¿Por qué estos aventureros, sean socialistas o dictadores, se han mantenido en el poder hasta por décadas? Existe un tercer actor, situado entre las cúpulas gobernantes y el pueblo “oprimido”: es una fracción de la población, a veces numerosa, que por mecanismos clientelares o por su participación en las ganancias –aunque fuera ínfima−, se presta a sostener el sistema que sojuzga a sus conciudadanos menos favorecidos. Es un sector discreto, cínico, tránsfuga y servil; sus más notables representantes son los empleados públicos improductivos –camaradas delatores, policía secreta y militares incluidos−, plenos de privilegios; y los mal llamados empresarios, que son favorecidos para proveer servicios sobrevaluados e inútiles al Estado. De otra forma, no hubiera sido posible la esclavitud africana o el genocidio nazi.
Y entre los oprimidos, si de trata de “movilización social”, muchos intentarán insertarse en este segmento intermedio o beneficiarse del status quo; por ejemplo, con el uso corrupto de los subsidios del Estado; y en ocasiones, alcanzar las cúpulas. De aquí surgen los dirigentes sindicales o líderes comunales que, con las excepciones que siempre existen, aspirarán a subirse al trampolín y llegar al poder para, por fin, hacer…exactamente lo mismo que los hoy llamados neoliberales.
En conclusión, la ética política de las clases dominantes, la del sector intermedio y la de las clases oprimidas −incluyendo a sus representantes−, es exactamente la misma. En la jungla social, todos, los de arriba, los del centro y los de abajo, quieren ser los depredadores, apenas aparezca la oportunidad; no existe entonces, un mundo polarizado de buenos y malos o de explotadores y explotados, tal como lo mercadean los pseudodefensores del pueblo. El único contrapeso al antropocapitalismo salvaje es el sistema democrático, no el socialismo ni el mesianismo: un sistema de instituciones (no caudillismos), independencia de poderes (no servilismos), rendición de cuentas (no hermetismos) y libre competencia (no proteccionismos ni favoritismos), con plena libertad de información y de opinión. Y este tipo de sistema solo puede ser exitoso si la mayoría decididamente practica esos valores y participa de él.