Grupos políticos anuncian disposición a negociar acuerdos sin exclusiones

La jornada electoral del 2 de febrero dejó una Asamblea Legislativa fragmentada para el 2014-2018 (Foto: Katya Alvarado).Emergen cuatro bloques parlamentarios dominantes, pero sin

La jornada electoral del 2 de febrero dejó una Asamblea Legislativa fragmentada para el 2014-2018 (Foto: Katya Alvarado).

Emergen cuatro bloques parlamentarios dominantes, pero sin contar con mayoría para decidir.

La formación de alianzas interpartidarias en la fragmentada Asamblea Legislativa que se estrenará el próximo 1 de mayo, no está en los planes inmediatos de los mayores grupos, que afirman estar abiertos a dialogar sin distingos con todas las fuerzas políticas, para lograr acuerdos.

En los últimos gobiernos, el Poder Legislativo se ha convertido en un órgano donde se han consolidado fuerzas atomizadas con dificultades para negociar, lo cual coloca al país ante la necesidad de discutir reformas políticas, para transitar del presidencialismo tradicional hacia algún tipo de régimen parlamentario, que permita una mejor gobernabilidad.

La elección del pasado 2 de febrero cambió el paisaje de  la Asamblea Legislativa, que pasa a tener nueve bancadas parlamentarias en vez de las ocho actuales, con lo que se incrementa la fragmentación característica de los últimos períodos .

Si bien cuatro agrupaciones dominan la conformación de la nueva Asamblea, ninguno cuenta con  la mayoría absoluta (29 diputados) de votos para decidir, por lo que estarán obligados a negociar para evitar la parálisis del Parlamento y poder llevar adelante sus iniciativas y proyectos de ley.

Lo anterior constituye un reto que pondrá a prueba la capacidad negociadora del gobierno que resulte electo el próximo 6 de abril, en la segunda ronda por disputar entre el candidato presidencial del Partido Acción Ciudadana (PAC), Luis Guillermo Solís, y el aspirante del oficialista Partido Liberación Nacional (PLN), Johnny Araya, ganadores de la primera vuelta, quienes no alcanzaron el mínimo de votos para triunfar en la primera ronda.

Aunque podría pensarse en posibles alianzas entre agrupaciones políticas afines para crear estabilidad y eficacia en la labor legislativa, eso es algo que de momento no parece estar en la mente de líderes de los mayores grupos parlamentarios recién conformados, que más bien hablan de apertura para negociar sin exclusiones con otras fuerzas políticas, en torno a proyectos de ley concretos.

Incluso alguien como Ottón Solís −fundador del PAC y diputado electo por el primer lugar de San José, a quien adversarios políticos han tachado de “intransigente” en el pasado−, se muestra dispuesto a negociar sin descartar a nadie de antemano, para lograr acuerdos en el ámbito parlamentario (ver recuadro).

De acuerdo con los datos preliminares del Tribunal Supremo de Elecciones, con el 89% de las mesas de votación escrutadas, el PLN se mantiene como el grupo mayoritario en la Asamblea Legislativa, pero pierde 6 curules respecto a las 24 que posee en la actualidad. Es la bancada más baja que ha tenido ese partido desde su fundación en 1951, solo comparable a la del 2002, cuando eligió 17 diputados.

Le sigue el PAC, que gana 2 diputados respecto a los 11 actuales (serían 14 diputados electos con Víctor Morales, a quien el partido decidió excluir de su bancada), mientras que el Frente Amplio (FA) da un salto exponencial, al pasar de un solo representante (José María Villalta), a contar ahora con 8 (el electo Jorge Arguedas también fue excluido de la bancada), y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) añade 3 a los 5  que eligió en el 2010.

Por su parte, el Movimiento Libertario pierde 6 de los legisladores elegidos en el 2010 y se queda con 3; en parecida situación está el PASE, que de 4 pasará a tener un solo  diputado, Óscar López, quien regresaría como único diputado desde que terminó su última gestión en el 2010.

A su vez, entre los llamados partidos cristianos, Renovación Costarricense −que hoy solo tiene al diputado Justo Orozco− elige a 2 para el nuevo periodo, y Restauración Nacional, del diputado Carlos Avendaño, se queda con uno. El nuevo partido cartaginés Alianza Demócrata Cristiana es la novedad en la Asamblea Legislativa, al resultar electo el exdiputado Mario Redondo.

