Varios tránsfugas políticos participan en la campaña para las próximas elecciones. (Foto: archivo)
“En el PLN la actitud de combate a la corrupción se perdió”, sentenció el exministro y exdiputado Antonio Álvarez, al anunciar su salida del Partido Liberación Nacional allá por el año 2004.
Habló del “cucarachero” que se había metido al partido, de irregularidades en las asambleas distritales y que ante las denuncias la respuesta del Tribunal de Elecciones Internas era mandar al Tribunal de Ética a los que denunciaban.
“En el pasado creí en Liberación, pero hoy me doy cuenta que no tiene la entereza moral para acometer esta tarea de reconstrucción nacional”, confesó Álvarez en cadena de televisión en aquel entonces.
Para las elecciones del 2006 Álvarez se postuló como candidato presidencial por el partido Unión para el Cambio, que solo logró elegir un regidor.
Tras ese desvarío, el político y empresario retornó al PLN, lanzó su precandidatura presidencial para el 2014 y terminó dándole la adhesión al candidato Johnny Araya, de quien hoy es el jefe de campaña y candidato a diputado por el primer lugar de San José.
Ahora, en nueva posición, Álvarez ha dicho a la prensa la semana pasada, que la línea ética de Araya será respetar el principio de inocencia de todos sus candidatos a diputados, ministros y otros funcionarios que tengan procesos pendientes ante el Ministerio Público u otro ente fiscalizador, mientras este no se haya elevado a juicio. Esto a propósito del nuevo escándalo por las denuncias contra Olivier Pérez, candidato a diputado puntarenense, en relación con supuestas contrataciones ilícitas con la Caja Costarricense de Seguro Social.
EJEMPLOS
El de Álvarez es solo un caso de los muchos de transfuguismo político que ocurren en el país y aunque el fenómeno no es nuevo, sí ha tendido a incrementarse en los últimos años, al igual que en otras naciones de la región, algunos de los cuales incluso han legislado para impedirlo, por entender que es dañino para la democracia (ver recuadro).
Entre otros casos recientes de transfuguismo en Costa Rica está el de los diputados del Partido Accesibilidad sin Exclusión (PASE), que le dieron la adhesión al candidato del PLN y pasaron actuar como diputados del oficialismo, y no devolvieron sus curules para que las ocupen representantes del PASE, pese a que el partido se las solicitó.
Otro ejemplo es el de aspirantes a diputado del PLN y del Movimiento Libertario que al no haber sido nominados en sus partidos, se unieron al Partido Avance Nacional (PAN), del exdiputado y exdefensor de los habitantes, José Manuel Echandi, tras el ofrecimiento de ser candidatos a diputado.
El mismo Echandi es criticado en espacios de opinión y redes por su peregrinaje de un partido a otro en pocos años, pero él niega que su actuación sea oportunista y sin principios.
Cabe recordar que el exdiputado inició su participación política en la Unidad Social Cristiana, luego revivió el Partido Unión Nacional −que había desaparecido− y se eligió diputado. Sin embargo, renunció y se declaró diputado independiente, tras desacuerdos con el comité ejecutivo del partido, que lo acusó por presuntos pagos recibidos de parte de una compañía farmacéutica nacional, para cancelar el sueldo de tres de sus asesores legislativos.
En la campaña pasada, Echandi le dio la adhesión a la entonces candidata Laura Chinchilla −del PLN− y ahora se postula como candidato presidencial y candidato a diputado por el PAN, creado por él.
“Es curioso que me critican mucho que me haya pasado de un partido a otro, pero el mismo (José Miguel) Corrales (actual candidato del Partido Patria Nueva) había salido de Liberación, Antonio Álvarez salió de Liberación y fundó la Unión para el Cambio y ahora regresa nuevamente a Liberación Nacional. Entonces hay un sector importante de personas que tal vez se han identificado en algún momento con un partido político, pero que han considerado que el partido no reúne las expectativas ideológicas que está asumiendo”, justificó Echandi.
IDEOLOGÍA
Preguntado acerca de cuál es su ideología, Echandi dijo que “en la época actual hablar de una identidad de partidos no es cierto” y “hablar de una ideología pura es muy hipócrita”.
La gente sigue más a personas que encabezan el movimiento político, que a una ideología política. “Si me dice que Óscar Arias es socialdemócrata, yo le diría que eso está por verse”, apuntó.
En su caso, aseguró que tiene “una posición humanista, en el entendido de que creemos en Dios y en los principios socialcristianos, creemos que un Estado deber ser fuerte, pero también que debe existir la participación privada, y creemos que las políticas públicas tienen que satisfacer las necesidades de las personas que requieren más apoyo, es decir, viene siendo una mezcla de un socialcristianismo y una socialdemocracia”.
Por otro lado, alegó que su actuación no es oportunismo, pues fundar un partido político no es fácil. “Lograr conformar 81 asambleas cantonales, sumar siete asambleas provinciales y varias asambleas nacionales no es sencillo. Sería más oportunismo tratar de participar en un partido que ya está conformado, para ocupar un puesto político”, acotó.
Asdrúbal Marín, profesor de filosofía en la Universidad de Costa Rica y quien ha publicado artículos sobre el tema, comentó que no es una novedad en nuestro medio político que políticos tradicionales permanezcan por años en un partido tradicional buscando una oportunidad de ascender, y si no lo logran, entonces se van a otro partido o crean uno nuevo, y se declaran defensores de las necesidades populares.
Y es que en Costa Rica, igual que otros países latinoamericanos, los partidos ya no son los verdaderos grupos políticos que deberían ser. Prácticamente son clubes de amigos e instrumentos de ciertas clases sociales, que se han incrustado en el poder; los programas que presentan son falsos, para engañar al pueblo, y cuando llegan al gobierno no los cumplen, criticó.
Marín atribuyó la causa del transfuguismo a la existencia de un sistema político injusto y arbitrario, a la falta de formación política y a la apatía de la población. Esto favorece los intereses de muchos «vividores» de la política, políticos tradicionales, corruptos y oportunistas, que se aprovechan de esa ignorancia popular y se enquistan en el poder con el único interés de enriquecerse ilícitamente, lamentó.
Debate
El fenómeno del transfuguismo ha sido objeto de debates en países como Colombia, El Salvador y Guatemala, con propuestas de penalizarlo como conducta antijurídica.
En Brasil, en el 2007, el Tribunal Supremo falló en contra del transfuguismo, determinando que el mandato obtenido por un diputado en las urnas, debe pertenecer al partido y no al individuo, estableciendo de esta manera el concepto de «fidelidad partidista».
Poco después, el Tribunal Superior Electoral de ese país falló a favor de obligar a todos los políticos elegidos a cargos de representación popular, a mantenerse fieles a los partidos que los postularon, dando por terminada la secular práctica del transfuguismo.
El debate gira en torno a las diversas circunstancias por las que los políticos deciden abandonar una causa y abrazar otra. Está por ejemplo el que por razones legítimas se va de un partido, por considerar que este cambió de rumbo ideológico o ya no representa los ideales o intereses por los cuales él decidió integrarse o asumió el compromiso de representarlo.
Analistas políticos relacionan el transfuguismo con la pérdida de legitimidad de los partidos, convertidos a menudo en simples maquinarias electorales, utilizadas por ciertos grupos para controlar el poder, por lo que los políticos se sienten cada vez menos obligados a pensar en la sociedad y sí más bien en sus propios intereses.