La aprobación de tres tipos de maíz transgénico ha despertado criterios en contra. (Foto: archivo)
Es indispensable declarar una moratoria contra la siembra de maíz transgénico, afirmó Jaime García, investigador del Centro de Educación Ambiental de la Universidad Estatal a Distancia y profesor catedrático de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica.
Lo anterior lo expresó García al referirse a la reciente aprobación por parte de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad del Servicio Fitosanitario del Estado (CTNBio), para que la firma D&PL Semillas Lda. siembre tres tipos de maíz transgénico, en Chomes de Puntarenas.
Como informó UNIVERSIDAD en su anterior edición, el objetivo de dicha empresa es sembrar las mencionadas tres variedades de la empresa Monsanto, en un terreno que no supera una hectárea, para producir las semillas y exportarlas a su país de origen.
La autorización de la CTNBio ha desatado una serie de preocupaciones y reacciones en distintos sectores, por lo que UNIVERSIDAD se ha dado a la tarea de abrir espacios a diversos expertos para conocer su opinión.
D&PL Semillas Ltda. solicitó el permiso para sembrar tres variedades genéticamente alteradas: maíz amarillo Yieldgard II, resistente a lepidópteros; maíz amarillo Roundup Ready, tolerante al glifosato; y maíz amarillo CCR, tolerante al glifosato y al gusano de raíz Diabrotica.
De acuerdo con Jaime García, al aprobar la siembra y producción de maíz transgénico existe un riesgo factible de contaminación de las variedades criollas o autóctonas del país, además de una amenaza a la soberanía y seguridad alimentaria, tanto cultural como culinaria.
Según una investigación que él hizo: “La contaminación silenciosa”, hay suficientes pruebas de contaminación de cultivos por siembras transgénicas en 60 países de cinco continentes.
Esto es confirmado –agregó− en más de 216 casos de contaminación de alimentos, y una parte de ellas se dio a partir de variedades transgénicas no disponibles comercialmente; por ejemplo, cultivadas bajo condiciones controladas en ensayos experimentales.
Aunque el mayor número de casos han ocurrido en Estados Unidos, en Costa Rica −documentó el investigador− se han confirmado tres casos de contaminación.
“La primera confirmación de la contaminación transgénica en nuestro país la hace el sentido común, puesto que una gran parte de nuestras importaciones de alimentos procesados y semillas vienen de Estados Unidos y de Canadá, dos de los principales productores en el mundo de cultivos genéticamente alterados, especialmente de maíz, soya y canola”, comentó.
En un segundo caso, se realizó un estudio por parte del Centro de Investigación de Biotecnología del Instituto Tecnológico de Costa Rica, en el cual se incluyó muestras de semillas, subproductos o alimentos procesados de arroz, maíz, soya, algodón y papa.
Dicha investigación encontró que 16 productos comerciales analizados –un 56% de la muestra− resultaron positivos a la prueba realizada y reflejaron que en el país circulan varios productos con una alta posibilidad de contener injerencia transgénica.
La tercera confirmación, indica el informe, proviene de un estudio realizado en el 2004, por el cual se evidenció la presencia de organismos genéticamente alterados o transgénicos en la cadena alimenticia del país y puso al descubierto la incapacidad del Estado en el resguardo de la bioseguridad nacional, frente a los impactos que podrían tener.
Este estudio fue desarrollado con la colaboración de la Red de Coordinación de Biodiversidad y contó con el apoyo y supervisión de la Defensoría de los Habitantes, el departamento de Cuarentena Vegetal del Ministerio de Agricultura y Ganadería, el Frente Ecologista Universitario de la Universidad de Costa Rica y miembros de la sociedad civil.
Por otra parte, García enfatizó que se ve afectada la imagen del país, pues en el mundo turístico se promociona a Costa Rica como una nación verde, sin ingredientes artificiales, y al aprobarse este tipo de siembras le resta credibilidad.
Debido a estas razones y otras que dio a conocer, el experto planteó que se hace necesaria una revisión de la legislación actual, como de las implicaciones que la tecnología transgénica puede tener para el país. En su criterio, las evidencias actuales refuerzan la idea de la aplicación del principio de precaución por parte de las autoridades.
A continuación un extracto de la entrevista con la explicación y detalle de por qué García considera que es necesario declarar una moratoria y llevar a cabo mayores investigaciones, antes de aprobar este tipo de siembras.
Jaime García, investigador del Centro de Educación Ambiental de la Universidad Estatal a Distancia y profesor catedrático de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica.
En el tema de producción transgénica de maíz en Costa Rica, con los tres casos aprobados recientemente por la Comisión Nacional Técnica de Bioseguridad (CNTBio), ¿existe un riesgo real de contaminación o polinización a otros cultivos?
−En mi opinión se trata de un riesgo muy factible, dado que el maíz es una planta de polinización abierta. En este sentido, la preocupación está en la inevitable contaminación genética que se podría dar si se llegaran a liberar al ambiente estas variedades de maíz genéticamente modificadas, ya que a la fecha no existen medidas regulatorias efectivas para evitar la contaminación, ni la manera de corregir sus consecuencias negativas.
En otras palabras, la coexistencia de este tipo de cultivos con variedades criollas o convencionales, en casos como el que nos ocupa, no es posible.
Se trata de una siembra en no más de una hectárea, al parecer sin beneficios para el país. ¿Cómo podría afectarlo?
−Es producción de semillas de tres variedades de maíz genéticamente alterado para su exportación. No veo ningún beneficio tangible para el país; todo lo contrario, estamos por un lado poniendo en riesgo de contaminación las variedades criollas y convencionales de maíz, en caso de que estas lleguen a contaminarse con el polen de las transgénicas. Por otra parte, estamos dando un mensaje contradictorio al mundo en materia ambiental, dado que Costa Rica se anuncia como un país verde, “sin ingredientes artificiales” (como reza la propaganda del ICT); en este sentido, se está dañando la imagen del país.
¿Qué medidas deberían tomarse para aprobar este tipo de cultivos?
−En este momento la única medida razonable y viable es la aplicación de una moratoria, hasta tanto no se resuelva una serie de incertidumbres que hay alrededor del tema, especialmente con respecto a los eventuales impactos en el ambiente y la salud.
¿Cómo ve la iniciativa mediante la cual ya hay 37 cantones que se han declarado libres de transgénicos?
−Es un indicador muy positivo, pues nuestra población empieza a enterarse y a tomar partido en un tema que nos compete a todos: la calidad de la comida y su relación con la salud.
Nos encontramos en una época donde la información puede accederse de una manera más rápida y constatarse que −a la luz de las experiencias que están viviendo aquellos países que han permitido la entrada de este tipo de cultivos en sus territorios− los resultados distan mucho de ser los “cantos de sirena” que prometen.
Maíz criollo
Ante la aprobación de una solicitud para sembrar maíz transgénico, diversos sectores han manifestado su posición en contra, aduciendo que se afectarán los cultivos de las variedades criollas del grano.
Estos granos cuentan con características únicas y muy particulares, adaptadas de acuerdo con las condiciones geográficas y socioculturales desde tiempos precolombinos. Entre las especies criollas se encuentra:
Pujagua
Rosalis (amarillo y blanco)
Maiceno
Patango
Negro
Congo
Amarillo
Diamante
Piniquitillo
Colorado
Maizón (blanco y amarillo)
Sangre de Cristo
UPIAV-G6
EJN2
JSAENZ
Tuza Morada