Choque de intereses perjudicó movimiento: Desunión pasó factura a partidos progresistas

Los partidos más progresistas de oposición perdieron la oportunidad de obtener puestos de poder en las elecciones del 7 de febrero debido a que

La falta de articulación y liderazgo provocó que los partidos opuestos al oficialismo no obtuvieran grandes puestos de participación en los comicios electorales.

Los partidos más progresistas de oposición perdieron la oportunidad de obtener puestos de poder en las elecciones del 7 de febrero debido a que cada uno efectuó esfuerzos por separado y las alianzas llegaron a destiempo, aseguraron especialistas a UNIVERSIDAD.

Así, después de un duro golpe que le costó a los movimientos progresistas la obtención de puestos en el nivel provincial y cantonal a los que aspiraban, las fuerzas tradicionales perpetuaron su poder, llegando a los primeros lugares.
Con casi todas las mesas de votación contabilizadas, los partidos Frente Amplio (FA), Alianza Patriótica (AP) e Integración Nacional (PIN) sumaron cerca de 0,7% de los sufragios. Estos dos últimos obtuvieron votos a pesar de que sus candidatos se retiraron para dar su apoyo al aspirante del Partido Acción Ciudadana (PAC) Ottón Solís, en una coalición de hecho presentada semanas antes de las elecciones. A su vez, Accesibilidad sin Exclusión (PASE), una agrupación que defiende la agenda de la inclusión de las personas con discapacidad y adultos mayores, logró casi 2 puntos porcentuales.
La lucha por puestos en la Asamblea Legislativa tampoco mostró un avance para dichas agrupaciones, ya que de las primeras tres, solo el Frente Amplio logró colocar a un candidato, José María Villalta, en una curul.
La revelación de la jornada fue la obtención de cuatro lugares en Cuesta de Moras del partido del legislador y excandidato presidencial Óscar López, del PASE, grupo que también se negó a participar en la alianza.

DISGREGACIÓN DESFAVORABLE

La idea de una coalición que llamaba a unir a los partidos políticos que hace dos años estuvieron contra la aprobación del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (TLC) se vio diluida por una alianza que reunió a tres agrupaciones y que al final tuvo dificultades para progresar, explicó el politólogo Fernando Zeledón.
Lo que en su momento fue capaz de unir a diversidad de movimientos que rechazaban el acuerdo comercial, para las elecciones del 2010 fue imposible de alcanzar.
“Es un fenómeno que sale de la oposición que no logra cristalizar. Se ensaya una alianza al final que Eugenio Trejos, candidato del FA, considera tardía, y los liderazgos de estos partidos al final no hicieron variar enormemente el resultado de las elecciones”.
Aseveró que la unión surgida a última hora para enfrentar el poder neoliberal y a los candidatos de derecha, Laura Chinchilla (presidenta electa) y Otto Guevara, no sumó desde el punto de vista electoral, y que es más probable que haya restado debido a que no fue un elemento que se construyó con dedicación, sino que se presentó casi al final.
Zeledón comentó que la presencia de esos dirigentes no pesó, ya que no consiguieron encauzar a la población que estuvo en contra del tratado en un objetivo común. Afirmó que el mismo rector no era un aspirante que pudiera mover a la ciudadanía como lo habría hecho el dirigente del FA José Merino. Su candidatura, prosiguió “no sumó ni restó a lo que había obtenido ese partido”.
La escasa obtención de lugares en el Congreso se debió a que no todos los sectores sociales tenían las mismas preferencias y sus diferencias les impidieron reunirlos, lo que provocó que se “desgranaran” en el momento de las elecciones. 
“Los grupos progresistas tienen un enorme reto de trascender diferencias internas y construir con mayor tolerancia un planteamiento conjunto. En luchas como la ecologista sí se aglutinan, pero para puestos electorales están dispersos, es una dinámica que requiere muchísimo trabajo y nuevos y diferentes liderazgos”, señaló.
La socióloga Montserrat Sagot criticó que los candidatos de la alianza tripartita no eran líderes progresistas y que si bien es cierto Trejos representó la cara visible del No al TLC, fue evidente que no tuvo arrastre político, carisma ni trayectoria. En contraste, Solís sí contó con liderazgo, pero hizo una apuesta incorrecta “al no haber apelado a la base social de apoyo sino a complacer a sectores de derecha”, comentó.
“El apoyo de PIN y AP fue más que todo simbólico, pero si no hubieran efectuado la alianza les habría ido igual”.
Uno de los puntos en contra es que los simpatizantes respaldaron a un partido a la vez que había otros con una ideología similar, por lo que estos quedaban sin postulantes y electores. En consecuencia, los sectores progresistas se perdieron y los seguidores se dispersaron.
La docente universitaria manifestó que ya en la Asamblea Legislativa, el PAC y el FA son grupos minoritarios y no hay opción para nadie ni consensos si no se da una política de alianzas en temas específicos.
Los amarillos no consiguieron aumentar su presencia de un diputado, señaló, tanto por la misma alianza que le pudo favorecer al PAC para mover votos, como la falta de recursos económicos para comunicar su propuesta.
Asimismo, los cerca de 7000 votos para Walter Muñoz y Rolando Araya, a pesar de que renunciaron a su candidatura, mostraron que el elector común no percibió estas diferencias, estaba confundido y desconocía sobre las postulaciones.
“Es una lección durísima, si para los próximos comicios no unifican fuerzas, esta atomización producirá resultados que no serán buenos para nadie”.
Por su parte, Rotsay Rosales, politólogo, concordó en que la oferta electoral de la izquierda fue dispersa, lo que le generó incertidumbre y desconfianza a la ciudadanía.
“No se trata solo de tener un discurso anti statu quo sino que la propuesta de unión necesita reconocer la homogeneidad. Hubo intentos de articularse, pero pesaban más los intereses particulares de los partidos. Las personas apuestan a circunstancias de mayor certeza aunque no estén conformes”.
Aseveró que el poco auge de la izquierda se debió a la alianza extemporánea que pudo generar confusión y no garantizó la disciplina del electorado y que la distancia del Frente Amplio dificultó su éxito.
Coincidió en que la ausencia de un liderazgo carismático o llamativo perjudicó a dichos movimientos, pues la personalización de la política es un signo contundente que tiende a aglutinar a los y las habitantes en mayor medida.
Además, el fenómeno del quiebre del voto no significó que toda la población que escogiera a Solís apoyaría al FA en las demás papeletas.
También criticó que el sistema electoral costarricense está diseñado para favorecer a los partidos grandes por la forma en que se obtienen los resultados, lo que según sus palabras, premia a los tradicionales.
Una agenda común que convierta a estos sectores en una propuesta alternativa y que conlleve a una orientación estratégica, es vital para recuperar el terreno perdido, sin importar quién esté a la cabeza, manifestó el profesional.
En la gestión legislativa, Rosales vaticinó un panorama complicado y poco claro por la heterogénea conformación de la asamblea, ya que los minoritarios (sumando las agrupaciones cristianas Renovación Costarricense y Restauración Nacional) son agrupaciones de distinta naturaleza entre sí y no necesariamente conformarán asociaciones contra el oficialismo. “Será una negociación constante de temas particulares”, concluyó.
 

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