En Costa Rica, el virus de la influenza H1N1 había causado más temores que casos comprobados, hasta el 4 de mayo.
Percibido por numerosas personas como un virus que provocaría con rapidez muertes a diestra y siniestra, la influenza del H1N1 que en un principio se le llamó gripe porcina, se diluía en sus efectos a distintas poblaciones del mundo, al cierre de esta edición (lunes 4).
Si se toman en cuenta aspectos como la forma de transmisión cuando se dan brotes de este tipo, que en México el virus apareció desde finales de marzo y que en el Distrito Federal solo había 500 casos confirmados a pesar de su densa población (cerca de 22 millones), “me parece que la situación no es tan grave”, dijo la viróloga Laya Hun Opfer, de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
La experta puntualizó que el panorama anterior parece indicar que “el virus no es tan fácilmente transmisible o bien está dando una sintomatología bastante leve y la gente no se está enfermando gravemente”.
Esto lo declaró el lunes 4 de mayo, cuando en México se hablaba de un descenso en el impacto del brote de gripe y cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportaba 985 casos confirmados en 20 países, de los cuales 26 correspondían a personas fallecidas, 25 en México y 1 en Estados Unidos.
Las confirmaciones de la OMS provenían de Alemania (8), Austria (1), Canadá (85), Hong Kong –China- (1), Colombia (1), Costa Rica (1), Dinamarca (1), El Salvador (2), España (40), Estados Unidos (226) Francia (2), Irlanda (1), Israel (3), Italia (1), Nueva Zelanda (4), Países Bajos (1), Reino Unido (15), República de Corea (1) y Suiza (1).
En Costa Rica solo aparecía un caso debido a que había otro que faltaba de confirmar su prueba, por parte del centro especializado en Estados Unidos, encargado de analizarlas. Las categorías usadas para las posibles personas contagiadas son: sospechosas, probables, y confirmadas.
La viróloga de la UCR hizo ver que cada estación lluviosa (invierno) se producen en el planeta de 200.000 a 500.000 muertes por culpa de las gripes estacionales. Solo en Estados Unidos las víctimas por estas influenzas suman 35.000 anuales.
Esto significa que si en el planeta fueran 200.000 por año, cada día muere un promedio de 547 personas, cifra que ni se acerca a los 26 muertas por H1N1 en diez días.
Con base en las últimas estadísticas del mundo, la investigadora Hun Opfer estimó que “no pareciera que esto va a tener –por el momento- repercusiones mayores. Entonces hay dos opciones: el virus está contenido y va a pasar como uno de los brotes normales de influenza estacional, o podemos esperar un recrudecimiento en la época lluviosa nuestra, la época de la influencia estacional en el Sur”.
Ella está esperanzada en que los efectos futuros del virus no sean letales, ya que está bastante controlado, excepto en Ciudad México, en donde se dan condiciones especiales en cuanto a pobreza, contaminación y densidad de población.
POTENCIAL PANDÉMICO
Al preguntársele a Hun Opfer si la tendencia a disminuir su contagio por parte del virus significaba que se reducía su potencial pandémico, aclaró que este siempre se mantiene y que por ahora lo que evidencia es que el brote está controlado; pero, no hay que descuidar las medidas preventivas, pues “esto puede evolucionar a una forma peor” .
La microbióloga piensa que las autoridades mexicanas en un inicio magnificaron el peligro del virus y “creo que lo manejaron mal, tomando en cuenta que –lo dijeron en todos lados e incluso la OMS- en un principio se generó mucho pánico, exageraron el número de casos y la posibilidad de transmisión, y no se esperó a ver cómo se iba a comportar; ahora sabemos que se comporta con baja transmisibilidad y patogenicidad”.
Si bien se exageró su grado de peligrosidad, enfatizó que no está de más exagerar en cuanto a las medidas de prevención por tomar, “que son las normales de todos los días”, así como informar adecuadamente a la población.
