Dos especialistas plantean mejorar técnica para medirla.
Si el índice de pobreza pasa del 21% al 23 % o 24%, 40.000 familias se integrarían a las filas de la pobreza.
A pesar de que los salarios no mejoran, de que los precios de la canasta básica suben y se generaliza la expresión de que a la gente ya no le alcanza la plata, la estadística dice que nuestra economía crece en un 4.2% anual y la pobreza se mantiene prácticamente inmóvil con poco más del 20% durante la última década.
Para explicar esta sustancial diferencia entre números y realidad cotidiana, los investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Silvia Lara y Minor Mora, aseguran existen serias fallas tanto en el cálculo de la pobreza, como en la forma de combatirla.
Ambos realizaron una amplia exposición en una actividad organizada en el Instituto Tecnológico de Costa Rica el 17 de agosto, bajo el título » Pobreza y opciones de política social».
DESIGUALDAD PARA ARRIBA
Para Minor Mora, profesor del ITCR, existe entre la población una sensación de empobrecimiento general, de que antes esta condición la vivía un sector reducido, y ahora se extiende en los estratos medios.
Las estadísticas oficiales dicen que en términos relativos, desde 1995 en adelante, la pobreza aparece situada en el 20%, pero Mora cuestiona esta cifra al compararla con otros indicadores.
El primero de estos factores es el deterioro en la posición social de sectores medios y bajos producto de la desigualdad. Si se analiza el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, la distribución del ingreso se ha deteriorado desde 1998, lo que hace suponer que la condición de los hogares pobres es cada vez más difícil.
«Hay un deterioro del contexto institucional y social en el que estos grupos tienen que vivir. La percepción de deterioro se aceleró al mismo tiempo que los índices de inequidad, es una tendencia confirmada para Costa Rica sin importar el indicador que se utilice. A pesar de esto, sigue como uno de los países de menor inequidad en términos comparativos, pero en el nivel centroamericano es nación que en los últimos cinco años muestra el más rápido deterioro en la distribución», detalló Mora.
MAL CÁLCULO
El otro punto cuestionado por el investigador es la forma en que se elabora la estadística sobre la pobreza, ya que al ingreso que reportan las familias en las encuestas se les realiza la operación denominada «imputación de ingresos», que agrega un porcentaje a dichos ingresos de alrededor del 35% en zonas rurales, y un 17.4% en las urbanas.
El investigador explicó que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), realiza las imputaciones pues se asume que existe un porcentaje del ingreso que las familias no reportan en la Encuesta de Hogares, por lo que se utilizan los porcentajes que no fueron incluidos en la encuesta realizada en 1987.
«Entre 1987 y 1995 muchas cosas cambiaron: la estructura productiva, la distribución del ingreso, el patrón de consumo, y la economía se ha tornado más volátil. De ahí que es dudoso el uso de la estadística de 1987 para imputar el ingreso. Además las encuestas de hogares son probabilísticas, es decir, que no todos los años entrevistamos a las mismas personas, y por tanto que no siempre se va a «sub reportar» en la misma proporción»
Cuando se calcula la pobreza con el método de ingreso sin hacer la imputación, esta aumenta de un 20% a alrededor de un 30%, lo que para Mora es signo de que con este método se está minimizando la pobreza.
«Lo que se hace con la imputación de ingresos es una redistribución de éstos en el computador, cuando en la práctica los hogares no disponen de ese dinero para satisfacer sus necesidades».
DIFERENCIAS
Además de analizar el método utilizado de la «Línea de pobreza», y el que arroja un 20%, Mora utilizó otras dos formas para realizar el cálculo: el método directo de necesidades básicas insatisfechas y el método integral de la pobreza, el cual es una combinación de las dos primeras técnicas.
Al utilizar el primero, el académico encontró que al 20% oficial había que sumarle 10%; mientras que con el método integral la cifra de la pobreza se eleva hasta un 37%.
