«Nos preocupa que el TLC no ha sido demasiado discutido en el nivel popular. Como ciudadanos tenemos el derecho de conocer todo lo que se refiere a compromisos, especialmente si se refieren al futuro», dijo el Cardenal Óscar Rodríguez.
Serias advertencias por los efectos que sobre los productores del país y la ciudadanía podría tener el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Centroamérica y Estados Unidos, además de fuertes cuestionamientos sobre los intereses que mueven este convenio, manifestó el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga.
El prelado, de quien se rumora sería el candidato por Latinoamérica para renovar el papado una vez que Juan Pablo II deje su mandato se mostró muy crítico sobre este convenio comercial que considera negociado con una sospechosa premura y el cual encierra, a su criterio, intereses de grandes naciones.En una entrevista con UNIVERSIDAD, el sacerdote puntualizó por qué cree inconveniente firmar el TLC como se suscribió (Ver nota aparte: «Directo, gentil y culto»).
También fue muy puntual en responder temas espinosos para la Iglesia Católica como las denuncias hechas en EE.UU. y en Costa Rica sobre abusos deshonestos cometidos por clérigos pedófilos o de distintas orientaciones sexuales.
¿Cuál es su posición sobre la forma cómo se negoció el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Centroamérica y EE.UU. y el posible impacto en los sectores populares?
– Tenemos el Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC) y hemos discutido este tema desde el año antepasado. Una de las cosas que nos preocupa es que esto no ha sido demasiado discutido en el nivel popular. Como ciudadanos tenemos el derecho de conocer todo lo que se refiere a compromisos, especialmente los que involucren el futuro. No sabemos si este TLC tiene algunas obligaciones más de las que se hablan, por ejemplo, ni cuánto tiempo va a durar.
Se supone que va a ser para siempre.
– Exactamente. Pero eso no se le ha dicho al pueblo. Ni tampoco si el TLC estará por encima de la constitución política de cada república. Es preocupante porque, a lo mejor, con buenas intenciones se pueden estar contrayendo obligaciones que después tendrían repercusiones muy largas en la historia de los países.
Ignoramos si este pacto puede ser revocado o qué pasaría en caso de sanciones internacionales si hubiera dificultades o cambios. Todo esto nos deja interrogantes muy grandes.
En segundo lugar, desconocemos por qué la prisa de aprobar el convenio. Creo que cuando se trata de aprobar cosas de este estilo es mejor una buena discusión y conocer todas las implicaciones.
Luego he escuchado solamente cosas positivas de este tratado y yo digo, de tan bueno no hay tanto. No es posible que estos acuerdos comerciales tengan solo aspectos positivos, deben tener también inconvenientes que deben ser discutidos en forma abierta.
¿Cuáles inconvenientes tendría? Los agricultores en México, que sumaban cerca del 20% de la población se vieron arruinados luego de 10 años de estar vigente un acuerdo comercial entre ese país y los Estados Unidos (NAFTA).
-Y lo que hemos escuchado también de los hermanos obispos de Canadá es que tampoco allí esto ha sido una panacea. Aseguran que muchas pequeñas industrias han desaparecido. Otra de las preocupaciones es esta globalización que tiene un fuerte énfasis en lo económico y conlleva una cuestionable desarmonía.
¿Considera que ha habido términos de igualdad entre las partes en dicha negociación o existen asimetrías injustas desde el inicio?
-Hay desigualdad y, por otro lado, sé que de Costa Rica participaron algunos parlamentarios en las discusiones del TLC, pero no me consta que haya sido así en otras naciones de Centroamérica. Entonces, si los congresistas son los que tienen que aprobar algo y no se hizo así en su mayor parte, ¿con cuál conocimiento de causa hablan, si se negocia solo entre expertos y a veces se llegan a acuerdos unilateralmente? Es cierto, se ven algunas ventajas económicas pero no se analizan todas las implicaciones. Considero que esas prisas por aprobarlo no son buenas.
¿A qué atribuye esa prisa?
-Ya quisiera tener yo la respuesta, pero esa es una de las interrogantes, ¿por qué razón, si son cosas que se han visto las consecuencias en otras partes se tiene tanta prisa en aprobar el TLC?
Además, hemos escuchado bastantes objeciones de los hermanos obispos de Suramérica, especialmente de Argentina.
No todo lo que brilla es oro y ellos ven que es un problema cuando se quiere negociar tratados así, sin que haya suficiente integración. Considero que en Centroamérica esa es una de nuestras debilidades, no podemos decir que tenemos un nivel de integración adecuado para responder a este tipo de tratados.
¿Qué dicen los sacerdotes de Chile donde también se firmó un importante Tratado con Estados Unidos?
-Con ellos no hemos tenido mayor contacto, pero ciertamente hay muchas preocupaciones, porque la pobreza aumenta en distintos países de Latinoamérica.
