Renuncia el gerente de un banco que ganaba más que el presidente de los Estados Unidos.
Es cosa normal y legal que en este país un burócrata estatal gane más que el jefe de turno del imperio más grande, poderoso y dueño del mundo, porque aquí se legisla para saquear a la clase trabajadora y enriquecer a los que usufructúan esas leyes; sin embargo, eso es también inconcebible, odioso y tremendamente inmoral.
Renuncia también un ministro, un viceministro y un diputado acusado de acoso sexual.
¿Quién más desea renunciar? ¡Por favor, que siga la lista! Comenzando por el Primer Poder de la República ¡Qué bendición sería su renuncia en pleno!
En cuanto a la renuncia del diputado, La Nación S.A. despliega su encandilante amarillismo con titulares que hablan de corrupción frenteamplista, sin nombrar siquiera lo más importante, la conveniencia del despido para la moral del sistema.No dejan de tener alguna razón en cuanto a que el partido cuestionado en ningún momento debió ocultar por unas horas las razones de la renuncia forzosa del supuesto acosador sexual; pero eso lo justifica nuestra forma de ser; al tico normalmente no le gusta hacer leña al árbol recién caído; preferimos esperar a que sus hojas se marchiten, que sus frutos se pudran y que huela a muerto, para caerle con el hacha.
Pero olvidándonos de la forma y matices del despido, y viendo las cosas no desde el punto de vista político, sino de la conveniencia social del hecho consumado, podemos predecir que este echará raíces y dará sus frutos por ser el primer e insólito despido de un legislador por faltas a la moral; el ansiado y esperado precedente.
¿Cuándo en la historia de la infinita lista de corrupciones legislativas ha tenido algún partido político la osadía de hacer renunciar a un diputado corrupto? Hemos visto en los últimos años escándalos mucho más graves y sonados, especialmente en el Movimiento Libertario y en Liberación, y jamás ha renunciado nadie por motivo de sus corruptelas.
Del lado de la ingenua masa dirigida, de esa incauta turba sin pensamiento que se arremolina cada cuatro años para elegir ciegamente a ese incapaz y fastidioso gremio, donde se puede elegir de todo, desde vagabundos vividores y connotados ladrones, hasta enfermos sexuales; sin perjuicio, desde luego, de que almas honestas se sometan a la tortura de acompañarlos, alienta mucho el hecho de que por primera vez se ha hecho algo en favor de tantos engañados.
Esa caterva, sometida y arrodillada en los estratos más oscuros y profundos de esta democracia de capas, que después de cada elección no tiene arte ni parte en el rumbo del país, ha salido ganando algo por esta vez. Porque un diputado dado de baja por faltas a la moral es una buena señal, a pesar de todo el teatro desplegado con los hipócritas lloriqueos y lamentaciones de sus compinches, pues, sin duda, en este país todo andaría muy bien ¡envidiablemente bien! A no ser por la falta casi absoluta de moral que golpea todos los campos de nuestra vida.
La pandémica ausencia de moral en el Estado, en todas las instituciones civiles y religiosas, y muy particularmente en la Asamblea Legislativa, desde hace muchos años tocó fondo; y no tiene más camino que seguir allí o tratar de revertir por pura inercia; pero esta renuncia, como expiación por faltas a la moral, inaudita en la negra historia de ese putrefacto organismo, es un buen comienzo y un empujoncito hacia la ética; un precedente magnífico que, ciertamente, quieran o no, lo realiza el partido más joven de los que gobiernan y se convierte en lección para los viejos corruptones.
Muchos dirán que «una golondrina no hace verano», pero ¡peor es nada! Las modas comienzan por un loco que se viste de payaso, luego se suma otro y otro…
Así como también la vergüenza enrojece al cura que sorprenden predicando con la jareta abierta y quizá no lo vuelva a hacer (¡claro, depende del cura!), así, lo importante es que los otros curitas no se la jueguen y se sumen a los que no lo hacen, ya sea por simple contagio, vanidad, miedo, hipocresía, conveniencia o incluso hasta por amor al hábito; no importa, lo justo y esperado es el resultado: ¡Que no lo hagan! De ahí la importancia de los precedentes, y aunque se piense lo contrario, algunos sí escarmientan por cabeza ajena. ¡Eso nos sirve!
Legislar es en esencia,
La forma de subyugar,
Dirigir y utilizar,
Grandes rebaños de humanos,
Por jerarcas soberanos,
Que aquellos suelen nombrar.