“El discurso determina los hechos individuales o colectivos así como la acción formativa que moldea la sociedad y que, de este modo, ejerce el poder.”
Siegfried Jäger
El 2 de octubre comenzó oficialmente la campaña electoral en el país. Desde ahora y hasta febrero, cada candidato y candidata así como los partidos recurrirán a múltiples estrategias con la finalidad de persuadir y entusiasmar a la población para obtener su voto y lograr la meta: la presidencia o la diputación. Sin embargo, se olvida que también establecen los temas importantes −para ellos−, en torno a los cuales se organizarían la sociedad y el desarrollo del país.
Entre los recursos de que disponen los partidos se encuentran prácticas y productos comunicativos como anuncios televisivos y radiales, volantes, plazas o debates públicos. Cada partido escoge un tipo de votante a quien le dirigirá su mensaje. Además, echa mano a diferentes estrategias discursivas (formas de construir y presentar el mensaje), con el fin de que el electorado construya una imagen de los candidatos; para conseguir esto presenta, modifica e, incluso, oculta aspectos importantes de sus ideas y programas de gobierno.
De esta manera, si queremos un electorado (in)formado y capacitado para una decisión crítica, necesitamos que conozca y reconozca, entre otras cosas, el público meta y los mecanismos que se utilizan para atraer sus votos.
Al parecer, para muchos partidos y personas que se dedican a la política, el periodo electoral es el único momento en el que los ciudadanos son considerados como actores políticos. De esta manera, estas prácticas y productos políticos comunicativos, por un lado, parecen ser acciones políticas en los que el resto de la ciudadanía participa (o se quiere que participe); y, por otro lado, constituyen aspectos fundamentales de la cultura política de un país.
Por ejemplo, en este periodo se evidencia la imagen que tienen los partidos sobre los ciudadanos como actores políticos. Es así que podríamos preguntarnos, ¿cuál sería la cultura política imaginada, por los partidos y agencias, de los votantes a quienes están dirigidos anuncios como “vote por el menos malo” de la última campaña? A su vez, ¿qué se puede esperar de este tipo de candidata o candidato? ¿Hay relación entre el tipo de anuncio y las posteriores prácticas políticas de los candidatos? ¿Qué tan influenciadas están las campañas políticas por la publicidad tradicional?
Para contestar estas y otras preguntas y alcanzar ese anhelo de un electorado (in)formado y crítico, requerimos de información que nos permita complementar nuestras apreciaciones. Es así como entre miembros de la Delegación nacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso (ALED-Costa Rica) nació la idea de esta columna, la cual analizará y explicará distintos elementos del discurso electoral de nuestro país.
Creemos que las herramientas de los estudios del discurso permiten revelar y aclarar aspectos importantes del entramado discursivo de este periodo electoral.
Solo nos queda invitarlos a seguir a RAJATABLA