En la concentración en Barrio Tournón, simpatizantes del Frente Amplio provenientes de todo el país pasaron de la expectativa a la tristeza, y de allí a la alegría y el orgullo. (Foto: Jorge Carvajal)
Son las seis de la tarde del domingo de las elecciones. Mientras otros candidatos se acomodan en amplios salones de hoteles, los dirigentes del Frente Amplio terminan de preparar el lugar donde van a esperar los resultados: un parqueo en Barrio Tournón.
La gris explanada está decorada con enormes mantas amarillas con la imagen de José María Villalta y, por supuesto, con la del fundador del partido José Merino.
Las personas comienzan a llegar a eso de las siete. ¿Cuál es su expectativa? Todos responden sin dudarlo que José María, ese candidato que puso al FA en la carrera por la silla presidencial, será presidente. En primera o segunda ronda, pero va a ser presidente.Pasadas las siete y treinta, la actividad comienza oficialmente. “Bienvenida la esperanza…”, entona desde la tarima la voz del cantautor Esteban Monge. Y solo con esa frase engloba el sentir de todos los allí presentes que –precisamente con esperanza– han apostado todo al proyecto de un partido de izquierda que hace cuatro años jamás habría pensado en disputar el triunfo en una elección presidencial.
Es entonces cuando las pantallas que se han colocado al frente y a los lados del parqueo proyectan la transmisión de un noticiero. Aparece el presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, Luis Antonio Sobrado, y el lugar queda casi en silencio.
Las caras de los simpatizantes reflejan emoción y tensión, pero la reacción tarda cuando se escucha “Frente Amplio: 17,37%”. Una mujer suelta una risa nerviosa, otro que estaba sentado cerca se tapa la cara con frustración, otro pateó el suelo. La mayoría quedaron quietos por unos segundos hasta que alguien reacciona: todos comienzan a aplaudir y vitorear a su partido.
Esteban Monge vuelve a la tarima: “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón”. El músico canta la emotiva tonada, y la gente le hace coro mientras el viento mueve sus banderas: todas en alto.
Dagmar Facio, Patricia Mora, Edgardo Araya. Los dirigentes suben uno a uno a la tarima e invitan a sus “compañeros y compañeras” a no estar tristes.
Los simpatizantes del Frente Amplio no están del todo complacidos, pero sí orgullosos: “Pasó [el FA] de ser un partido pequeñito a dar acogida a muchas personas que no sabíamos dónde podíamos encontrar algo que reflejara lo que pensábamos y queríamos para el país”, dice Ary, mientras escucha el calipso de Manuel Monestel y la gente baila a su alrededor.
A las nueve y treinta, cuando el resultado ya es irreversible, alguien da la alerta: José María Villalta se acerca. Las personas se amontonan y con todas sus fuerzas gritan en coro: “¡Villalta, amigo: el pueblo está contigo!”
El joven candidato logra escabullirse hasta la tarima donde todos los ojos de sus votantes están pendientes y da un discurso de más de quince minutos, quizás uno de los mejores de toda su campaña.
Quizás José María Villalta no haya ganado la presidencia, pero su partido si ganó y los frenteamplistas lo saben. No es fácil pasar de uno a nueve escaños en la Asamblea Legislativa, el FA es ahora la tercera fuerza política de Costa Rica. Desde las mantas colgadas alrededor del parqueo José Merino observa, de seguro estaría feliz.