INCOFER incumplió con restauración del tren San José-Caldera

El pasado 29 de octubre, el Presidente Ejecutivo del Instituto Costarricense de Ferrocarriles del Pacífico (INCOFER),  Miguel Carabaguíaz, dijo a un grupo de “Amigos

El pasado 29 de octubre, el Presidente Ejecutivo del Instituto Costarricense de Ferrocarriles del Pacífico (INCOFER),  Miguel Carabaguíaz, dijo a un grupo de “Amigos del Tren”, que haría esfuerzos para reparar la vía y reanudar los viajes turísticos entre San José y Caldera.

Una serie de factores, entre los cuales está la ausencia de una respuesta del Consejo Nacional de Concesiones acerca de las condiciones de un puente construido por Autopistas del Sol en el sector de Paso Dantas, donde un derrumbe cortó el paso del ferrocarril en octubre del 2009, impidió reanudar el paso de trenes con turistas en la época de verano.

“Quedamos en una situación difícil, una de las empresas que hacía viajes de San José a Caldera (America Travel) quebró”, dijo a UNIVERSIDAD Daniel Sancho, gerente de operaciones de la empresa Transportes Ferroviarios Costarricenses (TRANSFECO), que realiza excursiones turísticas por tren.

“Siento que nos dieron atolillo con el dedo”, comentó Sancho, quien explicó que para subsistir, buscaron como alternativa otros tours, como viajes por ferrocarril entre Orotina y Cascajal (ver nota: Una vuelta al pasado), y entre Siquirres y Limón.

Sancho explicó que además de los problemas con el derrumbe en Dantas, y otro que ocurrió cerca de Escobal y que dejó los rieles en el aire, la falta de mantenimiento, por la inhabilitación de la vía es parte de las causas por las cuales se mantienen interrumpidos los viajes con turistas hacia Caldera.

 

El deslizamiento en  las cercanías de Escobal no fue culpa de Autopistas del Sol, que administra la vía a Caldera, sino del CONAVI, debido a que el derrumbe se produjo antes de la construcción de la Autopista, explicó por su parte Carabaguíaz.

No obstante, el INCOFER, con colaboración de Autopistas del Sol, trasladaron los rieles unos cinco metros, aunque el riesgo de un nuevo derrumbe persiste con la llegada del invierno, debido a que no se le dio tratamiento, añadió Carabaguíaz.

“Todo se quedó en el papel y en declaraciones  pero el paso de los tours turísticos no se restableció en el verano pasado, cuando es la temporada alta, y esto nos afectó mucho en el plano económico”, dijo Sancho.

El funcionario de TRANSFECO consideró que la reparación y mantenimiento entre Escobal y Río Grande de Atenas no es complejo ni demasiado costoso, “lo que se necesita es sólo voluntad”, añadió.

Por su parte, el exdiputado del Movimiento Libertario, Mario Quirós, consideró que en la reanudación del tren a Caldera media “una maraña de intereses”.  “Hay intereses cruzados, Autopistas del Sol, y los transportistas de carga”. “INCOFER se enfrenta a esos intereses, lo han debilitado y tiene que ver cómo hace para acomodarse. “Le ofrecen un trencito viejo de España para que se tranquilice”, advirtió Quirós a UNIVERSIDAD.

Entretanto, el presidente Ejecutivo del INCOFER,  Miguel Carabaguíaz, dijo a UNIVERSIDAD que la institución está muy interesada en reanudar el servicio de transporte de pasajeros turistas y de carga hacia Caldera.

En ese sentido, informó que existe un estudio de factibilidad con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) destinado a una rehabilitación del ferrocarril al Pacífico.

Carabaguíaz explicó que además de la ausencia de un pronunciamiento del Consejo Nacional de Concesiones, la falta de presupuesto y la rehabilitación del tren a Belén, que obligó a reparar la vía durante varios meses en la época de verano, impidieron el restablecimiento de los viajes turísticos a Caldera durante la temporada alta. Pero rechazó que esa haya sido la causa de la quiebra de AMERICA TRAVEL, ya que la empresa no “buscó alternativas” en su negocio. “Se pudieron hacer otras excursiones, como las que hizo TRANSFECO  en Orotina y organiza entre Siquirres y Limón”, aclaró.

Carabaguíaz dijo que la paralización del tren por los problemas con el derrumbe en Dantas obstaculizó el mantenimiento de la vía debido a la falta de circulación, lo que provocó hurtos de rieles en algunos tramos. El INCOFER está exigiendo una indemnización de $750.000 a Autopistas del Sol y a su aseguradora.

Actualmente, locomotoras y algunos vagones pueden realizar la travesía pero con mucha precaución y “preferimos no transitar con pasajeros”, dijo el Presidente Ejecutivo de INCOFER. Además, actualmente faltan durmientes, añadió.

“Nos interesa que haya circulación por la línea férrea porque eso evita robos y daños”, aseguró.

