¿Y qué es lo normal?

Ante un espacio nuevo, que está en blanco, vacío, y esperando construirse, ¿qué hay que hacer? ¿Hay un conjunto de reglas que nos dice

Ante un espacio nuevo, que está en blanco, vacío, y esperando construirse, ¿qué hay que hacer? ¿Hay un conjunto de reglas que nos dice exactamente lo que deberíamos hacer? Vislumbramos que no hay una única forma de responder delante de la hoja del examen o del ensayo; que ante el nuevo día se puede vivir con variedad de aromas, sabores y colores; que para la clase de la otra semana podemos llevar o no la tarea porque ya “hicimos números” y nos dan los puntillos para aprobar; que para la cita planeada podemos hacernos los desentendidos; y que para  la reunión del trabajo nos podemos reportar como enfermos para evitar confrontaciones con los compañeros. Pero por otra parte, pensaríamos que debemos hacer lo que es normal, es decir, lo que nos corresponde hacer según lo que dicte la circunstancia a la que nos enfrentamos solo “porque es lo que nos toca hacer y no nos queda de otra.” Entonces, ¿dónde recae la diferencia de por qué para unas cosas hacemos planes y variamos las respuestas, y para otras hacemos lo mismo de siempre simplemente porque es “lo normal”? Como parte de una sociedad, considero que a todos nos atañe indagar en busca de una respuesta, por lo tanto, no me considero dueño de ella ni mucho menos, pero sí parte de ella.

Y es que cuando empezamos a hacer propias las atribuciones que nos dice la cultura, como por ejemplo cuando se habla del lugar donde nacemos y donde ha sido formada nuestra infancia, consideramos ser aquello que los demás ven como normal porque lo que dicen las estadísticas según el gobierno y la divulgación de los medios de comunicación de forma solapada es que: “El nacer en Concepción Arriba de Alajuelita hace a la población pobre, delincuente, o drogadicta, entonces esto es lo que les toca ser”. Entiendo que el lugar donde crecemos articula gran parte de nuestra estructura individual pero no marca el destino de nuestra vida, sino que nos “dice”, de cierta forma, cómo deberíamos ser; a esto me refiero cuando pregunto ¿qué es lo normal? ¿Acaso es que ya se nos hizo normal ver jóvenes sin educación y con problemas de drogadicción asaltando para tener una mejor calidad de vida con la venta y el consumo de lo que obtienen? “El pan de cada día” dicen algunos, pues ese pan ni con agua dulce sabe bien porque no queremos ver que esta población tal vez olvidó, o nunca se le enseñó, que el tener está distanciado del ser: justamente lo que nos venden ahora las campañas publicitarias proponiendo productos para “mejorar nuestra calidad de vida”.

El tener nos ha convertido en sacos llenos de preocupaciones al crear necesidades, de esas que hacemos tan propias que llegamos a considerar normal el hecho de adquirir cuanto “chunche”  sea posible para satisfacer un “gustito” ¡ah! Pero perdemos el control cuando percibimos que ese saco ya no soporta más, y claro, buscamos culpables y madreamos al gobierno (“LuisGui”), al narcotráfico, al vecino que se pasa quejando, o al compa que pide las “tejitas” en la esquina y no busca un trabajo. ¿Acaso es en esto en lo que nos hemos convertido? Si de gran forma somos así, es porque así nos hemos construido desde hace mucho tiempo y de la misma forma podemos modificar esa estructura de pensamiento. No somos de concreto.

Me considero ser parte de la respuesta porque prefiero desaprender todo aquello que una vez me dijeron que es “lo normal” según el país donde vivo y que por lo tanto me lo tengo que aguantar. Soy parte de la respuesta porque he decidido aprender a buscar maneras de cómo evitar ser un depósito de basura debajo de este “embudo cultural” para empezar a conocer el potencial que tienen las “comunidades olvidadas”, y que el gobierno prefiere no volver a ver, para ser de esos anormales que de alguna forma aportan algo de sí a lo que aquellos escenarios en blanco requieren: servicios de ayuda, oportunidades, escucha, y sobre todo, prevención a todos esos problemas que muchos de nosotros hemos llegado a considerar “normales”.

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