(Foto: Laura Rodríguez)
Durante una intensa jornada electoral caracterizada por la alegría y el entusiasmo de una multitud de jóvenes que apoyó a las diferentes agrupaciones políticas, los electores votaron mayoritariamente por opciones diferentes al candidato del Partido Liberación Nacional (PLN), Johnny Araya, y colocaron al candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), Luis Guillermo Solís, a la cabeza de una segunda ronda electoral.
En esta primera ronda, el candidato del PAC se impuso con el 30,95% de los sufragios válidos, contra el 29,59% que obtuvo del candidato del PLN, Johnny Araya.
Así, en la elección del pasado domingo 2 de febrero, siete de cada diez votantes (69.72%), decidieron no apoyar al candidato del partido oficialista y como ninguno de los aspirantes a la presidencia logró superar el umbral del 40%, el nombre del futuro mandatario de Costa Rica se decidirá en una segunda ronda electoral el próximo 6 abril.
El escenario de esta segunda ronda electoral abre la posibilidad de que acceda al gobierno un eventual presidente del PAC quien, de esta forma, cerraría una era política marcada por el bipartidismo.
A los nuevos comicios, que se desarrollarían el domingo 6 de abril, el PAC llega con una reserva de recursos, que no usó en la primera ronda, mientras que el PLN habría agotado los fondos que le corresponderían de la contribución del Estado y tendría que recurrir a financiamiento privado.
El jefe de campaña del PAC, Melvin Jiménez, citado en un comunicado del PAC, sostuvo que al mes de diciembre pasado ese partido había gastado 606 millones de colones mientras que el PLN empleó 2 .925 millones de colones. El PAC había hecho su presupuesto con un estimado del 20% de la votación, de los cuales no habría utilizado ni la mitad, pero al haber obtenido más del 30% de sufragios tendría derecho a acceder a fondos adicionales.
Según Jiménez, “el PLN no administró bien sus recursos de campaña y ahora son una inversión riesgosa para cualquiera que quiera financiarlos”.
LÁPIDA BIPARTIDISTA
El ciclo bipartidista marcó la vida política del país desde la fundación de la Segunda República en 1948, durante los últimos sesenta años, y se caracterizó por el protagonismo electoral del PLN, que alternó la presidencia de Costa Rica con sectores ligados originalmente al liderazgo e ideario del expresidente Rafael Ángel Calderón Guardia (1940-1944).
Tras la revolución de 1948, las primeras elecciones en las que participó Liberación Nacional como tal fueron las de 1953, en las que se enfrentó al Partido Demócrata, con un padrón de 190.768 electores y obtuvo 123.444 (64,71%), colocando en la presidencia a José Figueres Ferrer.
Este ciclo político de sucesión en el gobierno se consolidó y desde entonces el PLN se alternó en la presidencia con diferentes expresiones de grupos ligados al calderonismo y a sectores económicos opuestos al modelo desarrollista del PLN. En las elecciones de 1982 esas agrupaciones, finalmente, se aglutinaron electoralmente en torno al Partido Unidad Socialcristiana (PUSC).
La primera etapa de este modelo bipartidista correspondió a un vigoroso proceso de impulso y desarrollo del Estado y del sistema de seguridad social y laboral, que se mantuvo hasta 1978.
Luego de la crisis económica que el país atravesó durante el gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982), los gobiernos del PLN y del PUSC se sumergen en procesos de cuestionamiento del modelo desarrollista y se vinculan a economistas y dirigentes ligados al liberalismo económico.
La posibilidad de que el candidato del PAC, Luis Guillermo Solís, acceda a la presidencia introduciría el cambio político más radical desde que inició el ciclo político bipartidista.
Además, en el 2014 el Frente Amplio obtiene nueve diputados y el 17% de los votos para presidente, que es el respaldo electoral más alto que la izquierda costarricense ha tenido en su historia. Para el historiador Vladimir de la Cruz, este hecho marca el momento de mayor auge electoral de una fuerza de izquierda desde la fundación del Partido Comunista, en 1931.
VOTO CASTIGO
El resultado de la elección realizada el pasado 2 de febrero mostró un voto castigo, y expresó una fuerte corriente de insatisfacción hacia el candidato y el partido oficialista PLN.
Así lo interpreta el politólogo de la Universidad de Costa Rica (UCR) y analista político Gustavo Araya, quien señaló que el efecto de un voto castigo fue evidente, pero que esa expresión de indignación y rechazo se expresó “a la tica”, mediante el humor en redes sociales y una alta movilización durante los días previos y durante la propia jornada electoral.
“Este voto castigo y esa alegría se canalizaron como una forma de rebeldía que se expresó en la chota costarricense que se burló de ciertos liderazgos y mostró su molestia, por ejemplo, en los “memes” sobre la imagen de Otto Guevara durante una oración”.
Para el analista político Francisco Barahona, este “voto castigo” hacia el candidato del PLN, era un fenómeno que ya había sido detectado y anunciado en algunas variables que se mostraron en las diferentes encuestas de opinión publicadas en distintos medios.
“En las encuestas era evidente que los costarricenses no querían un tercer gobierno del PLN, la necesidad de una alternancia partidaria es algo muy arraigado en nuestra cultura política y eso se sumó al hartazgo que existe hacia los políticos tradicionales, al crecimiento de la corrupción y a elementos de impunidad. Todo eso empujó un movimiento de cambio que se reflejó en el resultado electoral”, puntualizó Barahona.
La encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) publicada por UNIVERSIDAD a mediados de enero pasado, reveló que el candidato del PLN era la figura que más rechazo provocaba entre los electores.
En ese estudio, ante la consulta: “¿Por quién, definitivamente no votaría para presidente?” Araya recogía el mayor porcentaje de rechazo 33.4%, seguido por el frenteamplista José María Villalta, con un 29.4%, y por el libertario, Otto Guevara, con un 11.5% de las antipatías electorales.
Por el contrario, el candidato del PAC, Luis Guillermo Solís, era rechazado solo por un 0.8% de los electores.
VOTO JOVEN FUE DECISIVO
Otro de los rasgos diferenciadores de esta campaña política fue que algunos partidos lograron vencer la apatía y el escepticismo entre los votantes jóvenes y los involucraron de una manera protagónica en sus campañas políticas.
Las juventudes del Frente Amplio y del PAC mantuvieron una activa campaña pública, participando de encuentros, actos públicos, actividad propagandística, eventos deportivos y, fundamentalmente, interactuando protagónicamente en los debates y discusiones de las redes sociales.
El analista Gustavo Araya calificó el papel de los jóvenes en esta campaña política como “muy influyente” y señaló que algunos partidos, principalmente el Frente Amplio, lograron motivarlos e incorporarlos a sus filas de manera protagónica.
El analista Barahona señaló que los jóvenes decidieron esta elección, “lo vimos en el Valle Central, que es el corazón de la población, hay un 42% de gente que tiene entre 18 y 40 años y ese sector se lanzó a la calle definitivamente. Son muchos, mejor informados, recurrieron a redes sociales y son personas que no tienen los prejuicios de la guerra fría”.