Miguel Sobrado, sociólogo de la UNA: El narcotráfico está reclutando a los más pobres

El narcotráfico está reclutando a las personas más pobres y excluidas de la economía legal, para constituir una base social dedicada a delinquir, advierte

El narcotráfico está reclutando a las personas más pobres y excluidas de la economía legal, para constituir una base social dedicada a delinquir, advierte el sociólogo Miguel Sobrado, al referirse a la problemática socioeconómica que aqueja al país.

Recientes investigaciones y encuestas revelan que las brechas socioeconómicas en Costa Rica se amplían, circunstancia que va de la mano con el crecimiento de la pobreza. El país no supera esas cifras negativas, y, por el contrario, queda rezagado en comparación con otras naciones de América Latina.

Las políticas para combatir la pobreza parecen no prosperar, generando una serie de problemas sociales. Ante esta situación, el sociólogo Miguel Sobrado, responde de manera tajante que la mayor debilidad de dichos programas es la atención individualista, y no a grupos.

 

Altos grados de deserción estudiantil, mujeres con triples jornadas laborales, discriminación y personas inmersas en redes organizadas de delincuencia, son reacciones ligadas a la falta de atención y oportunidades de sectores desposeídos.

Todos esos factores generan un “caldo de cultivo”, aseguró el también docente de la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional (UNA), los cuales  llevarían a aumentar la crisis en la sociedad y a fuertes grados de violencia. A continuación, un extracto de la entrevista.

Recientes estudios de entidades como el INEC y el Estado de la Nación revelan un aumento en la pobreza en Costa Rica, una fuerte caída en los ingresos de los hogares más pobres y una mayor desigualdad. ¿Por qué motivos el país se está quedando atrás en el combate a la pobreza? ¿Hacia dónde apuntan las políticas públicas que parece que no están teniendo efecto?

-No es que las políticas públicas no tengan efecto, sino que este es insuficiente, porque no se ha partido de un análisis más profundo de las causas de la pobreza, y sobre todo de los cambios que están incidiendo sobre esta. Hay cambios tecnológicos brutales que están haciendo desaparecer la mano de obra física como fuente de empleo. Antes, cuando la gente no tenía educación, se iba de peón a una finca y había brigadas de macheteros; ahora pasan con máquinas; el trabajo ha venido desapareciendo en casi todas partes. Gran parte de la población no está preparada para esto; la gente que tuvo que salir del sistema educativo en los años 80 con la crisis, encuentra que la cantidad de empleos es cada vez menor.
Paralelo a esto, hay una tendencia a la concentración de la tierra; entonces tenemos trabajadores agrícolas que se están empobreciendo, lo ingresos del quintil más grande crece, mientras que son los más pobres los que disminuyen; entonces hay un fenómeno estructural de fondo.
La política social ha apuntado por un lado a lo que podríamos llamar “políticas de asistencia”: transferir recursos a gente que no puede valerse por sí misma, temporal o permanentemente, como es el caso de las pensiones no contributivas para los mayores de 65 años, y esas políticas funcionan. Después vino (el programa) Avancemos, que se dirige a que los muchachos no salgan del colegio, que ha tenido un éxito importante. Pero en todo este proceso va quedando un sector por fuera muy importante, que son estas personas de bajo nivel educativo que por lo general son mayores de 25-30 años, padres y madres de familia que ya perdieron la oportunidad de educación, que tienen que aportar ingresos a la casa, y difícilmente pueden asistir a un curso regular; es una población que tiene limitaciones; este grupo es el que no se reduce.

¿Por eso es que programas como Avancemos al ser enfocados a personas adolescentes solo sirven para dar resultado en esa parte de la población?

-El problema es que muchos de estos muchachos son hijos de esos otros; entonces ellos aportan, pero por lo general es insuficiente. La solución está más dirigida a personas que a familias o comunidades; los programas tienen que ser integrales, dirigidos a las comunidades, y cada una es diferente.
En una investigación en Nosara (hecha por la Escuela de Planificación y Promoción Social de la UNA en el 2003) descubrimos que quienes estaban en pobreza extrema eran personas adultas mayores y familias con personas con discapacidad, y haciendo cálculos descubrimos que con ¢79 millones se erradicaba; el presupuesto de ese distrito era de ¢265 millones, había recursos. Además de esto seguimos investigando y resultó que el 60% de los niños que recibían dinero del Fondo Nacional de Becas (FONABE) no eran pobres, de siete escuelas que había en el distrito, cuatro eran unidocentes, y ninguna recibía un bono. La pobreza extrema es erradicable; este país no tiene por qué tener pobreza extrema.

Hay focos de población muy pobres que padecen de condiciones precarias que son “bombas de tiempo” que pueden generar reacciones en cadena. ¿Usted lo considera así, como una acción pronta a estallar?

-Al mismo tiempo de que se les reducen las oportunidades a estas personas en la economía legal, se abren oportunidades en la economía subterránea; es decir, el narcotráfico está reclutando esta gente, y está haciéndose de una base social. Pescadores en zonas fronterizas y playas empiezan a obtener ingresos provenientes de una actividad ilícita, porque tienen una nueva institucionalidad mucho más efectiva. Es sumamente peligroso para el tejido social, que se está rompiendo, van viviendo un inframundo; métale el narcotráfico, delincuencia modernizada y ya tiene el caldo de cultivo.

¿Cómo sería entonces un abordamiento integral?

-Parte por desarrollar las capacidades de la gente; la pobreza se supera con capacidades, no con plata; claro que hay costos, pero no es dándole dinero a la gente, sino capacidades en primera instancia. La revolución científico-técnica está exigiendo que la gente tenga un alto nivel de alfabetización empresarial y formación técnica. Cada comunidad tiene sus propias características y hay que saber actuar sobre estas; ahí es donde hablo de la importancia de una sociología costarricense, no de ganadores ni perdedores.

De acuerdo con la CEPAL, Costa Rica reluce como el único país en América Latina en que los indicadores de pobreza e indigencia tuvieron un deterioro visible en 2009, cuando aumentaron 2.5 y 1.4 puntos de forma respectiva. Estamos llegando a un punto en que se habla incluso de indigencia. ¿Es Costa Rica un país donde a los pobres se les cobra más su condición?

-No es que se le está cobrando, es que el sistema económico nos ha ido haciendo perder, erosionando el tejido social; ahora el 20% que más gana se lleva el 50% del producto, y el 20% que menos gana tiene del 2 al 5%.

¿Podría llegar Costa Rica a tener los grados de violencia de otros países como México o Colombia?

-Eso no es fácil, porque este país por suerte ha tenido el tejido social muy bien articulado durante mucho tiempo. Es cierto que estamos en un proceso de corrupción progresivo; se ha democratizado el robo; es muy preocupante, porque nos enrumba en la dirección de México y Colombia, pero todavía es tiempo de actuar. En México son 70 años de corrupción; había penetrado por todo lado, era parte de la cultura local; el narco entró fácilmente y se colocó ahí.
Vamos al despeñadero, porque los indicadores costarricenses empiezan a perder posiciones que eran muy buenas incluso a nivel internacional y a latinoamericanizarse. Otros países han avanzado y nosotros nos hemos estancado; no es que nos hemos puesto peor que otros, porque nos cuesta mucho; hay países donde las mafias están gobernando, pero vamos para allá; todavía tenemos reservas para evitar este desastre, pero cada vez hay menos tiempo.

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