Figuras que por siempre parecieron verdiblancas han abandonado el PLN ante, dicen, la pérdida de valores éticos.
José Miguel Corrales, Luis Guillermo Solís, y Juan Manuel Villasuso aseguran que tuvieron que dejar el PLN por la pérdida de valores éticos en el partido.
¿Quien diría que en cuestión de meses el Partido Liberación Nacional (PLN) perdería algunas de sus figuras más tradicionales? Después de Luis Alberto Monge siguieron otros nombres como José Miguel Corrales, Juan Manuel Villasuso y Luis Guillermo Solís, quienes aseguran que se cansaron de luchar «desde adentro» por un verdadero cambio de rumbo en el partido.
Estos disidentes, que apoyan ahora al Partido Acción Ciudadana en el caso de Villasuso o al nuevo partido Unión Patriótica (UP) en el de Corrales, ahora aspirante presidencial de esta agrupación política, consideran que su anterior casa dejó de ser lo que era, perdió su norte, sus banderas y ahora es una simple maquinaria electoral al servicio de una sola persona. Solís se mantiene independiente en este momento.
Los tres expusieron sus razones para abandonar el PLN en un foro organizado por la Asociación de Prensa Extranjera (APEX), en el que, además, reiteraron la necesidad de construir nuevas opciones y cambiar el panorama político del país.
DEMOCRACIA EN CRISIS
El ex secretario general del PLN, Luis Guillermo Solís, explicó que la democracia en general está en crisis en el país, y que esto es reflejo de lo que ocurre a lo interno de los partidos.
«La calidad de una democracia debe ser medida por la capacidad no solo de acatar la voluntad de las mayorías sino de defender los intereses de las minorías. A los disidentes fácilmente se les llama traidores y desleales, esto muy alentado por los medios de comunicación en una clara muestra de conservadurismo, cuando en realidad solo están ejerciendo su derecho a no estar de acuerdo», dijo.
«Sin disidencia no puede haber avance ni desarrollo en un país».
Sobre sus razones para abandonar el PLN, indicó que la principal fue la falta de ética en la que cayó el partido liderado ahora completamente por Oscar Arias.
«Sigo creyendo y admirando la base social del PLN, donde hay gente buena pero frustrada por dirigentes, en todos los niveles, con las actitudes equivocadas, que ven el partido como un medio únicamente para favorecerse», apuntó.
«Me fui porque no creo, como se dice ahora que en la guerra, el amor y la política todo se vale. No todo se vale y mucho menos pasar por alto las irregularidades y el fraude que a mi me tocó ver».
«Es triste pero el partido que una vez me pareció indispensable para la democracia del país ahora me parece un problema para la misma democracia, por eso si tuviera que tomar otra vez la misa decisión la volvería a tomar», concluyó.
SIN BANDERAS CLARAS
Para Juan Manuel Villasuso las razones de su salida del PLN en noviembre pasado fueron muy similares: conflictos éticos con las nuevas directrices del partido, la existencia de un «fuerte clientelismo político interno, de una cúpula al servicio de un candidato y que evade su responsabilidad de actuar bien en asuntos de trascendencia nacional, y una profunda crisis interna que no responde a circunstancias específicas, sino al deterioro de las estructuras lo que impide recobrar las banderas esenciales que dieron vida al partido».
Villasuso destacó que mientras para unas personas, tal vez las de mayor edad, el PLN es «un sentimiento, una vivencia y una historia de vida, para otros -como él- Liberación era una causa, una lucha por los más débiles y a favor de la justicia social de acuerdo con los principios socialdemócratas, pero ahora, para quienes están adentro, el partido es un botín, una maquinaria electoral para obtener puestos, becas y licitaciones y todo tipo de beneficio para ellos mismos».
El analista explicó que después de la contundente derrota electoral del 2002 los miembros del partido se dieron a la tarea de reformarlo y salvarlo del deterioro con propuestas concretas para redefinir las banderas de lucha y abandonar el generalismo dominante y reforzar los principios éticos y hacerlos más vinculantes.
Sin embargo, cuando se avanzaba en ese camino, añadió, «la Sala IV nos dio el «bazucazo» de la reelección y el partido fue tomado por la «bichocracia». Todo terminó ahí, Liberación fue tomada por un pequeño grupo que dijo: el PLN es para que un señor sea presidente, acá no se cambia nada porque como están las cosas a mi me favorece, no hay Congreso ni nada y punto».
«El PLN de ahora quiere una socialdemocracia flexible, que les firmemos un cheque en blanco con la única garantía de que cuando el candidato sea presidente resolverá las cosas a su manera, pero hay cosas que deben saberse y decidirse antes, como si vamos a seguir en un Estado social de derecho o nos vamos a convertir en simples mercancías del mercado».
«No necesitamos que nos hables sobre cómo crear más riqueza, tenemos años en eso, necesitamos que alguien diga a quién va a llegar esa riqueza, cómo se va a distribuir y cuáles van a ser los instrumentos».
El próximo Congreso de Liberación, pronosticó, hablará únicamente de temas generales y evitará la profundidad y definición, pues con planteamientos superficiales no se molesta a nadie y no se pierden votos, que es lo único que importa en este momento.
NUEVA CASA DE LUCHA
José Miguel Corrales, ahora aspirante presidencial de UP, fue enfático en que abandonó el que fuera su partido por más de 40 años porque Liberación y la Unidad «se han repartido el país con la conspiración de la Procuraduría, la Contraloría y gran parte de la Sala Constitucional».
«En el PLN hay muchas cosas que necesitan cambiarse, pero la estructura es tan rígida que no se puede ni luchar desde adentro, por eso me fui», señaló.
«Ha sido muy penoso ver a Liberación renunciar a su propia democracia interna y rendirse a los caprichos de una sola persona que busca tener poder absoluto, impedir cualquier discrepancia e imponer su agenda aunque sea contraria a los intereses tradicionales del partido», añadió.
Corrales calificó al PLN de «antidemocrático» por su «autoridad vertical y sus acciones únicamente al servicio de las oligarquías nacionales y los intereses de las trasnacionales».
Por esas razones, decidió intentar una vez llegar a la presidencia; ahora desde una nueva trinchera, pues aseguró «me han atacado más fuerte que nunca, pero ahora como nunca mi voluntad y mis principios son más fuertes».