La obesidad ha dejado de ser signo de riqueza, para convertirse en un problema de salud pública que presenta características de epidemia en la población costarricense.
Cecilia tiene 50 años y diez kilos de más de su peso recomendado; ha hecho todo tipo de dietas sin resultados eficaces. Hace unos años no le preocupaba, pero ahora padece de diabetes, artritis, dificultades para respirar y problemas en los pies que no puede atender por sí misma.
Se le hace difícil realizar su aseo personal, calzarse los zapatos, recoger cualquier cosa que cae al suelo, sentarse, ponerse de pie, acostarse, desplazarse y tener relaciones sexuales con su pareja, también obesa. Su sistema muscular ha perdido elasticidad y el óseo le causa constante dolor por la artritis y la sobrecarga que soporta.
Estas solo son algunas de las enfermedades y limitaciones que sufren las personas obesas, además de discriminación y falta de autoestima que afectan su realización personal.
Otras complicaciones son la hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares (infartos), problemas de la vesícula y trastornos pulmonares, que en casos severos pueden causar la muerte. Así mismo, alteraciones músculo-esqueléticas debido al gran peso que deben soportar los sistemas óseo y muscular.
En Costa Rica este mal adquiere niveles epidémicos en todas las edades en las últimas décadas, sobre todo a partir de los años 90, cuando aparece en forma frecuente en escolares, donde alrededor de un 30% padece algún grado de obesidad, cifra que en 1996 era de un 14.9%, según la Encuesta Nacional de Nutrición.
En un estudio reciente realizado en Desamparados, se determinó que entre los adultos jóvenes de la región sufren obesidad un 55% de las mujeres en edad fértil y un 32% de los hombres.
Para Luis Diego Calzada, endocrinólogo del Hospital Nacional de Niños y Director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa Rica (UCR), es sobre todo en este último segmento de la población donde la obesidad adquiere características de epidemia nacional. Aseguró que este padecimiento debe ser considerado como una patología, pues la persona con sobrepeso es una enferma que sufre.
La nutricionista Leda Muñoz, Vicerrectora de Acción Social de la UCR, coincide en que la obesidad se podría considerar una epidemia en el país, debido al porcentaje de la población afectada y a que se ha tornado en un problema de salud pública.
Para Calzada, el aumento de este mal se debe al cambio en la situación nutricional en las últimas décadas. «En los años 60 enfrentábamos problemas causados por enfermedades infecciosas y parasitarias como diarreas, mala absorción nutricional y desnutrición importante. Más del 13% de personas en edad preescolar presentaba desnutrición severa. Al disminuir estas y las enfermedades prevenibles por vacunación, aunado a una mayor posibilidad de adquirir alimentos, ha casi desaparecido la desnutrición -hoy tenemos menos de un 5% de preescolares que la padecen-, pero eso no significa que la población esté bien nutrida, pues la obesidad es el resultado de una malnutrición por exceso de consumo», aseguró.
Este es un mal de los países ricos, pero también está afectando a algunos en vías de desarrollo, por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha vuelto a catalogar la obesidad como epidemia, durante la LV Asamblea Mundial de la Salud realizada en mayo pasado en Ginebra, Suiza.
En esa reunión la OMS afirmó que en el mundo hay 27 millones de personas menores de 5 años con exceso de peso.
En Estados Unidos, según datos del centro nacional de estadísticas de salud, en la población infantil un 34% de las niñas y un 31% de los varones presenta problemas de obesidad, cuya incidencia aumenta en los diferentes grupos de edad y étnicos, tendencia que se repite en muchos países industrializados de Europa, entre ellos España (ver recuadro).
MULTIPLES CAUSAS
Para el psicólogo clínico Henry López, de la Oficina de Salud de la UCR, la obesidad puede darse por causas congénitas (herencia) o fisiológicas, que incluye trastornos hormonales, bioquímicos y como consecuencia de enfermedades que cambian el metabolismo.
Pero también hay causas culturales, sociales y psicológicas, como mecanismo de respuesta al estrés, al principio de la búsqueda del placer, y a un mal hábito en la ingesta de alimentos.
«El comer es placer, satisfacción, y cuando la voracidad ilimitada se activa, el cuerpo responde creando un nuevo patrón de ingesta y esta metamorfosis crea a los obesos», explica.
