Eduardo Ulibarri: Periodismo del futuro está en los multimedia

El director Eduardo Ulibarri defiende la calidad investigativa del diario La Nación, reconoce que habrá cambios en el periódico que no comparte y desmiente

El director Eduardo Ulibarri defiende la calidad investigativa del diario La Nación, reconoce que habrá cambios en el periódico que no comparte y desmiente que se le haya presionado para renunciar.

Eduardo Ulibarri: Tengo ideas que se parecen a las libertarias.

«El Grupo Nación ha decidido cambios con los cuales no estoy de acuerdo del todo», así resumió el periodista Eduardo Ulibarri la principal razón por la cual renunció a la dirección de La Nación, tras dirigir ese medio durante 20 años.

En una entrevista con los redactores José Eduardo Mora y William Vargas, Ulibarri considera que los periodistas deben especializarse más y que el futuro profesional está en los multimedia. Asimismo reconoció que La Nación no ha tenido éxito en sus intentos por expandirse a Centroamérica y defendió la libertad económica que la línea editorial del medio mantiene desde su fundación.

Una síntesis de la conversación, transcrita por Vargas, la ofrecemos de seguido.



¿Cuáles son las tendencias que marcan el presente y el futuro del periodismo en Costa Rica?

– Hay diferentes géneros en el abordaje de las informaciones producto del tipo de profesionales que se gradúa y la demanda que el público exige.

El reto de los periodistas está en cómo trabajar en plataformas multimedia. La especialidad debe darse en contenidos para brindar información de mayor calidad, pero también para transmitirla por canales múltiples. La agenda temática se ha ampliado y se orienta más a la satisfacción inmediata del público, el contenido debe responder a lo cotidiano y a lo privado.

Pese a ser la empresa periodística más grande del país, La Nación no ha logrado sostener una línea analítica y de investigación, sino que apuesta cada vez más a noticias «light»…

– Discrepo con esa apreciación. La investigación es parte de la política deliberada del medio y aunque parezca menor que antes, obedece a que hay una ampliación de las informaciones utilizando otros géneros, temas y estilos, para aprovechar los nuevos nichos de mercado. Eso es parte de los deberes de un medio de comunicación . La agenda del interés público es fundamental.

Las nuevas generaciones tienden a hacer más periodismo desde el escritorio o el teléfono. ¿Cómo superar esta tendencias?

-Esto se da en otras profesiones, pero en el periodismo hay una responsabilidad compartida si la información que se recolecta pierde calidad. Los estudiantes de periodismo son mejores, puede que no tengan un interés mayor por las ideas, pero son flexibles y captan con mayor rapidez el conocimiento.

Las universidades deben capacitar más a sus profesores para sacar mayor provecho a los alumnos.

La inquietud por conocer debe ser una característica del periodismo.

Se dijo que su renuncia se relaciona con informaciones publicadas en relación con Otto Guevara y el Movimiento Libertario.

– Es absolutamente falso. Pudieron inventarse una conspiración más creíble. Ni Guevara, ni el tema de la reelección, ni lo político o económico, tienen que ver con mi salida.

Con Guevara mis relaciones han sido poco frecuentes. Tengo ideas que se parecen a las de los libertarios pero no avalo su actuar en la Asamblea Legislativa. Me considero un liberal, pero no un neoliberal económico. No creo que Guevara tenga mucha relación con la Junta Directiva.

¿La presencia de Jorge Walter Bolaños, Ministro de Hacienda como fiscal de La Nación, no compromete la independencia del medio?

– Jorge Walter Bolaños y Carlos González fueron fiscales del Grupo Nación, pero renunciaron antes de asumir sus cargos en el Ministerio de Hacienda. Lo que pasa es que la inscripción de la renuncia se hizo en el Registro luego de que Bolaños asumiera el cargo de Ministro.

Alejandro Urbina no conoce a fondo el mecanismo cotidiano de un diario por ser él un profesional en economía e informática. ¿Representa esto una debilidad del nuevo director?

