Un capitalismo depredador que ha trasladado recursos del sector público al privado
John Saxe-Fernández: «Un sector inteligente de los agricultores de Costa Rica se ha dado cuenta de que va a estar en la picota con el TLC».
El bilateralismo intensivo que el presidente estadounidense George W. Bush desarrolla con cada uno de los países negociantes en los Tratados de Libre Comercio (TLC) conllevará a un capitalismo tan depredador que traslada los negocios o monopolios del área pública al sector privado.
Esa es una de las conclusiones a las que llega el sociólogo costarricense-mexicano John Saxe-Fernández, quien escribió un libro hace tres años del que pueden desprenderse muchas comparaciones entre lo que pasa aquí con el proceso de ratificación del tratado y lo sucedido en la nación azteca.
La publicación, denominada «La compra-venta de México» resume cómo el capitalismo desde el tiempo de Teodoro Delano Roosevelt necesitó crear ese tipo de convenios comerciales para colocar los excedentes de producción de Estados Unidos.
El análisis, profuso en cifras oficiales y consolidado con documentos académicos, gubernamentales y estadounidenses, explica el empobrecimiento que el TLC provocó en México luego de 10 años que se suscribió con la primera potencia mundial.
Algunas conclusiones sobre este proceso se compartieron el pasado 2 de noviembre con este catedrático de la Universidad Nacional de México (UNAM), quien estuvo de visita en UNIVERSIDAD la semana anterior.
También se discutió con él el desenvolvimiento empresarial de Carlos Slim, el tercer hombre mas rico del mundo, quien ha establecido contactos en Costa Rica, pues tendría un enorme interés por invertir en telecomunicaciones ante una eventual apertura en este campo con la ratificación del TLC entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos. UNIVERSIDAD divulgó un informe especial sobre el tema en la edición 1644.
LOS NEGOCIAZOS
¿Usted conoce algún ligamen de Carlos Slim con empresarios costarricenses o latinoamericanos?
-Es una temática que no he tratado. Sé que tiene títulos e inversiones en Colombia y en otros países, y que es el principal encabezador de la lista Forbes de las megafortunas, de más de $1.000 millones que se formaron en Latinoamérica, de este proceso que tiene más de 15 años de privatizaciones y, desde luego, cuando hablamos de procesos de privatizaciones la primera figura que sale en el caso mexicano es la privatización que se hizo de TELMEX, la principal empresa telefónica del país que a lo largo de los años funcionó muy bien, y cuando Salinas de Gortari hizo la privatización de TELMEX, la institución estaba en números negros y Slim la recibió a precio vil, y en tres años estaba bautizada la empresa porque era altamente rentable. Las otras entidades que Salinas de Gortari privatizó por un valor estimado de $23.000 millones a favor de ese grupúsculo que en la literatura se le llama la oligarquía. Mi hermano, Eduardo Gutiérrez-Saxe, prefiere llamarla la neoligarquía en un libro que tiene sobre el tema. Esa oligarquía tiene ciertas características junto con el alto empresariado internacional; estamos hablando de grandes monopolios y oligopolios. En el caso mexicano se trata de estadounidenses interesados en recursos naturales en América Latina, fundamentalmente petróleo, agua, ciertos servicios, electricidad, petroquímica, es decir, las grandes empresas, el patrimonio.
Slim es el representante de una clase que difícilmente yo categorizaría como una clase empresarial, sino como una clase de hombres de negocios que hacen fortuna a base de las relaciones políticas que tienen con los instrumentos de Estado y no a base de la construcción de grandes empresas que van a generar encadenamientos productivos en sus países.
Sin embargo, él, por ejemplo, según la revista Newsweek en español de mayo de este año, dijo que estaba en contra de los procesos de ajuste estructural que había hecho el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde los años 80 porque lo que demostraron es que hicieron entrar en una recesión económica a Latinoamérica. Se muestra muy crítico ante esto y el Consenso de Washington, luego de amasada su fortuna. Sobre esas aseveraciones, ¿qué opina usted?
