Voy con Dios… confórtame

Recuerdo que una semana antes de que el respetado ciudadano y querido amigo Rodrigo abandonara esta vida terrenal, vino con su distinguida esposa, quien

Hace 6 meses, un 9 de diciembre del 2009, el expresidente de la República Don Rodrigo Carazo Odio entregó su alma al Creador.

Recuerdo que una semana antes de que el respetado ciudadano y querido amigo Rodrigo abandonara esta vida terrenal, vino con su distinguida esposa, quien siempre lo acompañó y fue su estrella, a mi oficina para una consulta médica.

Cuando fui a realizarle un examen de rayos X, hizo el intento de pasar a la sala de exploración con su agenda en mano, agenda de color negro, cargada de papeles y sepa usted, de cuántas anotaciones y citas importantes por realizar… y le dije: “Por favor Rodrigo, olvídese por un momento de su agenda, únicamente es necesaria su presencia y pacientemente dejó la entrañable agenda con su esposa”.

Su salud vascular no estaba bien, por lo que se le recomendó internarse en un hospital para realizarle exámenes complementarios. Ante la sorpresa de resultados no favorables de su condición vascular, tomaron la decisión de practicarle una cirugía correctiva.

En la mañana del día de su operación, escribió en su inseparable agenda negra: “Voy con Dios… confórtame”. Estas palabras describen a un hombre creyente, de arraigada fe y con una esperanza tutelada por la mano de Dios. Las palabras escritas en esta agenda antes de su partida, describen a un hombre fiel a sus principios cristianos, testimonio de una espiritualidad auténtica.
En los momentos difíciles de la vida del ser humano, en especial cuando se pierde la salud, no tiene otra alternativa que saber tomar una decisión urgente para restablecerse,   siempre, en la esperanza de seguir compartimiento el amor de su familia.
Rodrigo confió su vida al Creador, probablemente en la convicción de que no era dueño de la totalidad de su vida y pensando que en caso de fatalidad, le quedaría la satisfacción de saber que su legado sería, como le recordaran sus familiares y amigos.
Creo que mucho de lo que fue Rodrigo, lo heredó de su padre don Mario Carazo Paredes, quien fue un hombre trabajador, forjador de su familia, honrado y de trato agradable. Y al igual que su hijo con un importante don de gente y verdadero coraje para enfrentar la vida.
No hay duda de que Rodrigo vivió con integridad, fue feliz, amó a su familia, se mantuvo fiel a sus principios y convicciones. Dedicó el mejor de sus esfuerzos a los costarricenses. Partió de esta vida terrenal confiado en la misericordia de Dios, y me atrevo a imaginar, que compartirá la eternidad con sus seres más queridos.
Espero que su esposa, Estrella, hijos y nietos, al más mínimo recuerdo de cómo vivió y pensó Rodrigo, también se sientan confortados por Dios.

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