Francisco de Paula Gutiérrez, presidente del Banco Central, respondió a preguntas de UNIVERSIDAD sobre hechos externos e internos que condicionan la economía nacional.
Francisco de Paula Gutiérrez: El país debe tener una legislación tributaria moderna.
En su comparecencia ante el Congreso de su país, el martes 15, Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de EE.UU – equivalente a nuestro Banco Central- dijo que la economía del mercado más grande del mundo crecería este año apenas entre 2.5% y 2.75%.
Esto implica una reducción importante del pronóstico de febrero, que situaba su crecimiento entre 3.25% y 3.5%; a esto se suma la cifra de desempleo, de 6.4%, la más alta en 9 años. Al considerar que uno de los factores que influyen es la incertidumbre política, algunos sectores llaman a esta incierta recuperación un producto de «la posguerra con Irak».
Debido al alto grado de dependencia de nuestro mercado con respecto al de EE.UU, consultamos al presidente del Banco Central, Francisco de Paula Gutiérrez sobre este tema.
¿Qué consecuencias tendría para Costa Rica el hecho de que la situación económica actual de ese país se prolongara o empeorara?
-La recuperación de la economía de EE.UU. es un elemento muy importante para Costa Rica, pues más de la mitad de nuestras exportaciones de bienes y servicios van a ese país. El cambio en el crecimiento anunciado por Greenspan obedece, en buena parte, al hecho de que durante el primer semestre la economía estadounidense mostró un índice relativamente lento. Sin embargo se espera cambie durante el segundo semestre y un crecimiento más fuerte para 2004. Pese a esta lentitud, nuestras exportaciones mostraron un fuerte dinamismo durante ese período, por lo que esperamos que con una mayor recuperación de EE.UU., nuestras ventas externas crezcan aún más, coadyuvando al logro de una situación productiva más sólida y sostenida, que se refleje en un mayor nivel de empleo y bienestar interno. Una desaceleración o estancamiento de la economía estadounidense nos haría más difícil esta meta.
¿Debe Costa Rica establecer vínculos más fuertes con la Unión Europea, el Mercosur, el Pacto Andino?
-Costa Rica debe establecer y fortalecer sus vínculos económicos con las áreas económicas, pues ayuda a reducir el riesgo de concentración en un solo bloque de comercio. Pero es fundamental avanzar hacia la suscripción de un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos; luego de su firma es necesario enrumbar el proceso de negociación con otros bloques comerciales a fin de establecer relaciones bilaterales estables, en vez de depender de concesiones unilaterales que pueden variar, como el caso reciente de la Comunidad Económica Europea.
La Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC) también es una concesión unilateral, en este caso de EE.UU. El equipo negociador costarricense se ha encontrado con que las propuestas de EE.UU. más bien reducen los beneficios que existen en este marco .¿No se pone demasiada expectativa en este TLC?
-La importancia del TLC radica, en algún grado, en la seguridad jurídica que ofrece a los países centroamericanos en cuanto a las normas que enmarcarían las relaciones comerciales con EE.UU. Tenemos concesiones unilaterales que podrían ser modificadas unilateralmente. Con la firma del tratado el país podría atraer una mayor cantidad de inversión, pues el planeamiento sería de mayor plazo. El TLC no soluciona todos los problemas, aunque abre un abanico de oportunidades que podremos aprovechar si hacemos la tarea interna de la manera correcta. Por eso es importante la labor del Ministerio de Comercio Exterior de discutir en varios foros los alcances de la negociación, y también solucionar cuellos de botella que nos afectan en nuestra capacidad de aprovechar las oportunidades. Por otra parte, la negociación del TLC también brinda la oportunidad de mejorar el funcionamiento del esquema de integración regional.
Nuestro país comenzó a convertir deuda interna en deuda externa, lo cual, según economistas, contribuyó a bajar el pago por intereses de la deuda, aunque también consideran que este recurso no puede hacerse por mucho tiempo, puesto que podría convertirse en una fuente de vulnerabilidad externa. ¿Qué opina sobre esto?
-Hay algún grado de validez en esa preocupación, pero lo importante, más que la mezcla entre deuda interna y externa, es el nivel de deuda global y su dinámica de crecimiento. La externa es relativamente baja si se compara con el tamaño de la economía. Al 31 de diciembre de 2002, el saldo de la deuda pública externa equivalía al 19,8% del Producto Interno Bruto, muy por debajo de los niveles que alcanzó esta relación durante el período de la crisis económica de principios de los años 80. En diciembre de 1977, por ejemplo, la relación deuda pública externa-PIB era de 27,4%, pero para diciembre de 1981 había subido a 85,9%, y en diciembre de 1982 llegó a 120,9%. En estos momentos, el país no parece tener un alto nivel de endeudamiento externo, aunque sí un nivel agregado de deuda elevado que necesitamos reducir para disminuir la vulnerabilidad de la economía. La búsqueda de una menor relación entre deuda pública y PIB depende, principalmente, de la reducción del déficit fiscal y, particularmente, de la generación de un mayor superávit primario (exceso de los ingresos corrientes sobre los gastos totales, excluyendo intereses). Esto facilitaría además una reducción en la tasa de interés real y, gracias a ella, un mayor nivel de crecimiento de la producción, ayudando a la sostenibilidad fiscal. Por eso es importante buscar una solución de largo plazo a sus problemas fiscales.
¿Cree necesario revisar el sistema tributario para disminuir la laxitud legal por la cual Costa Rica es presentada en el exterior como un refugio fiscal?
-Cuando formé parte de la Comisión de exministros de Hacienda, se discutió este tema. El país debe tener una legislación tributaria moderna, donde los diferentes agentes económicos, sin excepción, contribuyan con el financiamiento del Estado. De ahí que entre las propuestas incluidas en el informe de dicha Comisión, se encuentra la reforma al impuesto sobre la renta, con el fin de contar con un sistema de impuesto sobre la renta global y unitario que se ajuste al principio de contribución según la capacidad económica y ofrezca mayor equidad, y un impuesto al valor agregado, de amplia base. Mi pensamiento sobre el impuesto sobre la renta queda bien expresado en dicho informe. No creo que debamos utilizar como atractivo el concepto de «refugio fiscal», sino apoyarse en nuestras verdaderas ventajas competitivas, como una fuerza laboral capacitada y un régimen jurídico estable con reglas del juego claras. También requerimos una situación macroeconómica estable, para lo cual necesitamos fortalecer las finanzas públicas, incluyendo no sólo las del Gobierno Central sino del Banco Central y los entes descentralizados.