-Slim organizó recientemente una reunión del alto capital, que se llamó la Reunión de Chapultepec. Eso lo hizo el 21 de setiembre. Fue un encuentro sumamente interesante porque él es el promotor y se llegó a definir un documento en el que muchos de los planteamientos que se hacen son totalmente atendibles en el sentido de que están hablando de la necesidad de generar empleo, de que el estado de derecho sea un estado que se sustente y que tenga fortaleza, que las desigualdades sociales se aminoren. Pero nadie en su sano juicio cuestionaría esos dudables fines. El problema surge cuando uno lee el documento final de la reunión y se pregunta: «¿cuándo van a lograr esto?».
EL PETRÓLEO Y LA ELECTRICIDAD
Como investigador, ¿a usted le extraña, en el contexto del expansionismo de los negocios de Carlos Slim, esa imbricación que parece darse entre el imperialismo estadounidense y los tratados de libre comercio?
-Siempre se ha imbricado porque el TLC cuando se planteó, es más bien un tratado de inversión, que tiene que ver con la propiedad y con la seguridad. De tal manera que ese es un problema central. Le puedo decir que el tratado tenía en la mira: el patrimonio nacional, la propiedad. Así lo reconoció el vicepresidente Albert Gore cuando se discutió el tratado en tiempos de Bill Clinton. Cuando Gore se enfrentó a Ross Perot, en un famoso debate televisivo de la CNN, increpó a Perot y le dijo: «Lo que usted no entiende, señor Perot, es que para nosotros este tratado es tan importante como la compra de Louisiana, que es una operación de propiedad de 1803 y con la compra de Alaska de 1867». Es una referencia sumamente importante. Entonces lo que hice en mis investigaciones fue preguntarme exactamente qué es lo que Estados Unidos está comprando con el TLC y lo que compra muy al detalle son cosas muy importantes: el usufructo de una reserva petrolera, un sistema de 60.000 kilómetros de ductos, todo lo que es la recolección de hidrocarburos, los pozos y las instalaciones que están desplegadas en territorio nacional mexicano. Además, la Comisión Federal de Electricidad también les interesa.
Entonces, los ejes centrales son el petróleo y la electricidad.
Para Costa Rica es importante entender quiénes han sido los beneficiarios de estos procesos. La otra fase del tratado es la instauración de una alianza para la prosperidad y la seguridad colocada encima del tratado norteamericano de libre comercio, con integración militar y de servicios de seguridad e inteligencia con la excusa de la lucha contra el terrorismo.
¿Cree usted que el presidente mexicano Vicente Fox, quiere vender el petróleo para recibir una buena comisión?
-Tengo la sensación, siendo generoso, de que efectivamente usted tiene razón. Se lo digo con conocimiento de causa, porque desde que él llegó en enero de 2000 a mayo de este año, solo una empresa que se llama Hally Burton, recibió contratos no sometidos a escrutinio público por $1.224 millones, 156 contratos de petróleos mexicanos. Esto es al margen de la constitución; es algo absolutamente ilegal. Estamos hablando de empresas como Bechtel, Schulemberg, de unas 20 compañías y lo que hacen, esencialmente, es ir cerrando las direcciones generales de Petróleos Mexicanos (PEMEX). Sacan o van jubilando a los técnicos y obreros mexicanos en un «despido hormiga»-para que no se sienta mucho- y eso lo va sustituyendo operativamente por firmas extranjeras.
TELARAÑA DE PODER
Por lo que usted habla como investigador social y por publicaciones que hicimos la edición anterior basados en múltiples revistas y cables internacionales, ¿se podría decir que existe una neoligarquía latinoamericana que está ligada con Slim y otros grandes magnates mundiales? ¿Qué tanto tuvo que ver esa red de amistades empresarial y política con la suscripción del Tratado entre México y Estados Unidos?
-Esas son las incongruencias de estos empresarios, porque ellos fueron los primeros en apoyar el TLC, las asociaciones de grandes empresarios.
