Siempre nos han enseñado en la casa o en la iglesia, que debemos de respetar al vecino y tolerar al otro. Hemos crecido con una serie de valores que muchas veces no podemos superar, y a veces esos valores entran en contradicción. ¿Se puede tolerar un discurso que defienda el asesinato? ¿Se puede tolerar a un genocida? Yo soy ateo y no los tolero.
Entré a la universidad en el año 2010 y desde entonces he visto cosas tan desagradantes en la “alma máter”: rectores vendiendo universidades al mejor postor, estudiantes pasivos ante el cierre de licenciaturas, funcionarios festejando al infame Banco Mundial, clases tan verticales y castradoras como en la infancia, federaciones de estudiantes replegadas a la rectoría y hasta estudiantes vapuleados por la policía.No obstante, nunca había sentido tanta repugnancia como la que sentí el día en que la Escuela de Ciencias Políticas decidió invitar a un “experto” sionista (Gabriel Ben Tasgal) a dar una charla a la universidad el 10 de setiembre.
Me daba náuseas la exposición junto al escudo de la universidad. Ese día, diferentes organizaciones propalestinas convocaron a la realización de un piquete en las afueras del auditorio, donde el sionista se vanagloriaba de él ser un “propalestino”; yo decidí entrar al auditorio con una bandera de Palestina, al igual que otros compañeros.
En un momento una señora encargada de la organización se nos acercó pidiendo “tolerancia a la opinión de los otros”. ¡Qué carajos! Según esa lógica, se debieron de haber tolerado las atrocidades nazis por el único hecho de que ellos pensaban distinto.
Casi le vomito los pies a esa señora: jamás tolerare un genocidio, jamás tolerare que un sionista intente hacer una apología del delito en lo poco de universidad que queda. Ese día un “experto” nos trató como “antisemitas”, cuando los verdaderos antisemitas son los sionistas: los judíos no son los únicos semitas que existen (el “experto” al parecer olvidó ese detalle) y hasta incluso algunos estudiantes nos gritaban peyorativamente “comunistas”, como si nos avergonzáramos de nuestras posiciones políticas y de nuestra defensa a Palestina.
Más bien me avergonzaron los aplausos dados al “experto” sionista, que intentaba justificar la última masacre hecha en Gaza y que de paso, caracterizaba el conflicto en términos de ¡religión!
No puedo tolerar que un Estado se levante sobre la destrucción de otro Estado, no puedo tolerar que masacren niños, no puedo tolerar los bloqueos, no puedo tolerar el racismo sionista, no puedo tolerar que maten a civiles, no puedo tolerar que quemen almacenes de medicamentos y alimentos, no puedo tolerar discursos que pretendan justificar todo lo anterior, porque soy un intolerante.