La Universidad de Costa Rica (UCR) y la cátedra de Teoría del Estado de la Facultad de Derecho concedieron el premio “Alfonso Carro Zúñiga 2015” a la jurista Elizabeth Odio Benito, “por sus extraordinarias contribuciones a los derechos humanos y la democracia en Costa Rica y en el mundo”.
El homenaje tuvo lugar en el auditorio del Colegio de Abogados el pasado 24 de noviembre, ante un numeroso público constituido principalmente por académicos y estudiantes.
“Doña Elizabeth Odio es una de las hijas más valiosas que ha dado nuestra patria”, señaló Abril Gordienko, profesora de la mencionada cátedra, en el acto de entrega del premio, que por primera vez se le concede a una mujer.
La homenajeada –resaltó Gordienko− es una mujer que ha destacado en todos los campos fundamentales. No solo se graduó con honores, sino que se ha destacado como jurista, siempre defendiendo los intereses de las personas más vulnerables.
Odio se distinguió como profesora de Derecho en la UCR, como vicerrectora de Docencia, y ocupó los cargos de ministra de Justicia, ministra de Ambiente y Energía, vicepresidenta de la República, y Procuradora General de la República, entre otros.
“Las mujeres de Costa Rica le debemos muchísimo a doña Elizabeth, que siempre ha luchado por nuestros derechos y por la igualdad”, manifestó Gordienko, tras expresar en nombre del cuerpo de profesores la satisfacción por la oportunidad de homenajear a “esta extraordinaria mujer”.
Jaime Ordóñez, coordinador de la cátedra Teoría del Estado, subrayó que Odio tiene uno de los currículos en derechos humanos más vastos en el hemisferio, pues ha sido jueza de la Corte Penal Internacional y del tribunal para la violación de los derechos humanos en la antigua Yugoslavia, y es una de las personas más reconocidas en el planeta en este campo. Actualmente se dispone a asumir el cargo de jueza de la Corte Interamericana de Justicia.
SITUACIÓN MUNDIAL
En la actividad se realizó un conversatorio entre Ordóñez, el decano de la Facultad de Derecho, Alfredo Chirino, la defensora de los habitantes, Montserrat Solano, y la homenajeada, en torno al escenario de violencia, inseguridad y violaciones de derechos humanos que tensan el mundo, atizados por nacionalismos y fundamentalismos religiosos.
Solano lamentó el silencio de la comunidad internacional ante vejámenes que se han venido cometiendo en ciertas partes del mundo, una indiferencia que “de alguna manera nos hace cómplices de estos conflictos”.
En particular, criticó los dobles estándares del derecho y de la justicia que se practica en las Naciones Unidas, donde se justifican los crímenes de algunos países, mientras que se condena a otros, situación que consideró inaceptable.
Por su parte, Odio advirtió que será muy difícil la pacificación si no se imparte justicia a las víctimas de las agresiones en el pasado, y si las colectividades no sienten que hay un reconocimiento de los sufrimientos que han tenido y no reciben una reparación aunque sea moral, como pedir perdón.
En esa línea censuró también la hipocresía de las Naciones Unidas para proteger a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Dentro de esa doble moral criticó a quienes suministran armas modernas y caras a los grupos que cometen las violaciones humanas en Afganistán y otras zonas, y a los que se benefician de ese comercio, que constituye uno de los principales ingresos de los países desarrollados.
Mientras tanto, Chirino coincidió en señalar la importancia de reconocer durante los procesos de pacificación como el que se da en Colombia, los sufrimientos de las víctimas en el pasado, un tema que no es fácil e implica un ejercicio constante de recordar lo que pasó.
Ordóñez, entretanto, recordó la tragedia del hambre que deja diariamente miles de víctimas en el mundo, “los muertos invisibles” de otra transgresión contra la dignidad de los seres humanos.
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