El objetivo de los tratados ha sido el desmantelamiento del aparato productivo. Por ejemplo, en automotriz, le conté que la mayoría es extranjera.
Antes del tratado, aproximadamente el 60% ó 70% de cada automóvil eran insumos estatales, porque había cláusulas que sobre las inversiones decían que tiene que haber un mínimo de insumo nacional o en el producto terminal. Con el tratado esto se quita y las empresas comienzan a traer directamente las partes de su colocación. Hoy podríamos decir que hay una regresión y solo el 30% de los insumos de cada automóvil son productos de la minería, petroquímica mexicana, etcétera.
Segundo punto: el área de metalmecánica. Ha sido totalmente desmantelada, que es fundamental para un proceso de industrialización.
Finalmente, en el área agrícola los efectos han sido devastadores.
Antes de esto, teníamos metido al Fondo Monetario Internacional (FMI) en varios créditos y finalmente deshicieron los mecanismos de subsidio del campo, los precios de garantía, los de fertilizantes, de los combustibles, el financiamiento para la mecanización del campo y en todo esto lo que tenemos es una brutal regresión.
El Secretario de Estado del presidente norteamericano Benjamín Harrison, James Blaine, decía que los excedentes producidos por los Estados Unidos se debían colocar en los mercados del Tercer Mundo. Mientras tanto, los empresarios estadounidenses han subsidiado a sus agricultores, porque todo el mundo lo hace.
Con la sobreproducción de oleaginosas, de trigos y granos, llega el Banco Mundial, comienza a trabajar la «modernización» del agro mexicano, con Salinas de Gortari, y se modifica el artículo 27 constitucional, en la sección que se dedicaba a la propiedad agrícola y se cortan todos los insumos, se debilita de manera irresponsable la producción local de granos comerciales, se lanzan 5 millones de familias campesinas a la calle, se debilita de manera irresponsable la producción local de granos locales.
Tengo documentos confidenciales del Embajador de los Estados Unidos que se dieron a conocer en Washington en los que los asesores económicos le dicen al embajador «que ya hemos logrado limitar la producción de granos en México». Consecuentemente, esto es un gran éxito que implica que los mexicanos tendrán que comprar más granos. Estamos hablando de la época de Salinas de Gortari y poco después de la administración de él.
Este desmantelamiento del campo sigue impertérrito hasta la fecha, mientras Bush -durante su segundo año del primer mandato- lo que hace es aumentar a los granjeros estadounidenses más los subsidios, en una década, a $190.000 millones.
Entonces, este tipo de cosas, mediante el BM, ha venido sistemáticamente trabajando la protección de sus sectores de grano.
El campesinado mexicano fue el primer gran impactado con el TLC.
La producción de granos tuvo una caída, los primeros años, de 30% a un 50% -desde 1990 al 2004-, se desplomó la inversión pública en el campo con la correspondiente caída de la producción nacional en frijol, maíz, oleaginosas, y, paralelamente, un incremento de más del 50% en la importación de granos.
Los excluídos, los cinco millones de familias campesinas de que le hablé, se fueron a la ciudad o a la frontera norte.
¿Usted cree que esto explica por qué Estados Unidos muestra una gran preocupación por las migraciones que se hagan desde Centroamérica y de ahí que ha instalado una escuela militar en El Salvador?
-Sí, y ahí están las características de este sistema que es altamente contradictorio, que se intensificó desde los años 80 hasta ahora cuando se han aplicado las políticas neoliberales.
Es una política y un capitalismo depredador, montado sobre los intereses cortoplacistas de las grandes empresas, pero que tiene un efecto de profunda desestabilización, porque no son compañías filantrópicas.
Este tipo de capitalismo ha hecho que se trasladen los instrumentos públicos al sector privado de una forma como nunca se ha visto en la historia, desde la Colonia.
La política económica desestabiliza a nivel macroeconómico a los países pero favorece a los graneros estadounidenses; al desestabilizar se aumentan los procesos migratorios y los controles policíaco-militares sobre la migración. Estos elementos se concentran en la Oficina Presidencial de los Estados Unidos.
