Juan Manuel Villasuso: Los indicadores de la economía tica no son para alarmarse

Lejos de lo que afirman otros analistas, el economista y exministro de Planificación Juan Manuel Villasuso prevé que la economía costarricense va a estar

Lejos de lo que afirman otros analistas, el economista y exministro de Planificación Juan Manuel Villasuso prevé que la economía costarricense va a estar un “poquito mejor” en el 2012 en relación con lo que fue en el 2011. Esto, entre otras razones, porque no cree que vaya a empeorar la situación de EE.UU., que es el país que mayor incidencia tiene en la economía costarricense, y la crisis europea tendrá poco impacto.

En su criterio, los indicadores vitales de la economía costarricense “no son para alarmarse”, tanto por lo que respecta al endeudamiento público, como la inflación, el crecimiento económico y el déficit fiscal.

Si bien considera que se necesita una reforma fiscal, es más por razones de justicia social, que por criterios fiscalistas. En ese sentido, en entrevista con UNIVERSIDAD, señaló que se necesita una reforma más integral y progresiva que la que se discute actualmente en la Asamblea Legislativa.

 

¿Usted no cree que el déficit fiscal sea motivo de alarma como dicen otros economistas?

– A los economistas les encanta acabar con el mundo. Yo he visto acabarse el mundo por problemas fiscales desde hace un montón de años.  Que si no se modifican las presiones en el campo fiscal, el mundo se acaba. Que si no se firma el Tratado de Libre Comercio con EE.UU., el mundo se acaba. Que si al Banco Central (BCCR) no se le permite hacer tal cosa, el mundo se acaba.

Por suerte el mundo no se acaba tan rápido y las economías tienen una gran capacidad para superar las crisis. Hay elementos dinámicos en la propia sociedad y en el funcionamiento de la economía que mitigan muchos de los problemas económicos.

Acordémonos que hace 15 años cuando llegó José María Figueres al Gobierno anunció que si no se hacía una reforma fiscal y se privatizaban las empresas públicas, hasta las playas, el problema fiscal era tan grande que iba a arrasar con el país. Y hubo varios economistas, entre ellos su ministro de Hacienda y el presidente del BCCR que lo respaldaban. Pero no se hizo nada de eso y el país siguió funcionando.

Más recientemente en el gobierno de Abel Pacheco también el mundo se acababa si no se hacía una reforma fiscal. Que por cierto era un plan fiscal mucho mejor concebido y mucho más integral y más coherente que el que ahora se ha presentado. Pero el planteamiento era que se acababa porque el crecimiento que iba a tener el déficit fiscal iba a arrasar con la economía, la inflación se iba a disparar, y el desempleo iba a crecer. No se aprobó ese plan fiscal y en el gobierno siguiente, dos años después, Costa Rica estaba con superávit primario en las cuentas fiscales.

Se olvidan de que hay estabilizadores automáticos, que hay mecanismos de incremento de los ingresos cuando la economía crece. Es algo de lo que en Europa se están olvidando, y lo que están haciendo es contrayendo el gasto público y la economía, con lo cual la situación fiscal se va a agravar evidentemente, porque nada ayuda más a la situación fiscal que el crecimiento.

Sin embargo, eso se pasa por alto…

-Es que aquí se mezcla la teoría económica con la ideología política. Aquellos que tienen una ideología del estado minimalista –la cual sigue prevaleciendo- asumen teorías económicas que llevan a que el gasto público se reduzca lo más posible, porque es coherente con su ideología política.

Los que creemos que el Estado debe desempeñar un papel importante en la sociedad reconocemos que desde el punto de vita fiscal es necesario que el Estado ejecute  su labor a través del gasto público.

¿Los “neoestatistas” que llama Óscar Arias?

