorio original (25 mil kilómetros cuadrados) porque Colombia desconoció el tratado que ambos países habían firmado y su fuerza militar era inmensa; obviamente que al independizarse Panamá en 1903, su experiencia militar y su parque de guerra se impusieron sobre los ticos.
Así que en 1942 se tuvieron que aceptar las fronteras actuales. El hecho es el hecho, aunque no guste. Con Nicaragua las cosas se han manejado de manera distinta y hemos podido salvaguardar nuestro territorio, a pesar de las maniobras nicas en contrario.
Los hechos son medibles, cuantificables y orientadores de cálculo para aventureros, frustrados y sociópatas que se creen salvadores del mundo y de los vecinos, agregados discursos y proclamas.
HECHO. Singular pero peligroso, como consecuencia de la cizaña de Nicaragua y sus gobernantes de turno, Guatemala, El Salvador y Honduras habían roto relaciones diplomáticas con nuestro país, incluido Nicaragua.
Y todo porque los nicas no querían respetar los acuerdos de frontera trazados entre ambos países en 1858. Ese cuento llega hasta nuestros días del año 2012 d.C. El asunto es que las aguas volvían a una normalidad sostenida con alfileres.
El gobernante nica Chamorro en 1878 hacía esfuerzos por mantener la paz con Costa Rica a duras penas, porque a los nicas les dolía y les ha dolido siempre, la inteligencia diplomática de nuestro país en manejar las cosas de control político con apego a la ley y al derecho internacional.
Así, estaban las cosas cuando en 1878 un grupito de emigrados ticos a Nicaragua en vez de ir a hacer negocios, como corresponde, se aliaron con el coronel Manuel Argüello Arce, Comandante del fortificado puesto militar de San Carlos, y lo convencieron de que abandonara su puesto y decidiera invadir Costa Rica con la intención de deponer al Presidente Tomás Guardia. Reclutó gente y militares nicas, los armó, y fue a los hechos militares.
Traían impresa una proclama al pueblo de Costa Rica donde se erigían en salvadores de este pueblo, culpaban a Guardia de todos los males de Centroamérica, se creían ungidos para traer el progreso a estas tierras ístmicas, y en su semántica revolucionaria se expresaban con toda clase de idioteces, armas en mano. Hicieron efectiva su invasión, dejando en el lado costarricense varios muertos y heridos, pero fueron repelidos por fuerza de las armas ticas.
Claro, como buenos cobardes, huyeron a Nicaragua. El gobierno de Guardia comprendió que el de Chamorro no tenía nada que ver con aquella invasión. Poco después se restablecieron las relaciones diplomáticas.
Producto de la administración de España, hasta el 29 de octubre de 1821 cuando Costa Rica decreta su independencia de España, Guatemala y Nicaragua, parte de los colonos españoles venían de dos centros de poder político, económico y militar, como lo eran León y Granada, los más inmediatos, y pareciera que a los nicas se les quedó la maña de mirar al sur –Costa Rica, como tierras a conquistar, colonizar y arrearlas a su antojo, hasta que los verdaderos patriotas costarricenses les marcan sus límites.