Por su parte, el infectólogo y director de la Escuela de Medicina de la UCR, Ricardo Boza, comentó que uno de los problemas con el brote en México, es que muchos casos sospechosos durante la primera semana en que se hizo público, al parecer no se habían mandado a un análisis de laboratorio y por eso no se sabía si realmente estaba contagiados por el H1N1 o por otros tipos de virus, lo cual implicaba una magnificación del mal.
Por los datos que se tenían al 29 de abril –cuando se le entrevistó-, Boza cree que había una magnificación del brote en México, dado que no se contabilizaban muchos casos en el mundo, sin que esto quisiera decir que no vaya a darse una pandemia.
El médico indicó que de acuerdo con las estadísticas mexicanas, en ese momento la mortalidad de los casos sospechosos era mayor al 10%, lo cual era muy alta para una influenza, que para la de tipo estacional es de aproximadamente el 1%. “Si todos estos casos llegan a comprobarse, entonces sí tendríamos que asustarnos”.
“Pero –añadió-, llama también la atención que son pocos casos en México, si se toma en cuenta que desde marzo empezó la gripe”.
Boza coincidió con la viróloga Hun, en que este virus es desconocido y que hay que darle tiempo para ver cuál es su comportamiento epidemiológico y clínico. Por eso, “hay que tomar todas las medidas del caso y creo que el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social lo han hecho bien –estoy hablando de que todas las medidas tomadas son adecuadas-, pero también han asustado mucho a la población, de tal manera que en este momento no hay vacunas en ninguna farmacia, ni gel para lavarse las manos o mascarillas”.
En su opinión, la situación se magnificó y si se ve la realidad, esta no ha sido lo que se esperaba, porque de lo contrario habría mucho más casos. En Ciudad México, con 20 millones de habitantes, solo ha habido unos 2.000 casos en más de dos meses que tiene el brote, lo cual indica que el virus en apariencia no es tan contagioso, acotó.
Sin embargo, no descartó que la situación pueda cambiar, en vista de que la gripe española a inicios del siglo XX presentó varias oleadas. En la primera hubo pocas muertes; en la segunda aumentó la mortalidad; y en la tercera fase tuvo lugar la pandemia.
Boza destacó que las circunstancias de los males no siempre son las mismas y esto es determinante en la mortalidad que generen, como se dio con gripes más recientes –por ejemplo la llamada de Hong Kong-, en que existen medicamentos como los antibióticos.
Respecto de la vulnerabilidad por edades, detalló que los niños y niñas menores de 6 años y las personas adultas mayores (más de 65 años), son los más expuestos a padecer los rigores de una influenza como esta. Los primeros apenas están desarrollando su sistema inmunológico y en los segundos se va debilitando.
Por el hacinamiento del distrito federal mexicano, es más fácil que ocurra la transmisión de una enfermedad como esta, a lo cual hay que sumar otras condiciones, como las higiénicas, de nutrición, de pobreza, si tienen otros males (hipertensión, diabetes).
Para Boza, el desarrollo en los sistemas hospitalarios y la educación de las personas son determinantes en el impacto que un virus como el H1N1 pueda tener y aunque aún faltan muchos datos para hacer un análisis más profundo, esto podría explicar por qué en las naciones desarrolladas no hay víctimas todavía. Por supuesto que hay una relación directa entre la afectación por enfermedades y la pobreza, agregó.
El especialista criticó el carácter alarmista de algunos medios de comunicación en torno al virus. “No estoy tan de acuerdo en que se haga tanto alboroto desde las 6 de la mañana hasta la noche, hablando de las mismas noticias, muchas de ellas alarmistas, porque eso crea miedo en la gente”.
Según Boza, el periodo de incubación de esta y otras influenzas va de 3 a cuatro días y en este mismo lapso es que también es transmisible a otras personas, mientras que la duración de los síntomas es de unos 8 días. Antes de que se compruebe la enfermedad, no es conveniente ingerir ningún medicamento.
PAÍS BIEN PREPARADO
Por otro lado, la especialista en servicios de salud y directora de la Escuela de Salud Pública de la UCR, Ileana Vargas, considera que Costa Rica está bien preparada para enfrentar un brote de influenza.