NUEVA REALIDAD EXIGE CAMBIOS INSTITUCIONALES

En opinión de Sergio Araya, politólogo y coordinador de proyectos del área política de la Fundación Konrad Adenauer, la conformación de la nueva Asamblea Legislativa se da en virtud de una correlación de fuerzas que hay en el país, cuyo comportamiento en los últimos procesos electorales parece ir consolidando una atomización en el Congreso, donde −independientemente de quién gane la presidencia del Poder Ejecutivo− ninguno logra obtener  una mayoría parlamentaria como se estilaba en el pasado.

En una realidad como la que se presenta ahora, donde hay cuatro fracciones más o menos parejas, que pueden tener capacidad de negociación utilizando lo que el reglamento legislativo les faculta hacer, parece que es momento de discutir la conveniencia de pasar a un sistema parlamentario o hacer un ensayo con una fórmula intermedia con el presidencialismo, similar al que existe en países como Francia, consideró el politólogo.

Ninguno de los grupos tendrá en la Asamblea Legislativa la mayoría absoluta de  29 votos, y cualquiera de los dos partidos que gane la Presidencia en abril, va a tener una fracción mucho más reducida que la oficialista actual y el nuevo gobierno se enfrentará  a esa gran debilidad.

Eso significa que el presidente electo necesariamente deberá tender puentes de diálogo. A lo inmediato, los dos candidatos presidenciales tendrán que hacerlo para lograr alianzas, con miras a ganar la elección del 6 de abril; pero, eso también va a tener una correspondencia en el próximo Congreso, señala Araya, quien en ese sentido ve como probable un acercamiento entre el PAC y el FA, lo que implicaría ir negociando desde ahora una agenda parlamentaria.

El candidato del PLN también deberá desarrollar a partir de ahora, una negociación paralela que le permita construir alianzas con otros grupos políticos, con miras a conseguir apoyo para la segunda ronda y para forjar una eventual plataforma legislativa, señaló el analista.

Los próximos meses servirán de termómetro para determinar si una vez superado el 6 de abril, gane el que gane, se van a lograr los acuerdos y las mayorías requeridas para impulsar determinadas agendas en la Asamblea Legislativa.

De acuerdo con Araya, la presencia de cuatro bloques principales debería facilitar el logro de acuerdos, aunque también está la dificultad de que algunos candidatos, sin haber asumido como diputados, ya tenían problemas con sus respectivos partidos, que los han excluido como miembros de sus bancadas (como es el caso de Jorge Arguedas en el FA y Víctor Morales en el PAC), y entonces no hay garantías de que vayan a mantenerse como bloques monolíticos.

Esta es una realidad, considera Araya, que acerca al país a la necesidad de reformar el régimen político, porque el sistema presidencialista para poder funcionar más fluidamente, no puede tener una atomización de actores con un peso relativamente similar, como el que se está viendo.

ÉPOCA DE TRANSICIÓN

En la misma perspectiva, el profesor de ciencias políticas y analista Rotsay Rosales  apunta que el resultado de la elección del pasado domingo acentúa la transición de un sistema bipartidista a un multipartidismo de hecho, en la Asamblea Legislativa.

A su parecer, esto representa el principal reto, no solo para el gobierno que venga, sino para el sistema político en general, porque hay una implicación que trasciende a la voluntad que puedan tener las distintas fracciones políticas, y que tiene que ver con limitaciones normativas de orden jurídico que existen en el país.

“Hay una condición objetiva, y es que hay ciertas reglas del juego que, nos gusten a no, tienen que ser cambiadas para adaptarse a un eventual liderazgo y a la conformación de acuerdos en el plano formal y político; si no, difícilmente pueda pasar nada” en la Asamblea Legislativa, advierte el politólogo.

Quizás la conformación del Parlamento haga que finalmente se piense en serio, no solo en la reforma del reglamento legislativo, sino en avanzar hacia  un cambio en la forma de gobierno o de régimen político, a una transición o a formas atenuadas del presidencialismo existente, comentó Rosales.

En su criterio hay un desfase entre los cambios de la sociedad y una nueva realidad política, y la institucionalidad existente, por lo que habrá que ver con qué velocidad esta se adapta a esos cambios.

Piensa que los próximos cuatro años van a ser un proceso de transición hacia algo nuevo en muchas cosas, y lo primero es la consecución de acuerdos. Hay que cambiar la institucionalidad, pero hasta ahora lo que ha habido son propuestas parciales y todo eso pasa por iniciativas de ley que debe aprobar la misma Asamblea Legislativa.

Habrá que ver si los partidos van a generar agendas comunes, a partir de ejes coincidentes de tipo ideológico y programático, o más bien cada proyecto de ley y cada plan o iniciativa sobre temas sensibles va a resultar en unas negociaciones singulares, o se van a dar las dos cosas, puntualizó Rosales.

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