Agregó que tanto el principio de la búsqueda del placer como los mecanismos de respuesta al estrés, son recursos para la supervivencia del individuo y de la especie. Sin embargo, la búsqueda de la satisfacción excesiva del placer crea insaciabilidad del deseo y una mayor necesidad.
Respecto al mal hábito, explica que estos se forman por la fuerza de la costumbre y son reforzados por las tradiciones sociales y culturales, las cuales han cambiado los hábitos de ingesta y los conceptos de belleza.
Al respecto, Muñoz explicó que hay mucha presión externa sobre la mujer, por el estereotipo de la «barbie». Esto la afecta tremendamente y la hace sentirse inconforme con su cuerpo, como consecuencia surgen problemas de anorexia (no hay ingesta de alimentos) y bulimia (ingieren alimentos y luego vomitan) en gente que está delgada.
Algunos factores que influyen en la obesidad de la mujer es el inicio del uso de anticonceptivos y la menopausia.
Muñoz agregó que el peso solo es un indicador indirecto de la obesidad y por tanto el sobrepeso no es sinónimo de esta, la cual es un acumulamiento y almacenamiento excesivo de grasa corporal, especialmente en el tejido adiposo.
«Los atletas profesionales, por ejemplo, presentan sobrepeso, pero es exceso de músculo no de grasa. Para saber si una persona padece de obesidad hay que considerar, además de su peso y contextura, su consumo de calorías, dieta, actividad física y herencia, entre otros».
En cuanto a esta última, dijo que está claro que hay diferentes composiciones genéticas que hacen a las personas más susceptibles a desarrollar obesidad. «Por eso es que no se pueden generalizar recetas o dietas de alimentación, es un asunto individual», aseguró.
En este campo, aunque falta mucho conocimiento, ya hay genes identificados con la obesidad y las personas que los tienen presentan más dificultad para controlarla. Por eso es que en una misma familia se pueden encontrar individuos gordos y flacos. En esto último también influye el hecho de que no toda la prole sentada a una misma mesa come lo mismo, en cuanto a cantidad y calidad.
En dicha escogencia de alimentos interfiere la forma como se indujo al bebe a la alimentación con sólidos, después del amamantamiento, en cuanto a variedad, momento y ambiente en que se realizaba la actividad de comer, así como la exposición a cada uno de los vegetales, frutas y demás alimentos, explicó Muñoz.
Otros factores que influyen en la obesidad es dejar de hacer el ejercicio cotidiano que se practicaba y de fumar, el sedentarismo y el consumo de comidas rápidas muy ricas en carbohidratos y grasas, así como factores neurológicos y hormonales que intervienen en la regulación de las grasas y el peso corporal.
Sin embargo, Calzada considera que estos últimos son los menos, aunque sí hay casos donde están implicadas algunas hormonas como la tiroidea y las suprarrenales. «La mayoría de los casos son obesidades exógenas, o sea, por exceso de ingesta de comida, por lo que lo único efectivo es disminuir esta. Existen muchos tratamientos, pero la mayoría no tiene efectos reductores, resaltó.
La causa de que la obesidad se esté generalizando entre la población se debe a los hábitos de vida en los países en desarrollo y algunos que siguen sus pasos.
TRATAMIENTO INDIVIDUAL
Por eso la OMS promueve realizar ejercicio físico en forma planificada para combatir el sedentarismo y el uso de una dieta balanceada, que incluya muchas frutas y verduras -por sus efectos beneficiosos en la salud- la cual debe ser personalizada y tener seguimiento profesional, según explicaron los especialistas.
Calzada considera que lo más importante en el tratamiento es un diagnóstico para descartar causas endocrinológicas de la obesidad -como son el hipotiroidismo y trastornos suprarrenales-, así como determinar los factores de riesgo del paciente que pueden llevar a complicaciones del corazón y padecimientos como la diabetes mellitus 2 que es un padecimiento de las personas adultas y hoy se presenta en la adolescencia y la niñez.
Para López, la obesidad se puede combatir con ayuda psicológica y aprendiendo a controlar los deseos, las ansiedades y el estrés, para lo cual ofrece algunas técnicas en su libro titulado «Adicciones».
Muñoz recalcó que la obesidad es un complejo problema que requiere de tratamiento individual en cuanto a la persona y de políticas sociales respecto a la salud pública, donde hay que tomar medidas encaminadas a enseñar a las nuevas generaciones cómo alimentarse adecuadamente -porque esa es la base del problema- y cómo desarrollar estilos de vida saludables.