En esto coincidió el microbiólogo y docente de esta escuela, Jorge Vargas, quien ve como una ventaja que el país cuente con especialistas en diversas áreas médicas, que además trabajan en el sistema público de salud y que con sus puntos de vista ayudan a enriquecer los enfoques para combatir una influenza como la H1N1.
Por su parte, Vargas resaltó que Costa Rica ha incorporado en su cultura la atención de emergencias, a partir de la lucha contra los desastres naturales, cuando se han desarrollado acciones preventivas.
Lo mismo sucede en materia de enfermedades infectocontagiosas, con un sistema de vigilancia desarrollado por el Ministerio de Salud, que con frecuencia atiende brotes y hace investigación epidemiológica, añadió.
Ambos enfatizaron en la importancia de la buena nutrición, a la hora de que las personas se vean afectadas por enfermedades, sobre todo si son infectocontagiosas como la influenza, ya que la alimentación determina la calidad del sistema inmunológico de cada persona.
Convergieron también en que en Costa Rica la enfermedad ha sido manejada correctamente, desde el punto de vista epidemiológico.
Para ellos, todavía es muy temprano –por el número de casos- para que las autoridades gubernamentales y de salud tomen decisiones más drásticas, como regular las concentraciones y suspender clases en el sistema educativo.
A pesar de que aún es temprano para tener una conclusión sobre las consecuencias generales del virus H1N1, la viróloga Laya Hun Opfer advirtió que “no hay nada peor que la ignorancia, tanto para provocar pánico como para no tomar en serio las cosas. Lo más importante es la correcta información y que la gente sepa qué es lo que debe hacer”.
Influenza dejó de ser porcina
Desde hace mucho tiempo, la influenza que brotó recientemente en México dejó de ser exclusiva de los cerdos y mutó hasta convertirse en un virus de transmisión humana, aseguró el médico veterinario Johann Lotz, profesor de la Escuela de Zootecnia de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Es por eso que el sector internacional de la industria porcina se quejó por la denominación inicial de influenza porcina y de otros nombres asociados a los cerdos, para referirse a la gripe H1N1 que ha contagiado a centenas de personas y ha provocado 26 muertes en el planeta hasta el lunes 4 de mayo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La Organización Iberoamericana de Porcicultura emitió el 27 de abril un comunicado en el que enfatiza que “esta cepa de influenza aparenta ser una nueva recombinación natural de virus humanos, porcinos y aviares, no estando directamente relacionada con la influenza porcina que afecta a la industria porcícola” y por eso la carne de cerdo no actúa como medio de contagio y no resultada dañino su consumo.
La gripe que en algún momento tuvo un origen porcino, en este momento no tiene ninguna relación con la crianza de estos animales y por lo tanto, “no juega ningún papel en el desarrollo de esta enfermedad”, aclaró Lotz por su parte, quien tiene amplios conocimientos en porcicultura.
El experto recordó que desde 1930 hay reportados brotes de fiebre porcina y más recientemente –desde 1988-, se han presentado más de una decena de casos.
Al explicar cómo dicho virus pasó de ser un mal de los cerdos a un problema de salud humana, detalló que –por ejemplo- el virus pudo alojarse en los pulmones de este animal y mutar allí sus genes, hasta transformar la constitución de este virus; esta situación se puede presentar también en otras especies, como aves.
Lotz puntualizó que no hay un tiempo determinado para que se dé este proceso de mutación a lo interno de un animal como el cerdo, y en muchos casos este plazo podría depender de su aparato inmunológico, lo cual también es aplicable para los humanos.
Se puede dar el caso de que un humano resfriado contagie a un animal y que el virus mute en este y origina otro tipo, que luego se pasa a seres humanos.
Lo interesante del virus actual, es que las personas contagiadas muestran el mismo genotipo en los distintos lugares y países en donde ha aparecido, comentó el veterinario.
