Juegos de azar Una adicción peligrosa

La adicción al juego es tan dañina como cualquier otra, tanto para la persona afectada como para su familia, y para superarla se requiere

La adicción al juego es tan dañina como cualquier otra, tanto para la persona afectada como para su familia, y para superarla se requiere ayuda profesional.

Los juegos de azar afectan a hombres y mujeres, pero en mayor medida a los primeros.

María es una mujer de 58 años, de Tres Ríos de Cartago, quien trabaja como empleada doméstica a destajo y no se pierde un bingo, pese a que nunca se había ganado nada.

Su felicidad llegó cuando obtuvo un premio menor en el bingo de la Escuela Franklin Roosevelt, de San Pedro de Montes de Oca, donde asistió con su hija y nietas.

«Yo  he visitado casi todos los bingos de la zona, desde hace años voy cuando me entero que hacen uno», aseguró.

Ella se siente muy satisfecha con su entretenimiento para el cual siempre encuentra dinero y si bien asegura no tiene dependencia al juego, sí lo disfruta mucho.

Solo los psicólogos podrían diagnosticar si María es adicta al bingo, pero lo cierto es que el juego se torna patológico cuando se vuelve obsesivo y se realiza sin mesura.

Al respecto, el psicólogo Henry López, de la Unidad de Servicios de Psicología  de la Oficina de Salud de la Universidad de Costa Rica, explicó que se comienza como una costumbre que, al repetirse en forma consistente, se puede transformar en un hábito el cual, por repetición, termina en una especie de adicción.


Al preguntarle por qué unas personas desarrollan adicción y otras no, manifestó que hay cerebros que ya traen la predisposición, la cual es fomentada por el ambiente.

López, quien tiene una maestría en adicciones, detalló que los problemas con el juego tiene que ver con diferentes trastornos, según la clasificación del manual diagnóstico  estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría,  DSM-IV.

El juego patológico está considerado como uno de los trastornos dentro de la falta de control de impulsos. Puede ser precipitado si hay un trastorno obsesivo-compulsivo y aparecer en la personalidad sociopática (personas que buscan transgredir las normas).

Al consultársele si ha tenido  pacientes con adicción al juego, afirmó que algunas veces trabajó con apostadores y era muy claro que  había adicción, pues involucraba la necesidad de ganar, de hacerse rico de la noche a la mañana (ambición), compulsión hacia el juego y placer al practicarlo.

Los mecanismos que pueden  facilitar el desarrollo  de un trastorno de juego patológico en las personas adultas, pueden ser el licor y las drogas, los problemas familiares, las necesidades económicas y  una conducta de ambición (hacerse rico sin importar cómo).

Respecto al tratamiento, manifestó que se puede tratar con medicación y psicoterapia, excepto en el caso de la personalidad sociopática, por cuanto tiene un diagnóstico muy difícil.

Sobre algunos indicadores que podrían ser indicios en la infancia de predisposición a conductas adictivas, por la falta de control de impulsos, resaltó el hábito de comer mucho, la repetición de determinados actos, impulsividad y problemas de conducta.

En cuanto a estadísticas, dijo que hay mucha gente con estos trastornos  bioquímicos, pero no existen estudios en el país.

LUDOPATIA

La adicción al juego, también llamada ludopatía, (juego patológico) es definida como un trastorno mental, tanto en el manual de clasificación de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ICE-10, como en el de la DSM-IV.

Según esta última, se está ante un jugador patológico cuando se cumplen ciertas condiciones o características, como que la persona piensa constantemente en el juego, no puede controlarlo o interrumpirlo, gasta cada vez más dinero, presenta estados de irritabilidad o ansiedad cuando intenta dejar de jugar, lo utiliza como escape de sus problemas o de su depresión, y vuelve a jugar una y otra vez, aunque pierda dinero.

Por ejemplo, a Manuel le gustaba jugar pool ; con el tiempo se le tornó costumbre reunirse todas las semanas con sus amigos para practicarlo y después se convirtió en hábito. La deuda fue cada vez más grande; terminó empeñando y perdiendo su finca y luego hasta su familia.

El caso de María y Manuel son reales, aunque se describen con nombres falsos. Pero como ellos  hay muchos en nuestro país, amantes de los bingos, los pooles, la lotería, los casinos, las apuestas  y todo tipo de juegos de azar.

Para  la Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación  (Azajer), de Aragón, España ( página Web azajer.com) el juego no es un vicio, como se cree popularmente, sino una enfermedad; una necesidad creciente y descontrolada por hacerlo.

Según sus datos, España es la tercera nación del mundo que gasta en juegos de azar, después de Estados Unidos  y Filipinas; además ocupa el primer lugar de la Unión Europea en cantidad y variedad de   juegos públicos y privados.

En ese y otros países esta adicción a los juegos es muy popular, incluso hay centros de atención donde se enseña al paciente a controlar y encauzar sus impulsos, así como a mejorar las pautas de comportamiento y socialización y a encauzar las energías hacia otras ocupaciones no menos excitantes, como el deporte o la aventura.

Entre las recomendaciones para evitar convertirse en una persona adicta al juego está hacerlo por diversión,  disponer de una cantidad fija de dinero para ello, no intentar recuperar las pérdidas, retirarse cuando aún le quedan fondos, entretenerse en otras actividades.

El tratamiento debe incluir aspectos  médicos, psicológicos y sociales. Muchas  veces es necesario practicar programas de deshabituación, basados en técnicas psicológicas que potencien el control de los impulsos. También son útiles las asociaciones de autoayuda, tipo «alcohólicos anónimos», con dinámicas de grupo encaminadas a conseguir un refuerzo social, tanto para el paciente como para sus familiares.

PROHIBIR EL JUEGO

Sobre la posibilidad de regular en el país los juegos de azar, López dijo que «todo aquello que fomente una adicción es nocivo para el individuo en todos los aspectos, pues es un factor de riesgo».

Sin embargo, considera que hay una dificultad, pues no todos presentan el trastorno del juego patológico y este no es identificable a simple vista.

Por su parte, el Dr. Eduardo Flores, presidente del Colegio de Médicos y Cirujanos, cree que para tratar de prevenir socialmente la ludopatía se debe «prohibir todo tipo de juego ilícito, público y privado, poco o muy adictivos».

Así lo afirma en misiva enviada a la diputada Joyce Zürcher en junio pasado, en la que además propone tratar el tema como se hace con el tabaquismo, el alcoholismo y la drogadicción.

Esta responde a la consulta del informe sobre la adicción a los juegos de azar, elaborado por la Dra. Yalena De la Cruz, asesora de Zürcher.

También el expresidente del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA),  Luis Eduardo Sandí, recomendó «limitar hasta dónde se pueda  la proliferación de salas de juego», por cuanto la adicción a este es dañina, ya que se trata de una enfermedad de vastas consecuencias en el afectado y su familia.

Así mismo el Director de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional, Danilo Pérez, quien se pronunció a favor de  regular los juegos, en particular los casinos, lo cual calificó como un intento loable  para atenuar  las condiciones de riesgo.

«No obstante -manifestó- hay que considerar que la ludopatía  no se relaciona exclusivamente  con ciertos juegos en particular,  sino con la lógica general del sistema  capitalista y que, por ende, habría que ir más allá de los juegos  de azar evidentes».

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