El auspicio de políticas económicas desestabilizantes que rompen el tejido social de manera profunda -eso es la fuerza centrífuga capitalista-, simultáneamente con una fuerza de centripetación capitalista, resultan en una creciente concentración de poderes policíaco-militares e inteligencia en el Ejecutivo, para proyectar poderío policíaco militar, para controlar las consecuencias de la política económica que se está aplicando.
Esta es una dialéctica típica del imperialismo estadounidense y le menciono el concepto imperialismo como uno más relevante en estos momentos que el de la tecnologización.
¿Esto puede explicar que El Salvador aceptara que EE.UU. pusiera allí una academia policíaco-militar, después de que Costa Rica la rechazó?
-Absolutamente. Eso y el despliegue de bases militares y, sobre todo, si tanto México como Costa Rica a lo largo de la Guerra Fría tuvieron gran reticencia en participar en actividades paramilitares y en cambio en el Cono Sur era donde se daban las grandes actividades de este tipo.
Hay un gran nivel de adiestramiento y tecnología para controlar a la población. Y en Latinoamérica se ve un despliegue militar y al sur de la frontera con México.
PUEBLOS VENDIDOS SIN DARSE CUENTA
¿Para usted los TLC son instrumentos de desarrollo para Latinoamérica?
-Son instrumentos de sujeción para contener el desarrollo endógeno. El TLC es de alguna manera una Enmienda Platt para América Latina, porque lo que los TLC les roban a estos países son los elementos requeridos para el desarrollo endógeno.
Un sector inteligente de los agricultores costarricenses se han dado cuenta de que van a estar en la picota.
Todavía no me explico cómo Jack Liberman, el presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica, se comporta como los oligarcas de México. A ellos no les importa, son los intermediarios, no les interesa que el aparato industrial se los vayan a desmantelar. Tienen sus dineros colocados afuera y para eso están los programas policíaco-militares, para enfrentar lo que ellos mismos están promoviendo, que es la inestabilidad social y el rompimiento de los equilibrios.
¿Qué opina de que Estados Unidos firmara un «agreement» con Costa Rica y nosotros un tratado comercial?
-El «agreement» no tiene sobre EE.UU. la misma posición normativa que posee en el caso de México y Costa Rica, que es un tratado.
En el caso mexicano: son ley suprema del país siempre y cuando no contradigan la constitución. Porque por encima del tratado jerárquicamente está la Carta Magna.
Eso en el papel, pero, ¿en la práctica sí se podría dar una suplantación como en nuestro caso, que existe una agenda complementaria la cual implica el envío al parlamento de una serie de leyes muchas de las cuales repasan materia ya existente?
-Eso es otro asunto, cuando se genera una subejecución normativa de las leyes o reglamentos. Entonces ahí lo que vivimos en México: no que el tratado estuviera por encima de la Constitución, pero ciertamente a raíz del tratado, un enorme equipo de abogados de Estados Unidos hicieron gigantescas transformaciones en la ley de pesca, de vinería, de todo, para que se fuera ajustando al tratado y eso sí lo pudieron hacer porque tenían los votos en la legislatura para hacer los cambios.
En el libro que escribí, «La compra-venta de México» del cual hice una donación para las bibliotecas de la Universidad de Costa Rica, tiene un capítulo que se llama «La transformación normativa del estado de derecho en México», en el cual se explica cómo se hizo ese proceso mientras que en Estados Unidos siguen igual de proteccionistas.
Lo que le habíamos planteado a Salinas de Gortari era hacer un enorme bloque de negociación con Brasil, Argentina, Chile y otras grandes naciones para conversar con Estados Unidos, pero fue un gran error de él haber negociado bilateralmente dadas las enormes asimetrías existentes entre ambas naciones.
Es interesante ver cómo hoy esos mismos países que cité se oponen al Libre Tratado de las Américas (ALCA, por sus siglas en inglés).