Los candidatos presidenciales expusieron sus propuestas sobre educación en el marco del debate del Consejo Nacional de Rectores. Todos se pronunciaron a favor de la importancia de la educación superior pública.
Proponer su desmantelamiento o el de la seguridad social sería nada menos que un suicidio político. Junto a nuestro debilitado sistema de seguridad social, la educación financiada por el Estado es aún hoy orgullo de la población costarricense, a pesar del deterioro del que han sido víctimas.
En el marco de este proceso electoral, de carácter sui géneris, en el que hemos visto por primera vez en la historia tres renuncias a candidaturas presidenciales, ahora un aspirante a la Presidencia se posiciona en contra del financiamiento estatal a la educación universitaria.El plan de gobierno de Otto Guevara contempla que las universidades cobren la totalidad de sus costos operacionales al estudiantado, reemplazando la asignación de presupuesto nacional que corresponde a estas instituciones de enseñanza superior. Según el candidato, “esta propuesta beneficia a las universidades en sus ingresos, ya que estas recibirían el mismo monto de la transferencia presupuestaria, vía cobro de matrícula a los estudiantes” (punto 5.7.7 del plan de gobierno).
Lejos de limitarse a sugerir el financiamiento de la educación pública por parte de los propios estudiantes, el candidato libertario afirma, además, que debe ser CONAPE quien garantice, mediante un préstamo, el acceso a la educación pública a las y los estudiantes en condiciones socioeconómicas vulnerables. Se abandonaría así por completo la principal función de la educación pública: garantizar el acceso a esta sin distinciones económicas ni de ningún otro tipo.
Propuestas como esta denotan no únicamente una ignorancia del principio de autonomía universitaria, sino que pasan por alto la importancia de la educación pública en la construcción de nuestra nación, la que no solo está consagrada en nuestra Constitución Política sino que es una parte fundamental del imaginario costarricense.
Contradicciones así deben motivarnos como electores a profundizar en las verdaderas intenciones de quienes aspiran a gobernarnos, y no dejarnos llevar por las máscaras discursivas con las que se nos presentan durante la campaña.