Empobreció a los mexicanos y enriqueció solo a un pequeño grupo conformado por 300 empresas
Alberto Arroyo: «Los TLC están por encima de nuestras constituciones políticas. Cuando los suscribimos los conflictos se dirimirán en tribunales internacionales según la letra menuda que se haya firmado».
Ensanchamiento de la brecha entre pobres y ricos, traslado de la riqueza al sector más favorecido de cada país así como incremento de la explotación de los recursos naturales, son las consecuencias graduales de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Centroamérica y los Estados Unidos.
El economista y filósofo Alberto Arroyo, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) resumió para UNIVERSIDAD las principales adversidades que enfrenta su país natal con grandes similitudes si Costa Rica suscribe ese convenio tal y como se ha venido negociando.
Un extracto de la entrevista efectuada la semana anterior con este experto, quien fue traído al país por el Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (INFOCOOP), revela lo que podría marcar el destino de Costa Rica para las próximas décadas.
¿Por qué le parece necesario no aprobar este TLC?
– Las reglas de los TLC no permiten hacer que las ventajas de la exportación y de la inversión extranjera se desparramen al conjunto de la economía. Por tanto, no sirve de nada exportar demasiado y atraer esa inversión. El «logro»: obtuvo $152.000 millones por este concepto. La economía creció en promedio 0,96% respecto del PIB por habitante -los bienes y servicios totales creados por un país.
Es así como el sector exportador de industria moderna no esté conectado con el resto de la economía, se convierte en una isla pequeña exitosa.
Entonces cuando a ellos les va bien no le va bien a nadie más, son aproximadamente 300 empresas en un universo de 6 millones de compañías. Son las altamente exportadoras que ganaron.
Para colmo, el TLC vuelve ley que los artículos puedan no conllevar componentes del país. En compras de la nación, por ejemplo, apenas el 2,99% de sus componentes es mexicano -sin contar la mano de obra-. La industria de manufactura, que no es de zona franca, incluyendo la mano de obra, es del 30%, metiendo la zona franca con mano de obra es del 21%, prácticamente da igual.
En el caso de la inversión extranjera ya compraron prácticamente todos los bancos y las grandes cadenas de comercialización.
Ya desintegraron las cadenas productivas, a cambio de nada porque no está creciendo la economía ni generando empleos, ni bienestar para la población, no solo en reglas de origen sino también en el capítulo de inversiones, de propiedad intelectual y la letra chiquita del tratado.
¿Qué consecuencias tuvo para el ciudadano común mexicano la firma de un TLC?
-Los salarios venían bajando cuando comenzó este modelo de apertura. El sueldo mínimo en este momento es de un 25% de un poder de compra que, como su máximo histórico corresponde al de 1976. También durante estos años del tratado -nueve, va para 10 de vigencia- siguió bajando, alrededor de 18% ó 20%. Es verdad que algunos pequeños sectores comenzaron a mejorar los salarios pero nada como para que en los tiempos de TLC significara un balance positivo.
Además, el 89% de los patronos no cumplen con las mínimas prestaciones de ley según datos oficiales. Incluso del trabajo formalmente asalariado el 49% no cumple con las prestaciones de ley. Entonces, se precarizó el empleo.
Por otra parte, la gran promesa era que se iba a traer gran cantidad de mercancías y que iban a bajar los precios como consecuencia de una supuesta gran competencia.
Esto no fue cierto porque cuando llegó la mercancía de Estados Unidos y ubicó los precios según esté el mercado mexicano, obtuvo máximas ganancias. La gente va a tener disponible «todas las mercancías del mundo» pero no las va a poder comprar.
En Costa Rica prácticamente se desmanteló el subsidio agrícola mientras que Estados Unidos ayuda diariamente a sus agricultores en $1.000 millones. ¿Nos sucederá igual que los mexicanos cuyos productores se vieron arruinados?
– En el caso de Costa Rica será incluso peor porque la economía costarricense vive muchísimo de la agricultura, en México es apenas el 20% si bien el impacto fue muy grande.
En México el gobierno sabía que estaba sacrificando al sector agrícola pero esperaba que fuera absorbido por el empleo generado en la industria, pero eso no sucedió.
Hay un dato contundente. ¿Quieren ver el fracaso? Fíjense nada más en la cantidad de migrantes que hay: ¢14 mil millones enviaron desde Estados Unidos a México en remesas. Incluso, se generó en México una gran discusión técnica entre los estadísticos de por qué no salió la población que se esperaba y es que en realidad miles están fuera.
Pese a esas observaciones que usted hace, nuestros negociadores aseguran que el TLC es un modelo que trae desarrollo. Incluso, nuestro presidente, Abel Pacheco, también lo repite. ¿Es esto así?
