Ministros de Agricultura piden controlar especulación en precios de alimentos

Según un informe de la FAO, los altos precios de los alimentos internacionales no se traducen en una mejora en la calidad de vida

Según un informe de la FAO, los altos precios de los alimentos internacionales no se traducen en una mejora en la calidad de vida de los pequeños agricultores. (Foto: archivo)

En el último año, los precios de los alimentos básicos para la población de América Latina crecieron en un 26%.

Un total de 52.5 millones de personas son víctimas de la falta de alimentos en América Latina y el Caribe, en momentos en que los aumentos y la inestabilidad en los precios de los principales productos agrícolas amenazan con sumar a más personas a las filas de la pobreza.

Así lo revela el más reciente informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)  titulado “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2011”, que fue revelado con motivo del Día Mundial de la Alimentación, el pasado 16 de octubre.

El documento revela que si bien entre 2009 y 2010 se redujo en 600.000 la cantidad de personas que sufren de escasez de alimentos en la región, el crecimiento desmedido en el precio de los alimentos, sumado a otros factores como el cambio climático, ponen en serio riesgo este avance.

Ante este panorama, los ministros de Agricultura de varios países del continente alzaron su voz en el reciente encuentro de dos días que sostuvieron en las instalaciones del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en Coronado, en donde reclamaron instrumentos para controlar la especulación y limitar los efectos que tienen los mercados financieros en el precio de los alimentos.

AUMENTO DESMEDIDO

Según el informe de la FAO, entre agosto del 2010 y el mismo mes del presente año, los precios internacionales de los alimentos han registrado un incremento del 26%, mientras que al comparar los precios promedio de 2006 a 2011, estos son mayores en un 73% a los del periodo 2000-2005.

Particularmente preocupante es la situación de granos básicos para la alimentación en el subcontinente, como es el caso del maíz, cuyo precio en el último año se ha incrementado en un 79%, mientras que la soya y el arroz han subido en un 30%.

La situación es particularmente delicada para países como México, Honduras, Guatemala y El Salvador, que tienen al maíz como principal componente de su dieta. En el caso salvadoreño, la situación se vio agravada por el temporal que afectó la región en las últimas semanas (ver recuadro “El Salvador pide ayuda para su agricultura”).

Si bien el informe asegura que los altos precios de los alimentos pueden servir como incentivo para aumentar la producción y mejorar la calidad de vida de los productores, también reconoce que casi nada de lo generado por estos sobreprecios llega a las familias campesinas que forman la llamada “agricultura familiar”.

A esto se suma que el alto precio de los alimentos es más pesado para las familias que viven en pobreza y que empeora su condición al hacerles más difícil el acceso a la comida. Se estima que en América Latina hay 180 millones de personas pobres, de las cuales 72 millones viven en extrema pobreza.

Pese a ese oscuro panorama, la FAO pone como ejemplo lo hecho por Brasil durante la última década, pues desde 2003 logró sacar de la pobreza a 28 millones de personas, de las cuales 16,3 millones estaban en pobreza extrema.

El caso de Brasil es una excepción, ya que entre el 2003 y 2009, la pobreza extrema se redujo de 17.5% a 8.4%, mientras que la desnutrición crónica infantil pasó de 12.5% en el 2003 a 4.8% en el 2008, gracias al crecimiento económico del país, y principalmente a sus políticas sociales.

En Brasil, el salario mínimo ha crecido en un 66% en términos reales desde el 2002, los programas de transferencias condicionadas como “Bolsa Familia”, alcanzaron a 12.9 millones de familias, y 61 millones de personas mayores de 60 años se beneficiaron de un programa de pensiones que se reajusta anualmente con el salario mínimo.

En el plano agrícola, 2.2 millones de pequeños agricultores recibieron crédito, asistencia técnica y seguros agrícolas, por medio del Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar (PRONAF).

La FAO señala la necesidad de apoyar a los pequeños productores que conforman la “agricultura familiar”, la cual es aún la base de la producción de los principales alimentos que consume la región.

En países como Honduras, los agricultores familiares producen más del 80% de los granos básicos de su país; en Guatemala representan el 79%, en Nicaragua el 60%, y en Panamá el 68%, lo que muestra la importancia de este sector para garantizar el abastecimiento de alimentos.

