Con el escandaloso destape de los cables de WikiLeaks se revela lo que ya nosotros y nosotras sabíamos: la descarada injerencia norteamericana en el proceso interno del TLC y los métodos mafiosos de la oligarquía asociada.
Es interesante también, cómo la filtración de los mencionados cables ha reabierto una serie de heridas y replanteado el análisis sobre los alcances, contradicciones y limitaciones que tuvo el movimiento de lucha contra el TLC. Los cables indican que el servicio de inteligencia norteamericana cataloga que la “jugada” de última hora de Ottón Solís al plantear la renegociación del TLC, invitando a los senadores demócratas a acuerparlo en el tramo final del referéndum, le sirvió en bandeja de plata el pretexto al Gobierno de George W. Bush y sus socios para contraatacar, con las declaraciones subsiguientes de su Secretaria de Comercio Exterior, Susan Schwab, indicando que era imposible la renegociación y sentenciando que de no firmar el TLC, Costa Rica quedaría excluida de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, esbozando un sombrío panorama de aislamiento internacional para Costa Rica, lo que hizo entrar en pánico, sobre todo a las y los electores vacilantes.
Pero retrocedamos un poco más en el tiempo y hagamos un balance más integral: también creemos que fue desastroso promover y aceptar la propia trampa del referéndum, mismo que propuso originalmente José Miguel Corrales desde las filas del No, y que le permitió a los Arias sacar la lucha de las calles hasta el terreno manipulado de las urnas; también fue un desastre la consulta de constitucionalidad del TLC, que impulsaron diputados como José Merino, del Frente Amplio, lo que le permitió a la Sala IV bendecir el Tratado, y también fue el golpe de gracia la posición que definió la mayoría de la cúpula del No al TLC, ante las evidencias de fraude en el referéndum el propio 7 de octubre del 2007, o mejor dicho, quienes como Eugenio Trejos, Ottón Solís y José Merino, decidieron no denunciar abiertamente el fraude, y menos que menos, llamar a movilizarse contra el mismo, porque tenían la mira puesta en las subsiguientes elecciones, más que en la continuidad de las movilizaciones populares.
Asimismo, en el marco de las revelaciones de WilkiLeaks, se ha destapado que al menos tres dirigentes de la cúpula sindical, en medio de la dura lucha contra el TLC, se reunieron con personeros del Gobierno norteamericano, sin informarlo a sus bases, ni al resto del movimiento sindical y popular. Se trata de Gilberth Brown, secretario general del sindicato de RECOPE, así como de Albino Vargas Barrantes y Edgar Morales, secretario general y secretario general adjunto de la ANEP.
No nos consta ni a nadie más qué fue lo que hablaron estos señores en esos encuentros, pero lo que sí es cierto es que a nadie en el movimiento del No al TLC se le informó al respecto. Nos parece sumamente grave este proceder. Las y los luchadores sociales que levantamos con dignidad la consigna: “No queremos, no nos da la gana, ser una colonia norteamericana”, no podemos dejar pasar “como si nada” semejante conducta de estos señores, que hablan con frecuencia a nombre del movimiento sindical. Las y los afiliados de ANEP y SITRAPEQUIA harían muy bien en pedir cuentas de inmediato y exigir una Asamblea interna de ambos sindicatos, que delibere y resuelva sobre tan delicado asunto.
Hoy, que de nuevo intentamos recuperar la iniciativa y la capacidad de movilización sindical y popular, como se puso de manifiesto con la gran marcha del 10 de marzo, es necesaria la reflexión honesta y colectiva sobre estos temas, para poner el dedo en la llaga y aprender las lecciones del pasado reciente.