-No. Fue un éxito para núcleos muy específicos. En el caso mexicano quienes tuvieron éxito fueron el sector financiero -la población de capital especulativo-, el sector exportador de manufacturas -muchas de ellas son maquiladoras- así como los intermediarios de importación y exportación -quienes importan los productos de consumo final para venderlos en la cadena productiva comercial de los mexicanos-.
Luego se favoreció el altísimo turismo con cadenas internacionales; el país sigue perdiendo patrimonio nacional porque privatizó casi todo a cambio de nada.
Para peores, la deuda no ha bajado, ha crecido, el sector campesino es el más dañado.
¿Qué consecuencias trajo el tratado en el tema laboral, ambiental y de propiedad intelectual?
– Hay que tomar en cuenta que el agua es el negocio del futuro. Cuando se comenzó a negociar el NAFTA (Tratado Norteamericano de Libre Comercio para las Américas, por sus siglas en inglés) todavía no era un tema tan fuerte y Canadá estaba peleando fuertemente el negocio del agua porque tiene grandes lagos. Hay un convenio establecido con Estados Unidos que estuvo presionando mucho.
Entonces, eso ayudó que no sea explícito lo tea del agua, aunque están los servicios y en general las inversiones y el tópico entró. Creo que con los tratados posteriores al NAFTA, el agua va a ser comercialmente más importante.
En el caso del ambiente se firmó un acuerdo paralelo en esta materia, es más un convenio de maquillaje que de realidad, tiene pocos mecanismos para hacerse valer a diferencia del resto.
El apartado ambiental es menos malo que lo laboral.
En cuanto al tema de propiedad intelectual siento que Estados Unidos tiene un «plus» respecto del NAFTA. Por las discusiones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) uno ve claro que cada vez quiere más que lo logrado en el NAFTA.
El sector público produce directamente medicinas genéricas, que no se están comercializando, que son gratuitas, esto es lo que ellos querían bloquear.
Paga patente cuando todavía están vigentes las licencias, pero la producen directamente ellos y esto baja los costos. Lo que ellos querían era quitar esto y acaparar el arancel.
En todo caso, el sistema de seguridad social en México está quebrado, con una situación financiera insostenible, pues pasó a pagar las medicinas al doble.
Los otros temas complicados y que por lo visto en Costa Rica no se tomaron suficientemente en cuenta respecto de propiedad intelectual son la transferencia de tecnología y la protección de la propiedad intelectual, porque si solo se protege esta última y no la tecnología, se perpetúa el subdesarrollo.
Estos tratados solo ven los derechos del inventor. En México hubo un cambio muy importante: el derecho era del inventor como tal y según la legislación sajona ahora es de la compañía para la que se trabaja. Entonces, no están propiciando la creatividad humana, solo el negocio puro.
¿Se puede negociar con Estados Unidos sin un TLC?
– Creo que se deben crear las condiciones políticas para eso. Negociar como lo está haciendo América Central es el peor momento de correlación de fuerzas, son las economías más pequeñas y débiles. Se debió haber logrado una integración centroamericana más plena en el pasado, negociar como bloque, pero todavía puede hacerse algo en el ALCA (Área para el Libre Comercio de las Américas), hay posibilidades de alianzas. Brasil se está resistiendo.
Si el TLC no se firma -no solo un país como Costa Rica sino toda Centroamérica- la derrota para Estados Unidos los va a obligar a sentarse a negociar en otros términos, sobre todo, en el tema de la biodiversidad, por la gran cantidad de agua que hay en la región y les interesa; políticamente es importante para ellos.
Pese al NAFTA, parece que en México se está dando un gran desvío de negocio con textiles hacia China, según la Cámara de Exportadores de Costa Rica. En todo esto, ¿qué papel juega Europa y China?
– América Latina se ha convertido en la zona de disputa de Estados Unidos y Europa. El Cono Sur tiene una relación muy grande con Europa y Costa Rica también puede jugar con eso.
Pero se pueda hacer algo aún después de la próxima Octava Ronda que toca a este TLC. Si se extienden las conversaciones y se va el asunto después de las elecciones en Estados Unidos es un año en que se puede ver qué pasa con el ALCA y con la OMC. Sin embargo, se necesita de una valentía política muy grande y acuerdo con otras naciones centroamericanas.
Personalmente creo que los partidos políticos no tienen esa voluntad pero los pueblos sí están haciendo alianzas. Existe el Bloque Popular Centroamericano y el Foro Mesoamericano mediante los cuales se está dando un trabajo común.