Sin embargo, el equipo negociador costarricense habla de que el TLC es un modelo de desarrollo, que implica cosas buenas y no impactará de manera funesta a los agricultores. Ahora usted nos cuenta esa otra realidad de lo que pasó en otras naciones. ¿Estima que ellos esconden cosas?
-No creo que escondan, lo que pasa es que no se discuten abiertamente y uno de los asuntos es este: si es un modelo de desarrollo, ¿por qué tiene que ser impuesto unilateralmente? Porque no sabemos si es «el modelo» que le convenga a nuestra área. Por otro lado, si no ha sido discutido convenientemente, ¿por qué imponer un modelo de desarrollo? Me parece que todo esto deja muchas interrogantes que antes de suscribirse el acuerdo, deben dilucidarse.
¿Visualiza algún mecanismo para que los ciudadanos puedan participar en este debate y una toma de decisión que influirá su vida futura?
-Me parece que ese es el modelo democrático. ¿Quiénes son los parlamentarios? Los representantes del pueblo y, por consiguiente, si no consultan a sus bases, no representan lo que dicen. Este es un punto que en nuestras democracias es bastante débil. Vemos que la ciudadanía tiene acceso a sus parlamentarios y fácilmente podrí9a expresarle sus opiniones. Si ellos no responden a las inquietudes, no serían reelegidos.
La democracia tiene que fortalecerse en todos los aspectos, no solo en lo referente al tratado comercial.
¿Qué opina de la postura tan crítica que tiene la Pastoral Social de la Iglesia Católica de Limón y Pérez Zeledón frente al TLC, sobre todo porque les preocupa que los agricultores y campesinos de estas regiones vayan hacia la quiebra?
-Eso es un denominador común en toda Centroamérica. ¿Por qué? Porque tenemos una perspectiva mucho más humanista; no podemos reducir el ser humano a lo económico. Y como decía el Señor Jesucristo: «El sábado es para el Hombre y no el Hombre para el sábado». La economía es para el ser humano y no el ser humano para la economía. Esta ciencia es de un valor muy importante pero no es el único y precisamente nos preocupa una globalización con exclusión. Esto es uno de los puntos que nos deja interrogantes: por ser Centroamérica un área bastante pobre, basada en la agricultura, en un modelo de desarrollo que de paso, no se ve muy claro cómo puede haber libre comercio con proteccionismo para los productores de Estados Unidos y cómo sí hay apertura para los artículos agrícolas. Lo que va a ocurrir es lo que veo que pasa en mi país: el azúcar producido en esa nación norteamericana, como es subsidiado, es mucho más barato que el producido en Honduras y, por consiguiente, los cañeros y toda la industria azucarera está destinada a desaparecer.
Entonces, ¿cuál debería ser la estrategia en el istmo donde existe gran desigualdad socioeconómica y en este nuevo orden mundial con tanto énfasis financiero en dichos tratados?
– Precisamente recordar la primacía del ser humano y sus valores por encima de los intereses, porque tristemente detrás de todo esto están intereses que favorecen a un grupo de países y no se construye una justicia social para todas las poblaciones. ¿Qué va a ocurrir? Que entonces posiblemente a Centroamérica le queda nada más lo que le tienen miedo las grandes potencias: exportar inmigrantes ilegales y droga – o transportarla, que es uno de los problemas más serios que vivimos -.
¿Cómo puede ayudar la Iglesia a las personas para que den una lucha y enfrentar de la forma más conveniente esos tratados de libre comercio?
– Simplemente enfatizando los valores a que nos llama el Evangelio, la verdad. Si son cosas verdaderamente positivas no hay necesidad de ocultar nada, ni de negociar aprisa.
Pero algunos académicos y católicos desencantados cuestionan el fuerte ligamen que la Iglesia ha tenido con sectores poderosos políticos y económicos en el istmo. ¿Cómo modificar este hecho que tiene sus antecedentes históricos en la historia humana?
-Ese tipo de afirmaciones no tienen sustento en nuestro continente. Tal vez sucedió en la antigüedad, en siglos anteriores, pero desde la Conferencia de Medellín la postura de la Iglesia Católica es muy clara y diferente.
La Iglesia Católica atraviesa por una crisis innegable, existe una controversia por los casos de sacerdotes pedófilos, heterosexuales o gays quienes usan su posición de poder para abusar de niños, adolescentes y adultos. Costa Rica no es la excepción. ¿Qué opinión le merecen estos abusos cometidos por algunos de ellos?
– Lógicamente, como ha dicho el Santo Padre, Juan Pablo II, no hay lugar en el ministerio sacerdotal para personas con este tipo de problemáticas. Ahora bien, en este tema entra mucho una especie de persecución por parte de algunos medios informativos porque es un recurso para callar la voz moral de la Iglesia. Ésta es la única iglesia que se ha mantenido crítica de la cultura de la muerte frente al aborto, de todo este tipo de manipulaciones económicas para imponer una ideología.