 


 

Una vuelta al pasado

Desde Orotina

Ernesto Ramírez

Sólo el viaje a Orotina, el domingo 29 de mayo, valió la pena. La pesada locomotora apareció como un fantasma frente al andén, donde un grupo de viajeros aguardaba lo que pronto sería una especie de hermosa travesía hacia el pasado.

Cuatro o cinco pitazos, el golpeteo de campanillas, un rugido, seguido de un estremecimiento, y la mole de acero y hierro comenzó a deslizarse por la antigua vía hacia Puntarenas, para realizar un recorrido de 16 kilómetros hasta Cascajal, un pequeño poblado rural que aún parece resistirse a la modernidad.

¿“Están contentos”?, preguntó uno de los guías de TRANSFECO, la pequeña empresa, que, a falta de las suspendidas excursiones a Caldera, ideó realizar cortas giras entre abril y mayo, entre Orotina y Cascajal.

Un coro de aplausos estalló en los dos vagones remolcados por la mole, donde familias, padres y madres con sus hijos reían y observaban por las ventanillas el paso de fincas, casitas, puentes y sembradíos.

Y es que un paseo en un tren de estas características, que aún se resiste a morir pese a su desmantelamiento hace 15 años, es una distracción y un placer inigualable.

En medio de los coletazos de los vagones, que parecían saltar de los rieles, se oía el grito de María Cecilia Salas, con una pequeña canastilla al cinto, ofreciendo porciones de “pollo enchotado”,  las “tortas de tren”, “tortitas de papa”, “las de huevo”, y sabrosos “canelones”.

Salas, una ama de casa de Orotina, dijo  a UNIVERSIDAD que este fue su oficio desde que tenía cinco años hasta cumplir 25. Ella hacía la travesía en los antiguos trenes de pasajeros que comunicaban a Puntarenas con San José, ofreciendo comidas caseras a los pasajeros.

“Todo se acabó cuando clausuraron el ferrocarril en 1996”, dijo doña Cecilia con un dejo de nostalgia.

Para ella, el experimento de realizar las cortas excursiones entre Orotina y Cascajal es como una vuelta a su pasado. “Me divierto y arrimo un poquito de dinero para mantener mi casa”, comentó.

En los cinco domingos que se hizo el tour, llegó a ganar hasta ¢50.000 por jornada, para ayudar a sus hijos en el estudio y llevar sustento a su casa. “Esto es lo más bonito que hay, por favor, que reanuden los viajes desde San José a Caldera”, clamó esta preservadora de las “tortas de tren”.

En medio del contoneo de los vagones con sus 180 pasajeros a cuestas, del chirrido de frenos, del golpe de las traviesas, Yanory Núñez no dejaba de deslumbrarse por el paisaje, y de la vuelta a una parte del pasado de su querida Orotina.

“Es un paseo lindísimo, sirve de mucho recreo”, comentó, mientras sostenía en su mano la boletilla de ¢1.500, el costo de la excursión de 90 minutos.

“Vengo con mis sobrinos, que deseaban saber cómo era el tren”, dijo Núñez, una ama de casa orotinense de 39 años de edad.

Como hipnotizada, mirando por la ventana, Jessica Horobec, una estadounidense de la localidad de Venice, Florida, casi se sobresaltó al ser abordada por  UNIVERSIDAD.

“Beautiful!”, “hermoso”, “muy lindo”, comentó entrelazando palabras en inglés y español.

De seguido, pidió a este periodista la libreta y escribió: “This train is so beautiful! I feel like I am in an old western movie. This country is the most beautiful place ever. The people and the culture are premiro. So nice, peaceful. I’m very happy!

I love it here” (Este tren es hermoso. Siento como si estuviera en una película del antiguo oeste. Este país es el más hermoso. La gente y la cultura son de primera, tan simpática, pacífica y superalegre. Amo estar aquí”.

Su amiga, Carolina Villalobos, una puntarenense de cepa, y profesora de inglés del colegio de Jacó, se sumó a las palabras de Horobec. “Esto es una belleza, es regresar al pasado. Hay que luchar por preservar y recrear la cultura del tren”, espetó.

Después de 45 minutos en medio de un calor sofocante, en medio de gritos, rifas, niños comiendo gallos o huevo duro preparado por sus madres, la locomotora casi paró en seco en Cascajal. Los viajeros saltaron presurosos y se agolparon en la humilde pulpería de doña Rosa,  para apaciguar la sed con una kola, una zarza, una botella de agua, o adquirir un bocadillo.

Cuatro o cinco pitazos, sonido de campanillas, y en un dos por tres los viajeros se acomodaron en sus asientos, para el recorrido de regreso. Aplausos, coleteos de los vagones: “Nos vamos”, dijo -altavoz en mano- Rafael Hernández, el guía de TRANSFECO, que hacía de todo: animaba a los pasajeros, repartía boletos, y velaba por la seguridad.

Cuarenta y cinco minutos después, la mole de hierro se detenía en el andén de Orotina, que permanece como testigo mudo en el tiempo de un tren que se resiste a morir.

 


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