Los temas de Gobierno y Organización son temas presentes y de permanente discusión en cada Congreso Universitario.
Fue el Tercer Congreso, efectuado a principios de la década de los años setenta, el escenario donde se acordaron las bases de una organización que se ha perpetuado hasta nuestros tiempos, transcurridos ya cuarenta años y tres congresos universitarios.
Ciertamente, la fortaleza de los cimientos sobre los cuales se ha forjado la organización universitaria, tienen en su principal componente una concepción de Universidad pensada en tres dimensiones sustantivas: Docencia, Investigación y Acción Social.
Sin embargo, con el devenir de los tiempos, las transformaciones necesarias han sido mínimas y hoy nos encontramos en un estado con una organización y gobierno que ha sido superada por los cambios en los paradigmas y las tendencias hacia la sociedad del conocimiento; pero sobre todo ese estado que calificamos de “confort inerte” prevalente en la mayoría de los miembros de la comunidad universitaria, debe ser de las mayores preocupaciones la peor y que demanda urgentemente una profunda, reflexiva y efectiva atención.
De nada servirán los cambios en el estado-aparato si no se acompañan tales cambios con renovadas actitudes y aptitudes humanas. El Séptimo Congreso Universitario surge de nuevo como el espacio idóneo para la reflexión-acción y el tema de estructura y gobierno en buena hora vuelve a la palestra, esperanzados en que en esta oportunidad las mentes y los sentidos enfoquen con mejor precisión y apunten los cambios urgentes mediante la toma de decisiones en lo estructural y en las actitudes y aptitudes del ser universitario. Sobre este tema, en lo que respecta a la dirección superior, a continuación expongo algunas de mis apreciaciones.
El Consejo Universitario es el órgano colegiado encargado de definir las políticas generales institucionales; como tal es un órgano de dirección política inmediato en jerarquía a la Asamblea Universitaria. Por su parte, el Rector es el funcionario académico de más alta jerarquía ejecutiva, a quien corresponde ejecutar la acción política por medio de sus colaboradores inmediatos, los Vicerrectores. En la práctica cotidiana, aun cuando están bien definidos los papeles de cada órgano de dirección superior, resulta que es la llamada Administración Activa la que a fin de cuentas le define los cursos de acción política al Consejo Universitario y éste por su parte aprovecha esa circunstancia para “coadministrar”. La intromisión del Consejo Universitario en los asuntos de competencia administrativa, resulta una práctica que debe ser erradicada y cada representante y el plenario, deben enfocar la atención a los asuntos eminentemente de política universitaria, con particular interés en los asuntos académicos clave; de lo contrario, el segundo órgano colegiado de la jerarquía institucional corre el riesgo de convertirse en un nivel más del aparato burocrático institucional, interfiriendo con la gobernabilidad, la simplificación y la armonía en la estructura orgánica y funcional de la Universidad de Costa Rica.
El Consejo Universitario debe ser más político y menos administrativo. Quizás al asumir el cargo como miembros representantes, cada quien se despoja del fuero académico y se asume una posición de cargo docente-administrativo que en nada contribuye al ejercicio de la función política. Los miembros representantes deben ser ante todo académicos del más alto nivel y despojarse más bien del fuero administrativo de la investidura. Cada miembro representante debe tener claro los límites de sus competencias y evitar ante todo incursionar o posicionarse en el plano de la Administración Activa; deben dejar gobernar a las autoridades ejecutivas por sí mismas y concentrarse en la acción política, mas no ejercer un paralelismo entre la acción política y la Administración, salvo en la función fiscalizadora de la gestión que es competencia del Consejo Universitario, para lo cual cuenta a su haber con la colaboración de la Oficina de Contraloría Universitaria.
Ojalá el sector académico vea la luz en el próximo Séptimo Congreso Universitario y con base en los acuerdos a que se llegue se tomen las decisiones acertadas, con miras a la renovación de la estructura y gobierno de la Universidad de Costa Rica, pero además se logre lo principal: la conquista de verdaderos universitarios con identidad y compromiso para mover esa estructura y gobierno, con buen rumbo hacia el mejor estado de los posibles, sin perder de vista el mandato supremo de contribuir con las transformaciones que la sociedad necesita para el logro del bien común.