El lunes 30 de agosto hubo una marcha de los sectores sociales hacia la Casa Presidencial.
Un gobierno sin capacidad de diálogo, de negociación ni de resolución de conflictos, son mencionados por varios analistas como los factores estructurales que provocan en el país las crecientes protestas sociales de los últimos días.
«El sistema no está funcionando porque la clase política no está escuchando las demandas de los sectores sociales y el sistema democrático funciona siempre y cuando los representantes las canalicen adecuadamente», aseguró el sociólogo José Carlos Chinchilla Coto, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional en Heredia.
Con el fin de que analizaran la coyuntura social surgida en los últimos días, este Semanario consultó a Chinchilla Coto; a la profesora y exdirectora de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica -Juany Guzmán; y al docente en sociología de esta misma institución y director de la Comisión de Derechos Humanos de Centroamérica (CODEHUCA) -Daniel Camacho-.
En opinión de Chinchilla Coto, «tenemos un problema estructural, en tanto la clase política no ha asumido el papel que le corresponde y los partidos políticos son cada vez menos representativos de la diversidad de intereses. Esto genera un problema que ahora es un caso, y mañana será otro».
A lo anterior, Chinchilla Coto sumó el hecho de que el sistema político no esté ajustado a las nuevas demandas de la ciudadanía y no cuente entonces con un mecanismo de consulta popular como el referendo.
Recordó que en el pasado los partidos políticos canalizaban prácticamente todas las inquietudes de las personas y de los grupos de interés. Sin embargo, ahora dichas agrupaciones se convierten en un simple andamiaje para los propósitos políticos personales de algunos dirigentes, quienes solo se acuerdan de los sectores sociales durante los procesos electorales y no canalizan los proyectos sociales.
En este contexto, el sociólogo indicó que «estamos frente a una institucionalidad que no es lo suficientemente ágil y adecuada para los nuevos tiempos, en donde ya no hay partidos políticos, ni políticos que representen los intereses de la gente».
LAS PROTESTAS
En cuanto a los motivos que han llevado a la población costarricense a protestar en las calles, Chinchilla y Camacho coincidieron en que lo relacionado con Riteve es solo un detonante para la movilización social; es apenas la punta del iceberg de un descontento que surge básicamente de la clase media, puntualizó este último.
Camacho agregó que la clase media es educada y con ciertos recursos; entonces, al ver que bajan sus condiciones socioeconómicas se vuelve muy beligerante, incluidos grupos tradicionalmente conservadores.
Por su parte, Chinchilla detalló que en un principio eran solo los camioneros quienes protestaban, pero después se unieron otros sectores con inquietudes más difíciles de resolver, como la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y el reajuste salarial.
Las dos últimas demandas las ve Chinchilla más complicadas, pues el Gobierno ha sido incapaz de entrar en una negociación real. «El Gobierno está a destiempo y debió actuar desde mucho tiempo antes, -por ejemplo- la iniciativa del ministro de Transportes (Javier Chaves) de enviar a la Contraloría la revisión del contrato de Riteve, es algo que pudo negociarlo desde hace días».
El sociólogo llamó la atención de que las soluciones hay que plantearlas a tiempo, pues «cuando el sistema institucional no funciona, la gente sale a las calles porque no encuentra cómo manifestar su descontento», y hay que entender que cuando esto ocurre está en problemas toda la sociedad.
Mientras tanto, Camacho calificó de rígida la posición del Gobierno y de provocadora. «A veces uno piensa si no tendrá algún interés político esa provocación», advirtió.
En su criterio, el Gobierno está dominado por un grupo muy cerrado, neoliberal, y lo único en lo que piensa es en la apertura comercial; en lo fiscal no les interesa tener más recursos para la parte social, sino para mejorar simplemente las condiciones macroeconómicas.
En la situación actual -añadió- el conflicto se ha exacerbado porque se han visto afectados por los paros sectores como el turístico y el exportador.
Según el analista, era previsible que apareciera la violencia, y si no ha llegado a más es porque no ha habido resistencia por parte de los sectores sociales. En este sentido, ha existido una lectura adecuada de la población, ya que la violencia solo va a generar más agresión, aunque en cualquier momento podría haber algo que la dispare.
SALIDAS
Para Chinchilla Coto, frente a los problemas estructurales, hay que desarrollar una agenda de discusión y de soluciones. Más que buscar una salida inmediata a la situación actual, se debe encontrar una por el fondo, con muestras claras de que hay voluntad política para hacerlo.
Un ejemplo de buena voluntad sería que Riteve elimine el cobro por reinspección de los vehículos, que se devuelva a sus dueños los camiones decomisados en los bloqueos, que se analice la opción de mejorar el aumento salarial, y que se diseñe la forma en que se negociará el TLC.
El sociólogo comparó el malestar de la población con un río que momentáneamente puede cambiar de dirección o contenerse. Pero, en algún momento se puede desbordar, y por eso es importante que el Gobierno sea diligente y prevenga esta situación. «Es importante que todos negociemos y que nadie se quede sin actuar».
Un planteamiento similar hizo Camacho, para quien el Gobierno debe cambiar su modelo de gestión, tal como lo hizo el exmandatario Miguel Ángel Rodríguez después del llamado «combo eléctrico», al modificar sus líneas políticas.
Por otro lado, la politóloga Juany Guzmán criticó al Gobierno por preocuparse nada más por impulsar proyectos como el TLC y la reforma fiscal, sin desarrollar un plan paralelo de cómo mejorar las condiciones de vida de la población o de encontrar mecanismos que le dé participación en las negociaciones de los temas en discusión.
Acerca del deterioro en la calidad de vida, la analista expresó que esto no es solo una percepción de las personas, ya que hay indicadores que así lo demuestran.
Aparte de los proyectos que adversan numerosos sectores, como el TLC y la reforma fiscal, Guzmán aseveró que se junta también una sensación de desconfianza hacia la capacidad del Gobierno no solo de negociar, sino de cumplir con acuerdos tomados.
«Me preocupa que el Gobierno no haya leído correctamente toda esta coyuntura y crea que las protestas son obra de un grupo de agitadores que ha embarcado a la gente, como lo dijo el Presidente. Pienso que -a diferencia de otras manifestaciones- hay un mayor apoyo al movimiento, a pesar de que no todos participan en los paros».
«Se cree -agregó Guzmán- que se puede atacar un efecto desarticulando de manera momentánea y con el uso legítimo de la fuerza a un movimiento; pero, esto no resuelve el problema, y la molestia o las demandas se mantienen».
Frente a esto, el Gobierno debe abrir espacios para la concertación con los diferentes sectores y con una agenda que prevea distintos plazos de negociación y solución.