-Bueno, si queremos encontrarle etiquetas yo puedo también encontrar etiquetas para los que no piensen como yo, pero no es eso de lo que se trata. Ahí se mezcla la ideología política de cómo se concibe el vínculo entre Estado y sociedad con teorías económicas, porque usted encuentra una gran variedad de teorías económicas y puede escoger la que más le guste. Que esa teoría sirva para una determinada realidad en un determinado momento es otra cosa.

Ahora están escogiendo, sobre todo en Europa, una teoría económica que es absolutamente perjudicial para las circunstancias europeas, pero se acomoda perfectamente con la ideología. Ese es el problema de fondo que tenemos.

¿En Costa Rica también?

-En el caso de Costa Rica yo no sé ahora qué van a decir los que asumieron esa línea tremendista de que nos hundíamos  porque el déficit fiscal iba a llegar a 6% del PIB, ahora que los datos recientes dicen que es solamente de un 4.4%, que es un déficit relativamente bajo en estas circunstancias. Porque esa es la otra cosa importante, y es que uno no puede ver las condiciones de inflación o de déficit fiscal aisladamente, uno tiene que verlas en el contexto del ciclo económico.

Estamos en un ciclo económico depresivo, en el cual las tasas de inflación son bajas y los gobiernos han tenido que incrementar el gasto para poder estimular la economía. Entonces nos encontramos  inflaciones bajas pero déficits fiscales relativamente altos, y esto es  universal.

En Costa Rica, en este contexto tenemos una inflación bastante baja y un déficit fiscal también bajo en comparación con otros países. Pero no solo eso. Hay que analizar el déficit fiscal en el contexto del escenario fiscal completo, cuánto es nuestro nivel de endeudamiento como país, porque no es lo mismo endeudarse más si uno ya está muy endeudado, a si uno está poco endeudado. Y lo cierto es que Costa Rica es un país que está poco endeudado, tanto en deuda externa como en deuda interna.

Nuestra deuda pública anda alrededor de 40%. Cuando vemos que inclusive países vecinos están con niveles de endeudamiento mayores, y ni qué decir de los países desarrollados. EE.UU. anda alrededor del 95%. Ahí estamos hablando de niveles de endeudamiento que sí son preocupantes.

¿Y no hay un problema por el lado del endeudamiento privado como dicen algunos economistas?

-El problema del endeudamiento privado es un problema que tiene que ver con las políticas de estímulo a la economía, no tiene que ver con la situación fiscal.

En Costa Rica si bien es cierto la gente se ha ido endeudando y posiblemente los niveles de endeudamiento en las tarjetas de crédito es relativamente más alto de lo que era antes, yo no diría, con los datos de que se dispone, que tenemos un endeudamiento privado excesivo. Las empresas en los últimos dos años han sido tremendamente cautas en términos de endeudarse para inversiones; lo que han hecho es ir aplazando las inversiones. De tal manera que ese argumento no es complemente válido.

Entonces, ni tenemos un nivel de endeudamiento alto por parte del Estado, ni los niveles de endeudamiento privado están en una situación crítica.

Pero no es que no se necesita una reforma fiscal…

-No todos coincidimos sobre las razones por las cuales se necesita hacer una reforma fiscal. Hay quienes piensan que se requiere una reforma fiscal porque no debería haber déficit. Entonces debería hacerse una reforma fiscal que incrementara los ingresos para que se redujera el déficit; son criterios puramente fiscalistas.

Hay otros que creemos que debe haber una reforma fiscal porque la estructura tributaria costarricense es injusta. Es una estructura que descansa en los grupos de la población que tienen menores ingresos, y creemos que deben ser los más ricos los que deben soportar la mayor carga tributaria. La justicia social es la que justifica una reforma fiscal, no necesariamente los criterios fiscalistas.

Otros consideran que la carga tributaria en Costa Rica es muy baja en comparación con países de un desarrollo relativo parecido al nuestro, y que debía aumentar por lo menos a un 18%, porque el Estado debería tener mayor presencia en el tema educativo, que debería haber más recursos para la seguridad ciudadana, para el desarrollo tecnológico, investigación, innovación, la parte ambiental, y esos cuatro puntos adicionales permitirían destinar recursos a esas áreas que no están bien atendidas.

