Para muchos individuos, sobre todo abogados, chovinistas y estadistas (entiéndase estos últimos, como vividores del Estado) atacan fuertemente el abstencionismo. Según ellos, este es un vicio de la democracia, es un desentendimiento de la política y no ayuda a fortalecer la institucionalidad nacional.
Los abstencionistas no tienen derecho a quejarse, según esta visión. No logran ver más allá del aparato burocrático. Detrás del abstencionismo (el cual debe de verse como un voto, pero por otros medios) y el voto “inválido”, se encuentra la indignación del costarricense al sistema y la deslegitimación del Estado. En mi opinión, estas personas son las más lúcidas dentro del contexto actual.Esos individuos no comprenden que la política es algo tan complejo, que no solo se puede explicar por algo tan fenoménico como lo es una elección. Hay relaciones políticas todos los días, desde el policía que “requisa” al joven, el impuesto que evade el empresario y la represión hacia los vendedores ambulantes, todo está cargado de política. Además, detrás de la política nacional se encuentra la política internacional, por medio de “recomendaciones” del FMI, préstamos del BM y TLC. Es decir, hay relaciones dialécticas que se deben de tomar en cuenta.
El 2 de febrero, la burguesía fue la gran ganadora de los comicios. Al parecer el discurso del miedo caló en la colectividad y la sociedad prefirió una propuesta más moderada, a una “radical”. El próximo Ejecutivo será liberacionista, ya sean verdes o rojos. Esto quiere decir que se vienen luchas fuertes en estos años. El Plan Fiscal encontrará un ambiente favorable para su implementación, moderadamente o por medio de un paquete. Y no olvidemos la moratoria a la exploración petrolera en la zona norte del país.
El movimiento estudiantil debe de estar lo más unido posible, desde el trotskismo, el anarquismo y grupos ecológicos, y plantear frentes de acción y lucha. No creo que sea posible conciliar con la FEUCR y otras agrupaciones burocráticas (SINDEU) o sectarias. No obstante, sería importante abrir espacios de diálogo y asambleas estudiantiles, aun en contra de los “progres” universitarios.
Es importante que el movimiento intelectual apoye al estudiantado en abrir espacios de discusión, donde se retomen temáticas que van desde el BM, la Carta de Bolonia, la privatización de la salud y la mercantilización de la educación y su impacto en la sociedad costarricense. Además se debe de seguir defendiendo los derechos humanos de las personas LGBT (independientemente de cuántos cristianos y conservadores se pongan en el camino).
Sin embargo, la discusión política y social debe de trascender de las universidades a los barrios y comunidades. La fuerza de movilización del país es el pueblo trabajador y sólo este podrá iniciar la construcción de una sociedad más digna. Sólo el trabajador podrá eliminar las cadenas del capital, pero sólo lo hará por medio de conciencia, de conciencia de clase.
Es pertinente recordar que la política no acaba después de la segunda ronda, sino más bien se expande a otro ámbito menos burocrático, y por lo tanto con más oportunidades de acción. Es necesario recordar a Foucault, y tener presente que el poder no se tiene, sino que se ejerce. Y es momento de que el pueblo costarricense ejerza ese poder y lo movilice en contra del aparato político, que representa a una minoría.