Considera que esta tarea debe darse en coordinación muy estrecha con el Ministerio de Educación Pública, los EBAIS, las municipalidades y las comunidades.
«Hay un trabajo grande que hacer si queremos que la población que hoy tiene cuatro, cinco y seis años no muera de ataques al corazón, hipertensión, consecuencias de diabetes y problemas de cáncer, que le cuestan muy caros a la sociedad, no solo en lo económico sino en lo afectivo, males que hoy padecemos porque no se hizo lo debido hace diez o veinte años».
Y es que a la falta de políticas de prevención y a los malos hábitos alimentarios, se le suma la falta de espacios abiertos y seguros para jugar y hacer ejercicio, lo cual tiene efectos no solo en la obesidad sino en salud mental, el manejo del estrés y la prevención del tabaquismo, el alcoholismo y la drogadicción.
PIE DE FOTO
Una dieta diaria que incluya frutas, legumbres, verduras, carnes y granos, es indispensable para una vida sana.
Practicar desde la infancia el ejercicio físico es importante para convertirlo en un hábito.
GRASAS BUENAS Y MALAS
Todos los mamíferos almacenan grasa (triglicéridos), la cual generalmente constituye un 25% del peso corporal en mujeres y un 15% en los hombres.
Las grasas son importantes para la absorción de las vitaminas tipo solubles (A D E K) así como del betacaroteno y como fuente de energía en la dieta, pues producen nueve calorías por gramo.
Hay dos tipos de grasas, las saturadas (mantecas) que son sólidas a temperatura ambiente) y las insaturadas (aceites) que están líquidas a esa temperatura.
Las primeras suelen incrementar la concentración de colesterol en la sangre y contribuyen a desarrollar arteriosclerosis y enfermedades del corazón.
Las segundas tienden a reducir la concentración de colesterol en la sangre y ayudan a reducir riesgos en las citadas enfermedades.
La media actual del consumo de grasas saturadas es de 17% de la energía, pero los especialistas creen que debería bajarse al 10% o más, aseguró Calzada.
En países desarrollados 40% o más del consumo total de energía suele proceder de las grasas, porcentaje superior a lo que se considera recomendable: 30%.
EPIDEMIA EN ESPAÑA
En España la obesidad afecta en forma moderada a un 35% de la población entre 25 y 60 años y a un 14% severamente, según datos de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), divulgados por el periódico El País.
De ahí que la mitad de la población vive con un alto riesgo de sufrir hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares y patologías de los músculos y los huesos, agrega la publicación.
Según el diario, una de cada once muertes en España es atribuible a la obesidad , lo cual implica cerca de 3.000 personas al año, pues en ese país se dan 30.000 fallecimientos anuales.
Por su parte, un estudio realizado entre la población de 4 a 18 años de Madrid, dio como resultado un 10% de obesos y un 30% con sobrepeso.
El impacto económico de la obesidad en el sistema sanitario español se estima en 2.050 millones de euros (341.000 millones de pesetas), el 6.9% del gasto según la SEEN.
MÉTODOS ADELGAZANTES
Entre los métodos adelgazantes que han utilizado las mujeres, para tener esa figura que le exige la sociedad, están las pastillas, cuya composición se basa en el fármaco estimulante dextroanfetamina o alguno de sus derivados, muy usados en los años 50, pero que podían crear adicción.
Así mismo, hay dietas de todo tipo, pero no existen pruebas científicas de que sean eficaces en casos graves de obesidad, aparte de que pueden alterar el equilibrio corporal de distintas sustancias y metales, si no se realizan bajo orientación profesional.
También hay técnicas quirúrgicas como el «bypass» (puenteo) intestinal, que consiste en la resección de un segmento del intestino para reducir la absorción de nutrientes, y el «bypass gástrico» que permite disminuir la capacidad del estómago, empleando grapas u otros procedimientos.
Otro método es la liposucción, pero este solo sirve para quitar grasa, no evita que se vuelva a acumular.
GRADOS DE OBESIDAD IMC
Sobrepeso 25-29,9
Sobrepeso grado I 30-34,9
Sobrepeso grado II 35-39,9
Sobrepeso grado III + de 40
IMC: índice de masa corporal
IMC=peso (KM)/altura 2 (m2)