Visita a la librería El Erial: una experiencia inolvidable

Conozco la librería El Erial desde mis años de adolescencia, cuando estaba en el Liceo de Costa Rica. Con frecuencia deambulábamos por el entonces

Conozco la librería El Erial desde mis años de adolescencia, cuando estaba en el Liceo de Costa Rica. Con frecuencia deambulábamos por el entonces Paseo de los Estudiantes. Más de una vez fui con mi hermano Jorge y otros compañeros a visitar el Seño… entre tantas otras actividades.

¡Cuántos libros! ¡Cuántos recuerdos en El Erial! Cerca de donde hasta hace un mes se ubicó El Erial vivía mi compañero Conejo, a quien apodé “La Biblia”, pues era genio en matemáticas. Nunca pude con las matemáticas y en cuarto año mi profesor Guillermo Vargas –después llegó a ser ministro− “me pasó”. ¡Gracias a él fui bachiller!

Siempre la noche antes de un examen de matemáticas íbamos Jorge y yo a misa a La Soledad. ¡Cuántas fervientes oraciones! “La Biblia” en broma siempre me dijo: “La Virgen no sabe nada de matemáticas…”.

Frente a la Escuela España se ubicó por años El Erial. No sé con exactitud cuándo don Manuel López –con el mismo nombre y apellido de mi gran amigo− se convirtió en el dueño de esa famosa librería, donde siempre tuvo en orden los más diversos títulos.

Hace un par de meses cuando andaba buscando La Imitación de Cristo –uno de mis libros predilectos− para regalar a un amigo que se hará sacerdote, don Manuel me indicó que se trasladaba exactamente atrás, a un costado de la Iglesia de La Soledad. ¡Por cierto uno de los rincones más lindos de San José!

Por ahí pasé poco después y ubiqué ya un letrero que indicaba el próximo arribo de El Erial. Don Manuel me había prometido que encontraría el libro que yo deseaba regalar.

Como no tengo celular −y rehúso tenerlo−, don Manuel llamó a mi amigo Manuel, para que me informara que ya tenía el texto referido. Mi amigo Manuel me llevó a San José en su nuevo BMW y fui a ver las nuevas instalaciones de una de mis librerías preferidas en el país.

Don Manuel me dio un tour y con su gran visión y su clara inteligencia, me contó de todos sus magníficos proyectos en el amplio y acogedor espacio con que cuenta ahora para su librería. ¡Qué buenas ideas! ¡Qué visionario! Mi amigo Manuel también quedó impactado.

De entre sus múltiples proyectos está el convertir su librería también en sala de lectura, con cafecito…y refrescos para los niños. Él mismo comprará muebles, una mesa, etc.

También El Erial servirá de espacio de entretenimiento, con literatura infantil, pero asimismo será un lugar académico, de reunión, de tertulias, conciertos, conferencias… ¡Lo que Dios nos proporcione, siempre con la gran visión de don Manuel! ¡Gracias don Manuel por sus inteligentes iniciativas!

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