Obviamente, desacreditar a los ministros católicos es un recurso bastante común. No niego que se den esos hechos, somos seres humanos, pero no es algo exclusivo del ministerio sacerdotal. He tenido información de muchos estudios que se han hecho. La mayoría coincide en que los abusos de niños se dan en la propia familia, por parte de maestros, pero eso no se publicita. En las demás denominaciones religiosas se dan estos problemas, y en abundancia, pero eso tampoco es noticia. ¿Por qué? Porque la Iglesia Católica no se acomoda a las cosas que el Mundo está pidiendo.
Periódicos serios como The New York Times han denunciado que prelados católicos pedófilos fueron reubicados en distintas iglesias durante décadas en los Estados Unidos, en lugar de ser sancionados, limitados o inhabilitados para su cargo. En Costa Rica también se han dado casos recientes.
-Diría que este es un tema complejo y que The New York Times tampoco es tan serio porque acuérdese que tuvo que renunciar su director porque un periodista estaba mintiendo.
Lo que sucede es que estamos inmersos en una cultura que busca la venganza.
¿Pero venganza específicamente de quién y por qué?
-Precisamente cuando hay una persona que ha cometido delitos, hay algunos de estos que prescriben, pero no es lo que sucede ahora. La prensa ha hecho investigaciones de cosas que pasaron hace 40 años, incluyendo a personas que están muertas y sepultadas. Entonces uno se pregunta: ¿por qué esa saña?
Algunos piensan que la Iglesia Anglicana es más abierta y que cuando no esté en funciones el Papa Juan Pablo II la Iglesia Católica se enfrentará al reto de modernizarse y sobrevivir o seguir igual, perder fieles y retroceder.
-¿Qué quiere decir ser abierto?
Que los padres se puedan casar. Recientemente ordenaron un obispo que es abiertamente gay, o sea, se trata de aceptar la condición humana que es algo básico y un derecho humano en todo el mundo indistintamente de posiciones u ocupaciones.
-¿Eso es ser abierto o complacer al mundo? Porque el Evangelio dice muy claramente: «ustedes no son del mundo». «Si ustedes fueran del mundo, el mundo los aceptaría. Pero como no lo son, el mundo los odia».
Creo que el día en que el Evangelio pierda su mordiente se convertirá en una ideología que ya no tiene nada que decir.
Directo, gentil y culto
Alto, de figura delgada y muy gentil, con un modo correcto de hablar y sumamente directo, el Cardenal de Honduras y Arzobispo de Tegucigada , Óscar Rodríguez estuvo en el país la semana pasada para dar charlas a futuros sacerdotes, como parte de una jornada anual de ejercicios espirituales. En ella participaron integrantes de la Pastoral Social de la Iglesia Católica de Limón y Pérez Zeledón.
* Él tuvo una amplia participación en ese encuentro efectuado en la Casa Pastoral Madre Inés -de la Congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento- ubicada en Moravia, donde atendió a UNIVERSIDAD en medio de su ajetreada agenda.
* Este sacerdote tiene 62 años y es considerado como uno de los más formados en material social, así como económica, en la jerarquía católica de Latinoamérica.
* El Papa Juan Pablo II le ha encargado estudios especiales para sustentar la petitoria de condonación de la deuda externa que agobia a los países pobres del Tercer Mundo. Esta labor la ha hecho en parte como presidente del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC) fundado en 1955.
* Rodríguez habla a la perfección el alemán, italiano, inglés y su lengua natal, el español.
* Tiene gran vocación musical y gusta tocar de algunos instrumentos. Además, posee amplios estudios en bioética.
* Niega, con sencillez, que pueda ser candidato para la sucesión del actual Papa. «Cualquier cardenal es posible candidato», afirmó y agregó que prefiere concentrarse en su labor diaria.
* Se ha distinguido por su ayuda directa a los sectores más pobres y transmite parte de su mensaje eclesial mediante una televisora de Tegucigalpa (Honduras)
«Es un gran humanista»
El Arzobispo de San José, Hugo Barrantes Ureña estima que el cardenal Óscar Rodríguez es una figura de gran renombre y talento en el clero católico de América Latina y El Vaticano.
Aseguró que lo conoció desde que estaba en formación como sacerdote, ya que le dio clases. «Es un prelado de alto nivel, con una cultura exquisita, muy humano, de una gran experiencia pastoral. Ha trabajado directamente con grupos marginales y también ha luchado mucho para que se cierren las enormes brechas sociales en Latinoamérica», destacó.
Barrantes fue nombrado como el sexto arzobispo de San José (Costa Rica) en 2002.