Entonces, hay posiciones diferentes en cuanto a la necesidad de una reforma fiscal;  consecuentemente las propuestas que se hacen no satisfacen a todos. Algunos creemos que el objetivo de una reforma fiscal no debe ser necesariamente aumentar el ingreso para que el gobierno siga gastando lo mismo, sino que sea más progresiva, que responda a un plan de gobierno en el cual se diga vamos a fortalecer estas y estas áreas.

¿Eso no lo cumple el plan que está en la Asamblea Legislativa?

-No, es un plan que se ha hecho a retazos, ya sea porque le fueron metiendo pedazos, o porque lo que se había puesto y tiene algún sentido lo fueron picoteando para atender a grupos de intereses específicos.

¿Habría que sentarse a pensar en una reforma fiscal distinta?

-Lo fiscal debe estar en función de la estrategia de desarrollo que se quiera seguir, el problema es que esa estrategia de desarrollo no existe. Debería haber un acuerdo político del más alto nivel de cuáles son las líneas generales. Pero no tenemos un acuerdo general  de qué hacer con la educación, con la seguridad de los ciudadanos, sobre temas como educación o salud, donde tenemos una crisis profunda en una de las instituciones más preciadas e importantes como la Caja de Seguro Social, y no tenemos un acuerdo hacia dónde se va a orientar.

 


 

Siento un chantaje el anuncio de recortes

El  ministro de Hacienda, Fernando Herrero, aseguró  que este año habría que financiar el presupuesto con ¢900.000 millones de deuda y anunció  recortes en  educación y otras instituciones públicas si no se aprueba el plan fiscal. La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) dice que es un chantaje a los trabajadores para aprobar nuevos impuestos y cargar sobre ellos los sacrificios económicos. ¿Qué piensa de eso don Juan Manuel?

– Siento que efectivamente es un chantaje. En una economía con un déficit de 4.4% como el que tenemos en este momento no se justifica afectar el gasto público fundamental para el país.

Si la economía comenzara a crecer a tasas de 6 o 6.5%, el ministro de Hacienda no estaría hablando de que se requiere un plan fiscal. Como no lo hizo en el gobierno anterior el ministro Guillermo Zúñiga, que no habló nunca de que se necesitaba un plan fiscal, porque la economía estaba creciendo a 6 o 7%, y las arcas públicas se llenan cuando la economía crece.

Esa es la mejor fórmula para reducir el déficit fiscal. Eso no significa que no sea necesario ser más eficientes en la recaudación y en el gasto, evitar el desperdicio, racionalizar el gasto público en aquellas cosas en que verdaderamente se requiere y hacerlo con criterios de eficiencia. Y por el lado de los ingresos reducir la evasión, establecer penas más severas para los evasores.

La Contraloría General de la República había calculado que la evasión llegaba hasta un 60% en el caso del impuesto sobre la renta. Eso representaba casi 4 puntos del PIB. Y estoy seguro que por el lado del gasto también se puede reducir algunos puntos en varios rubros sin ninguna consecuencia seria sobre las prestaciones del Estado.

Por ejemplo, en publicidad. ¿Por qué no hacer un fondo en el cual contribuyan también las instituciones autónomas y reducir en un 80% el gasto en publicidad? De ahí salen millones, solo por mencionar un ejemplo.

 


Costa Rica comparada en gasto, deuda pública y déficit fiscal*

Comparación como porcentaje del PIB

Deuda pública

Gasto público

Déficit fiscal

EE.UU.

90

41

10

Canadá

70

43

Japón

40

9

Francia

34

56

6

Costa Rica

42

28

4.4**

El Salvador

50

4

Alemania

80

46

Brasil

76

40

México

42

26

*Datos del FMI

**Ministerio de Hacienda

 


 

Tras el gran negocio de la salud y la educación

Hay también gente convencida de que hay más Estado del que se necesita y que la empresa privada debería encargarse de muchos de los servicios que este presta. Don Juan Manuel ¿qué dice a eso?