LIMITAR LA ESPECULACIÓN

Pese a que la innovación era el tema principal de la reunión de ministros de agricultura de América que se realizó en Costa Rica entre el 19 y el 21 de octubre, varios representantes no pudieron esconder su preocupación por las alzas en los precios internacionales de los alimentos y sus consecuencias.

El secretario de agricultura de República Dominicana, Salvador Jiménez, expuso en la reunión la propuesta que el presidente de ese país, Leonel Fernández, planteó en la asamblea general de Naciones Unidas el pasado mes de setiembre.

Jiménez aseguró que según cifras reciente de la FAO, los últimos incrementos en los precios de la comida han provocado que 150 millones de personas cayeran en las filas de la pobreza, y la cantidad de seres humanos sin acceso al alimento básico en el mundo ya supera los 1000 millones.

El dominicano recordó que para el 2008, tanto el precio de los alimentos como del petróleo registraron variaciones muy importantes, que en su criterio  no tienen justificación lógica y que pusieron en serios aprietos a la economía mundial.

“Se ha sostenido que lo que explica estos desorbitados precios han sido el incremento de la población mundial, el aumento de demanda de las economías emergentes -especialmente China e India-, los efectos del cambio climático, y la geopolítica de algunas zonas en conflicto”, comentó Jiménez.

“No cabe duda que en determinadas circunstancias, algunos de estos factores han influido en la determinación de los precios; pero, lo que se ha pretendido minimizar es el peso que ha tenido un elemento en los mercados internacionales: el de la especulación financiera en los contratos de futuro de los productos básicos”, puntualizó el secretario.

La propuesta dominicana consiste en que se limiten las transacciones en los “mercados agrícolas de futuro” (inversiones en cosechas de productos que ni siquiera se han cultivado), en los cuales ponen su dinero compañías de seguros, fondos de pensiones, bancos y otros inversionistas.

“Se debe incrementar el depósito de garantía en los contratos a futuro, como una manera de que pierdan incentivo esas operaciones especulativas, que solo contribuyen a la volatilidad de los precios, la creación de incertidumbre y la falta de previsibilidad en los mercados”, explicó.

La propuesta de República Dominicana será llevada a la próxima reunión del Grupo de los 20 (G-20, conformado por los países industrializados y emergentes) por México, que asume la secretaría de ese grupo, para buscar alguna alternativa que frene el impacto de la especulación financiera en el precio de los alimentos básicos.

El ministro de Agricultura de Perú, Miguel Caillaux, también hizo un llamado para que se limite la utilización de productos agrícolas para la producción de biocombustibles, pues compiten con el cultivo de alimentos e incrementan también sus precios.

Consultado sobre este tema, el director general del IICA, Víctor Villalobos, aseguró que los temas de innovación y combate de la especulación no son incompatibles, al  considerar que una mayor producción y productividad agrícola son los mejores remedios contra los altos precios y sus variaciones abruptas.

Por su parte, la viceministra costarricense de Agricultura, Tania López, atribuyó las variaciones de precios a factores como los subsidios que paga Estados Unidos a la producción de maíz para fabricar etanol, las inundaciones en diferentes partes del mundo, así como la relación de la agricultura con los precios del petróleo.

“Esto es muy preocupante para Costa Rica, y por eso consideramos que nuestro país debe tener una base solida en cuanto a producción de alimentos; hay productos tan importantes como el arroz o los frijoles, en los que no podemos depender totalmente de los mercados internacionales”, advirtió López.

“Esa nuestra lucha por tratar de organizar el mercado arrocero, frijolero, de tal forma que podamos tener un abastecimiento apropiado, pero que los precios de estos productos  no vayan en contra de los productores. Si tenemos precios elevados, los consumidores van a ser los más afectados; por eso tenemos que buscar un equilibrio”, puntualizó López.

 


 

Agricultura sostenible para la soberanía alimentaria

María Luisa Arroyo compartió su experiencia de agricultura sostenible, en la que cultiva 83 productos distintos en un área de 1800 metros. (Foto: Javier Córdoba)

Frente a la agricultura expansiva, dependiente de los agroquímicos y que no ha logrado eliminar el hambre en el mundo, un grupo de campesinos y agricultores costarricenses propone la agricultura sostenible, como una solución para producir en total armonía con el ambiente.

María Luisa Arroyo es la presidenta de una cooperativa de productores en la zona de Sarapiquí –provincia de Heredia-, que ha implementado en su finca de 1800 metros cuadrados, un modelo de agricultura que le permite tener 83 cultivos distintos en un solo lugar.