– Ese manejo es esencial en una empresa periodística. Un director, entre más maneje los detalles, es mejor. Sin embargo es más importante que haya un equipo que maneje las partes del proceso, se haga asesorar bien y tener altos niveles de controles de calidad.

¿Cambiará la línea del medio con la llegada de Urbina para darle una orientación más económica?

– Creo que no, porque sus intereses son amplios. Él ha coordinado investigaciones periodísticas y ha sido director adjunto en la sección de opinión. El periódico se hace para un público determinado y no como el director lo desea.

Quizá él tenga un estilo diferente al mío y puede que decida hacer cambios en dos o tres años.

Al no tener competencia periodística, ¿ha dañado La Nación la calidad del periodismo en el país?

– Hubiese querido mayor competencia directa, pues la que tiene es muy difusa y especializada. La Nación se ha convertido en una escuela que le ha hecho bien al periodismo, al valorar lo ético y la calidad de las informaciones.

¿Hasta dónde las desafortunadas incursiones del Grupo Nación en Panamá, Guatemala o El Salvador no precipitaron su salida del diario?

– En Panamá el proceso es lento y no es un desacierto. La mayor expansión la hicimos en Guatemala,  ha sido dura y ha costado mucho dinero. Las condiciones políticas y económicas guatemaltecas no han permitido que el proyecto se consolide como quisiéramos.

Ser director de La Nación ha sido muy gratificante; dejo el periódico cuando tengo 20 años como director, 25 años de casado y a mis 51 años de edad. Ahora el Grupo Nación ha decidido cambios corporativos con los cuales no estoy de acuerdo del todo.

Decido separarme no con ruptura, ya lo había hablado. Se me pidió permanecer como supervisor editorial, pero el puesto no lo visualizo en mis intereses. Haré asesorías y escribiré columnas en el medio, pero quiero algo diferente, como escribir y tener más libertad en el uso del tiempo.

Quiero escribir un libro sobre libertad de expresión donde confronte ese derecho con otros.

Luego de una lucha férrea contra la colegiatura obligatoria en el periodismo y después de abandonar el Colegio de Periodistas, ¿qué lo llevó a colegiarse nuevamente en noviembre pasado?

-Primero porque la colegiatura ya no es obligatoria y porque en el trabajo en procura de cambios en las leyes penales que regulan el periodismo, encontré en la Junta Directiva actual una orientación profesional. El Colegio durante años enfrentó a los medios y la directiva tiene orientaciones diferentes.

¿Esta reincorporación no contradice las posiciones de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP?

-No porque la SIP ha estado en contra de la colegiatura obligatoria. La contradicción la tenía cuando para ser director de medio se me obligaba a estar colegiado y eso reñía con mi concepto de libertad. Me sorprendió la dedicatoria de la Semana de la Prensa, con ello se me reconoce mi trayectoria profesional.

¿Por qué La Nación no ha dicho nada sobre el libro «Los embusteros de la mala fe», de Juan Diego Castro, donde corrobora abusos por parte de La Nación en su contra?

– Uno escoge a sus amigos y a sus enemigos. La respuesta nuestra está con el caso de Mauricio Herrera, que se lleva incluso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En el país la justicia nos aplicó una sentencia medieval.

La función de un medio no es polemizar con libros o con abogados litigantes, sino hacer bien las cosas. Nuestro objetivo no era polemizar con Castro, sino defender nuestras tesis en relación con la libertad de información.

¿Cuánto han pesado los diferentes juicios por informaciones inexactas?

– Los juicios que hemos perdido se han dado por una legislación que no valora el interés público, el debate público por buscar la verdad y la manera como algunos tribunales aplican las leyes. En las investigaciones tratamos de llegar a las últimas consecuencias confirmando siempre las fuentes y aplicando la ética y la transparencia. En los dos últimos años ha habido un cambio en la forma como se interpreta la ley en los tribunales; el asesinato de Parmenio Medina y el caso de Mauricio Herrera han aumentado  la preocupación por la libertad de expresión.

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