Al preguntársele por qué con la gripe aviar hubo exterminación de aves para evitar que se expandiera el contagio, la especialista de la mencionada Escuela, Rebeca Zamora, aseguró que en aquel entonces hubo un mal manejo de la información e incluso a principios de este año la OMS así lo reconoció, por lo que no se debió matar tantas aves.
De acuerdo con Zamora, las probabilidades de que un animal mute un virus tras contagiarse de un virus humano, no son muy altas, como tampoco las posibilidades de que una vez mutado entre en contacto con humanos.
Incluso –agregó- puede ser que un virus mutado como esta influenza H1N1 haya estado en contacto con personas, pero que estas tuvieran un sistema inmunológico fuerte y por eso no les afectara. Sin embargo, al encontrar a individuos con las defensas bajas, se produce la mutación.
En su opinión, se deben dar numerosas condiciones –llamadas presión ambiental-, para que un cerdo o un ave haga una mutación como esta.
La presión ambiental se da cuando el animal está sometido a un estrés muy alto en su manejo: temperaturas y humedad muy frías o calientes, desnutrición, hacinamiento con humanos, padecimiento de otras enfermedades.
Zamora dijo que condiciones como las anteriores prácticamente se dan solo en naciones asiáticas y eso fue lo que ocurrió con la gripe aviar. Con la influenza norteamericana no se tiene claro su sitio de origen y no se descarta que también provenga de Asia.
No obstante, una información del periódico Rebelión (en Internet, http://www.rebelion.org), da cuenta de que en Perote –comunidad del estado mexicano de Veracruz- se reportó a finales de marzo pasado un fuerte brote de infecciones respiratorias, con síntomas similares a los de la influenza norteamericana.
Según informó Rebelión, justo en Perote se encuentra Granjas Carroll (http://www.granjascarroll.com), “una multinacional que pertenece en un 50% a Smithfield Foods, Inc., con sede en Virginia (USA). No opera dentro de USA porque fue sancionada por la contaminación que provocaron sus criaderos de cerdos”.
Un brote sospechoso
El brote del virus H1N1, después denominado influenza norteamericana, ha despertado suspicacia en algunos sectores, pues según informaciones como la difundida por el boletín en Internet por Radio Mundial (http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?23595), las compañías farmacéuticas que venden medicamentos contra esta gripe estaban hasta hace poco en bancarrota.
La referencia es a las empresas que son las únicas que producen el medicamento Oseltamivir y Zanamivir, utilizados contra este virus. El Oseltamivir es el mismo que se aplica para combatir la gripe aviar. La otra produce el Zanamivir.
La información de Radio Mundial detalla que “los últimos indicadores de la bolsa de Zurich mostraban que uno de estos grupos farmacéuticos perdía un 8.47 % de sus acciones, lo que ratifica que durante los últimos meses sus cotizaciones iban en descenso progresivo. Mientras que el otro durante el primer trimestre de 2009, registró pérdidas del 1.5 %, lo cual -según analistas- es una evidencia de la caída vertiginosa de esta empresa”.
Uno de los grupos anunció que dispone de 3 millones de dosis del medicamento recomendado por la Organización Mundial de Salud (OMS) contra el virus de la gripe. Dijo estar listo para enviar a la OMS esta cantidad de medicamentos que, junto a los 2 millones que ya posee el organismo internacional, sumaría 5 millones de dosis que permitiría curar el mismo número de personas afectadas, agregó Radio Mundial.
Cabe mencionar que en el libro “La mafia médica”, la médica canadiense Ghislaine Lanctot denunció como miembros de este grupo –con distintos grados e implicaciones, a la industria farmacéutica, a las autoridades políticas, a los hospitales, las compañías aseguradoras, las agencias de medicamentos, los propios médicos, y la OMS.
Por sus denuncias, la Dra. Lanctot fue expulsada del colegio de médicos y se le retiró su licencia para ejercer la medicina.
En su libro, además de referirse a la verdadera naturaleza de las enfermedades, explica cómo las grandes empresas farmacéuticas controlan no sólo la investigación, sino también la docencia médica, y cómo se ha creado un sistema sanitario basado en la enfermedad en vez de la salud.