“Producimos banano, plátano, cardamomo, pimienta, frijol, maíz, arroz, y piña, bajo condiciones de sombra, así como cítricos, aguacates, zapote, cacao, caña, vainilla. Todo sin una gota de agroquímicos. Y en dos hectáreas más tenemos otras 285 especies diferentes de plantas”, describió Arroyo.

Según esta productora, con lo que se cultiva en su finca se satisfacen las necesidades de alimentación de toda su familia, que incluye a sus seis hijos y sus respectivos hogares, y además tiene excedentes que vende sin problema.

“Es un proceso de 40 años, no se han aplicado químicos nunca. Fue un rescate de tierras contaminadas con plásticos que tiraba la compañía bananera. Trabajamos en la  integración de hojas y todo lo que se pudo, para que el suelo se recuperara naturalmente,  y así se mantiene”, resaltó la agricultura.

La experiencia de María Luisa Arroyo fue compartida con otros campesinos, indígenas, representantes de gobierno, municipalidades y académicos, durante el Foro Nacional de Producción Sostenible, que se realizó en la Universidad Nacional la semana anterior.

Juan Arguedas, otro de los participantes de este foro, comentó que la actividad pretende hacer conciencia en las autoridades del país, de que modelos de producción como el de doña María Luisa es posible reproducirlo en muchos lugares del país, con una gran cantidad de beneficios para la población rural.

“Los campesinos e indígenas tienen las condiciones para producir alimentos para todos los costarricenses. Con esta experiencia vemos que es viable, es posible mejorar su calidad de vida, mejorar sus ingresos económicos, y la gente se siente satisfecha con lo que está haciendo”, hizo ver Arguedas.

Además, aclaró que el modelo de agricultura sostenible es muy distinto al concepto de “seguridad alimentaria” que promueve la FAO y la gran mayoría de gobiernos en el mundo, basados en la expansión agrícola y la importación de alimentos.

“La solución está en que cada agricultor pueda llenar sus necesidades básicas y tener un excedente, porque no podemos darnos el lujo de producir, venderlo todo y luego ir a comprar. Es ilógico”, afirmó.

 


 

El Salvador pide ayuda para su agricultura

Durante el Encuentro de Ministros de Agricultura de América, el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, intervino desde su país por videoconferencia para solicitar a  las naciones del continente y organismos internacionales, apoyo para el sector  agrícola de su país, devastado por las lluvias de los últimos días.

El mandatario salvadoreño aseguró que su país ha sido el más afectado de Centroamérica por un sistema de baja presión en el Océano Pacífico, el cual ha obligado a la evacuación de 60.000 personas, ha afectado a por lo menos un millón de pobladores y provocó la muerte de 34.

Funes lamentó que con estas lluvias, gran cantidad de pequeños productores agrícolas han perdido prácticamente todas sus posesiones y cosechas, pese al esfuerzo del gobierno para mejorar las condiciones de crédito y acceso a semillas.

“Los daños los sufriremos en alzas en los precios de los alimentos. El quintal de maíz, que hace semanas atrás valía $15, ahora alcanza los $30 y podría subir a $48 el quintal. En el caso del frijol, el precio podría pasar de $75 a $160 el quintal”, advirtió.

El gobernante hizo un vehemente llamado a la comunidad internacional, para que colabore con la recuperación de la producción agrícola salvadoreña, que antes del desastre esperaba cifras récord en las cosechas de maíz y frijol.

“Esperábamos alcanzar la añorada autosuficiencia en maíz y frijol; hemos puesto todos los recursos necesarios para la recuperación, pero no podemos hacerlo solos. Les pido que la situación de El Salvador sea parte de la agenda, amigos ministros, para que se incluya un llamado a la comunidad internacional y nos apoyen en la reconstrucción”, exhortó.

“Cualquier cooperación que puedan brindarnos es importante para los salvadoreños, para establecer una reserva de maíz blanco, frijol rojo y arroz. Necesitamos semilla que nos permitirá sobreponernos”, clamó.

Los ministros de Agricultura acordaron acoger el llamado de El Salvador, al tiempo que otras naciones centroamericanas afectadas por las lluvias, como Honduras y Guatemala, se sumaron a la solicitud de apoyo.


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