-Hay gente que quisiera que el Estado se retirara de una serie de responsabilidades que históricamente ha asumido como Estado solidario. El Estado Costarricense asumió como un derecho de los ciudadanos la educación y la salud y la responsabilidad de financiar y prestar esos servicios; pero resulta que la educación y la salud son de los mejores negocios que puede haber en una economía de mercado. Y hay gente que quisiera que la educación y la salud que presta el Estado sean una porquería, para que el sector privado haga negocio. Eso es lo que hay en el fondo y a veces esto no se dice.

Alguna gente critica la salud y la educación pública y a veces tiene razón, pero lo hace con el fin ulterior de desprestigiar y deteriorar más la salud y la educación, porque eso hala agua a sus molinos, que son los que  están aprovechando el gran negocio que hay en salud y educación, como lo hay en telecomunicaciones.

Y así pasa en otras áreas de lo público. No tenemos un acuerdo nacional sobre esto después de 60 años  de un acuerdo nacional sobre temas prioritarios que hubo en el 48. Todo eso se ha ido diluyendo;  en este momento ya no se sabe con claridad qué es lo que se quiere, no hay una propuesta de un grupo o partido, por lo menos explícita. Hay pinceladas sobre algunos temas, pero no un planteamiento integral, coherente, de las líneas sobre las que queremos transitar.

Mientras tanto se extiende un sentimiento de que estamos estancados y hasta retrocediendo en muchos de los logros que habíamos obtenido como sociedad, y se contrasta con lo que están haciendo otros países de la región como Panamá, que estarían ganando competitividad al eliminar tramitología y obstáculos a la inversión.

Creo que ninguna otra sociedad debería ser ejemplo para la sociedad costarricense, en el sentido de que nosotros tenemos una historia, unas aspiraciones y unos ideales que no necesariamente son los ideales y la historia de otros países.

Eso no significa que no podamos ver algunas cosas que están ocurriendo en otros países, que uno considera buenas y ver cómo las incorporamos en nuestra propia realidad.

En Panamá hay algunas cosas que las está haciendo bien en términos de infraestructura, es uno de los países que ha mejorado mucho, pero recordemos que Panamá es una sociedad que desde el punto de vista de la distribución del ingreso o educación no hay nada que comparar con Costa Rica.

¿Por qué tiene infraestructura física buena? Posiblemente porque los recursos los destinaron a construir carreteras y no a mejorar la salud. No estoy diciendo que esa sea una explicación suficientemente sólida. Lo que estoy diciendo es que si los recursos son escasos hay que escoger en qué se invierten.

Costa Rica escogió durante mucho tiempo invertir en el ser humano más que en la infraestructura. Ahora estamos pagando en alguna medida el costo de eso, la infraestructura se ha deteriorado y hay que ver cómo mejoramos esa infraestructura que ya está afectando el desarrollo humano. Pero no es que porque Panamá hizo así, nosotros también hagamos así.

¿Y no nos estamos quedando atrás en competitividad?

-El tema de la competitividad es un muy complejo y hay que verlo en términos relativos. Somos competitivos respecto a otros. Uno no es un boxeador competitivo si no boxea con alguien. Somos competitivos con respecto a qué y a quién.

Creo que hay muchos elementos en los que nosotros somos mucho más competitivos que otros países. Hay otros en los que no. Entonces hay que ver las causas de por qué no. Evidentemente Costa Rica es un país que se ha ido burocratizando, que se ha ido deteriorando en su infraestructura física, un país que ha ido poniendo cada vez más controles y tramitología. Esas son cosas que se pueden atender, no veo que esto tenga que ver con el modelo o con la ideología. La eficiencia es algo que se puede mejorar, pero hay que ver el paquete completo.


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