«Existe en términos de política un enorme desafío, diferente a que si se dice que este porcentaje es del 20% o del 37%. La pregunta es por qué como sociedad hemos establecido que la medición de la pobreza es el método de ingreso, y por qué es tan diferente el resultado del método combinado. Las políticas se hna diseñado para atender a ese 20% y eso no es necesariamente real; el nuevo porcentaje coincide más con la sensación de empobrecimiento de muchos hogares».
NO SE ESTANCÓ
El INEC estima que en el 2004 hay 210.000 hogares pobres, lo que representa un 21%. Por otro lado, el porcentaje de personas pobres es del 24%, lo que significa que hay alrededor de 875.000 personas sin el ingreso suficiente para vivir.
Llama la atención que si bien se ha indicado que desde 1995 la pobreza se estancó alrededor del 20%, entre 1987 y 1999 el total de hogares pobres se incrementó en 20.000; mientras que entre el 2000 y el 2004 aumentó en 43.000.
«En cuatro años se duplicó el número de hogares pobres, en comparación con el periodo anterior. Aunque las cifras dicen que la pobreza se mantiene en un 20%, en términos absolutos hoy hay más hogares pobres, y del 2000 en adelante el crecimiento de la pobreza se aceleró. La situación es más severa de lo que los datos lo demuestran», aseveró Mora.
Existe también un subgrupo de hogares en riesgo, que se encuentra en cerca de un 17%, y en el mejor de los casos logra satisfacer sus necesidades básicas, pero tiene un alto riesgo de caer por debajo de la línea de pobreza.
«La pobreza es un fenómeno heterogéneo que está incorporando a un sector importante de los estratos medios; pero también hay un empeoramiento para abajo, ya que muchos recursos con que contaban dichos sectores se están deteriorando; el país por primera en los últimos años está desarrollando un sector excluido cuyas condiciones económicas, laborales y sociales, no les permite integrarse a la sociedad ni tan siquiera para mantener su estatus de pobres», concluyó Mora.
CRECIMIENTO INÚTIL
La investigadora de FLACSO y expresidenta Ejecutiva del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), Silvia Lara, considera que el estancamiento no es sólo de 10 años, sino de 25; ya que de 1980 a 1994 hubo picos importantes de pobreza que llegaron al 31% en 1991, y que luego bajaron al 20%, con lo que apenas se recuperó el nivel que había al iniciar los 80.
Para Lara, llama la atención que ese estancamiento coincide con el inicio en la implementación de planes de gobierno contra la pobreza a partir de 1994. «Han sido planes desfinanciados con instituciones debilitadas y con acciones periféricas», comentó.
Agregó que el gasto social per cápita aumenta de forma sostenida en la década de los 90, aunque la pobreza se mantiene, y no se ha logrado recuperar el gasto social per cápita que tenía en 1980. «Hay que revisar la calidad de la inversión social, pero por más que esta aumente, si no hay una adecuada política económica, nunca vamos a poder reducir la pobreza»
Lo anterior se evidencia en el hecho de que si bien el PIB crece a finales de la década de los 90, la pobreza no varía; a diferencia del crecimiento de 1992 que sí incidió en bajarla (ver cuadro). En promedio, de 1990 al 2003 el crecimiento del PIB fue de 4.3% anual, pero este aumento no bajó la pobreza.
También el modelo de desarrollo económico parece hacer sido detonante de la desigualdad, ya que el crecimiento en el coeficiente de Gini se da justamente en los años 1997 y 1998, por lo que para Silvia Lara, no se puede decir que ésta sea producto de un estancamiento económico.
«Me parece fundamental comprender que no es cualquier tipo de crecimiento económico el que reduce la pobreza, el que cierra brechas y genera bienestar, por lo que hay que preguntarse si es conveniente el que tenemos», expresó Lara.
Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), se ha propiciado un desarrollo en el que los sectores modernos, de alta productividad y tecnología, ligados a los mercados externos, se expanden de manera aislada del resto del aparato productivo; mientras los sectores menos dinámicos sufren los embates de la apertura.
Para Lara las zonas francas son el mejor ejemplo, ya que en 1998 el crecimiento del PIB llegó al 8%, y las zonas francas fueron responsables del 67% de ese crecimiento. Pero al revisar su aporte al país, resulta que estas empresas solo dan 35.000 puestos de trabajo, que es menos del 3% de la Población Económicamente Activa.
Según la investigadora, 45% de la inversión extranjera directa va a las zonas francas y la riqueza que se genera ahí sale como utilidades de estas grandes empresas. No pagan impuestos, por lo que no entra nada a la hacienda pública, y estas empresas adquieren solo 3% de sus bienes y servicios en la economía nacional, por lo que su aporte es mínimo.
«El problema no son las zonas francas, ni la inversión extranjera, es que no hay un Estado que vincule este dinamismo con el resto del país. El aparato institucional de apoyo a nuestro país fue desarmardo».
Lara considera que hace falta voluntad política para frenar la pobreza, y denunció que si bien no se han realizado mayores privatizaciones, estas se hacen «a la tica», ya que a las instituciones que estorban a ciertos intereses, se les reduce el presupuesto y el número de plazas, dejándolas casi inutilizadas.
En un cálculo de la CEPAL se indica que se necesitarían $54 por mes por hogar para erradicar la pobreza extrema en Costa Rica, lo que significaría $45 millones al año(¢23 000 millones), para sacar adelante a las 50000 familias que viven en esta condición.
«Es decir que si el país se propusiera, podría conseguirlo. El presupuesto anual del IMAS es de ¢15 000 millones, y en el sector social hay subejecutados ¢17 000 millones; el INA tiene ¢7 000 sin ejecutar, si pensáramos en revisar el gasto social y pudiéramos redirigirlo de manera que nos propongamos como sociedad eliminar el hambre, lo podríamos hacer», puntualizó Lara.
Henry Mora:
«Pobreza aumentará en 2005»
El economista y docente de la Universidad Nacional, Henry Mora, advirtió recientemente que la alta inflación y los constantes aumentos en los precios de la canasta básica, traerán consigo un aumento en la pobreza al finalizar 2005.
Según Mora, si bien la inflación interanual ronda el 13%, los productos de la canasta básica han sufrido aumentos de hasta un 21%, lo que claramente perjudica a los sectores más desposeídos.
Esta situación podría provocar que el índice de pobreza pase del 21% al 23 % o 24%, lo que en el caso más extremo significaría que 40.000 familias se integrarían a las filas de la pobreza.
El economista recalcó que ni los ajustes salariales, ni la tasa de crecimiento del empleo, que se mantiene en un 5%, son suficientes para atenuar la ola de alzas provocadas por el dramático aumento en el precio internacional de petróleo.
Añadió que si bien aún no se puede hablar de una crisis, prácticamente todos los sectores productivos, salvo la hotelería, muestran signos de desaceleración, lo que complica el panorama.
Mora señaló que el único índice que parece mejorar es el déficit del Gobierno Central, el cual bajaría a un 2.5%. Esto no es necesariamente bueno, ya que la fuerte política de contención del gasto se traduce en menos inversiones, detalló.
Pobreza y crecimiento
«Hay ocasiones en las que el crecimiento ayuda a los pobres, pero en otras no. Con la aplicación de algunas medidas, la pobreza aumentó en Latinoamérica en la década de los 90, incluso en países en los que se constataron niveles de crecimiento. No es ya que los más pudientes obtuvieron beneficios de manera desproporcionada a partir de dicho crecimiento, sino que algunas de sus ganancias pudieron lograrse a expensas de los pobres».
(Informe sobre Desarrollo Humano 2003 Joseph E. Stiglitz
Premio Nobel de Economía 2002)