Proliferación de partidos políticos no contribuye con gobernabilidad

Hemos pasado 50 años bailando al ritmo de una canción democrática y ahora vemos huecos en esa canción.Ana Cristiana Rossi, escritora y activista ambiental,

Hemos pasado 50 años bailando al ritmo de una canción democrática y ahora vemos huecos en esa canción.


Ana Cristiana Rossi, escritora y activista ambiental, (centro) cuando hacía su exposición ante el auditorio del Centro Cultural de México. Le acompañaron Juan Manuel Villasuso, Miguel Gutiérrez Saxe (izquierdo), Jaime Ordóñez, moderador y Kevin Casas (derecho).

Todos tienen diferentes puntos de vista y lecturas sobre una misma realidad: el complejo panorama de los partidos políticos y la gobernabilidad de Costa Rica.

Juan Manuel Villasuso, Kevin Casas, Miguel Gutiérrez Saxe, y Ana Cristina Rossi analizaron el pasado jueves el estado de la democracia en nuestro país y las perspectivas a futuro.

Todos coincidieron en que definitivamente el sistema democrático costarricense enfrenta una crisis profunda, aunque cada cual argumentó diversas razones y soluciones.

DESAPARECIÓ LA CANCIÓN DEMOCRÁTICA

Para la escritora Ana Cristina Rossi, el momento por el que atraviesa el país es particularmente difícil, y esto se puede constatar cada día con «múltiples síntomas» como «la violencia, la proliferación de partidos políticos pequeños, el tener a dos ex presidentes indiciados por casos graves de corrupción, etc».

«Hemos pasado 50 años bailando al ritmo de una canción democrática y de pronto empezamos a notar los huecos en esa canción, es más, ahora, para la gente que no tiene el poder en la mano no existe ninguna nación».

Rossi planteó tres opciones para seguir adelante: «la primera es seguir bailando como si nada, pensar que Costa Rica es la de siempre. La segunda, aprovechar esos silencios para pensar cuál camino seguir y la tercera, rellenar esos huecos con nuevas músicas. Los nuevos partidos políticos son nuevas músicas que nos pueden ayudar a componer de nuevo la canción de la democracia».

INESTABILIDAD, FRUTO DEL PASADO

Miguel Gutiérrez Saxe, está convencido de que los problemas políticos que vive hoy el país como la desconfianza son fruto de malas decisiones y acciones de las últimas dos décadas.

«Fallamos en el peor momento, cuando hubo mayor crecimiento de la población redujimos, por ejemplo, la cobertura en educación y la inversión social. Ese rezago no lo hemos podido superar hasta hoy», afirmó.

Otro factor que ha puesto en jaque el sistema tradicional democrático es la concentración de la riqueza en manos de muy pocos como consecuencia de un modelo económico sin encadenamientos.

«En este contexto es muy difícil que la gente mantenga la confianza en los políticos y en las instituciones. Además, en los últimos 25 años se incrementó la promesa democrática de mayor bienestar, con un compromiso de asignar mayores recursos a lo social pero muy poco se cumplió. Esta situación, alimentada por un evidente clientelismo, la ineficiencia y la corrupción en los partidos políticos nos ha llevado a un punto donde los partidos como forma de vida casi desaparece».

Para Gutiérrez Saxe, hoy más que nunca la democracia está a prueba, pues ya no compite con regímenes autoritarios, sino con ella misma y sus errores, por eso la única forma de lograr que se fortalezca, en el caso de Costa Rica, es con fuertes reformas que permitan a los gobernantes y a los partidos reencontrarse con su pueblo.

ÉTICA, EL CENTRO DE LA CRISIS DE LOS PARTIDOS

El analista Juan Manuel Villasuso considera que el problema ético es la raíz de casi todos los males que aquejan a los partidos políticos de hoy, y que salir de esta crisis será muy difícil.

Esta crisis ética, explica, desemboca en una crisis política palpable en la incapacidad del sistema para lograr acuerdos y el mal manejo que se hace de las disidencias.

«Antes sí se lograban los acuerdos, hoy no lo hacemos porque el país está muy fragmentado y muchos grupos de interés ya no buscan a los partidos para lograr representatividad, sino que utilizan sus propios medios».

El país enfrenta una tercera crisis, la crisis de «las políticas», que queda clara al ver el divorcio entre planes y proyectos sociales y económicos.

La cuarta crisis que enfrenta Costa Rica es la institucional, apuntó Villasuso, pues los partidos tradicionales se han fragmentado mucho.

«Del PUSC se desprendió el Movimiento Libertario, mientras que de Liberación se desprendieron el PAC (Acción Ciudadana), el UP (Unión Patriótica) y el UPC (Unión para el cambio)», detalló, y agregó que «en el interior de los partidos las cúpulas se han consolidado y hay muy poca confrontación, y lo peor, hay un clarísimo divorcio entre las organizaciones sociales y esas cúpulas».

El analista fue enfático: «si los partidos no hacen las transformaciones estructurales que requieren y fortalecen sus vínculos con las organizaciones sociales se van a debilitar todavía más, pues esos grupos buscarán múltiples vías para alcanzar sus metas y eso podría tener graves consecuencias en el tema de legitimidad y gobernabilidad».

La fórmula para lograr un cambio, sostiene, no es una mayor atomización de la Asamblea Legislativa con muchos diputados de muchos partidos, sino con un verdadero respeto a las mayorías para llegar a acuerdos sociales; para esto, dijo, es necesario dejar de ser una sociedad polarizada donde solo hay enemigos.

GOBERNABILIDAD IMPOSIBLE HASTA…

El politólogo Kevin Casas no coincidió con los otros analistas al considerar que el pasado fue mejor, y que la democracia y calidad de vida de hace varias décadas era mucho mejor que la actual.

Reconoció que hoy existen problemas graves que resolver, pero negó que estos sean nuevos. «¿Es que antes no había violencia, o hay más corrupción ahora, con dos presidentes acusados que cuando Robert Vesco controlaba la mitad del sistema político?», cuestionó.

Casas aseguró que la democracia en Costa Rica tiene problemas por la gobernabilidad, la dificultad para construir consensos, los problemas de diseño institucionales, la desarticulación de los partidos políticos y la mala educación política de la población.

El politólogo considera que una de las fallas más graves del sistema nacional es la deslegitimación del voto, pues «ahora la tónica es que si no me parece el partido o candidato electo prácticamente no lo reconozco».

Ante esta situación «quienes resultan electos tienen pánico de ejercer el poder, pues además son condenados a priori como corruptos hasta que demuestren lo contrario».

Casas sostiene que la existencia de muchos partidos en un sistema presidencialista como el costarricense, lejos de ser una ventaja, es un problema, pues imposibilita la construcción de consensos y por lo tanto la ejecución de acciones necesarias.

«Hoy lo que tenemos en la Asamblea Legislativa, por ejemplo, es un debate político intolerante y colérico, donde ya no hay contendientes si no enemigos».

Las reformas, una vez más, son consideradas como urgentes, pero Casas subraya que esto no quiere decir que se necesite una Asamblea Constituyente como algunos opinan, pues eso es una «lotería».

La conclusión de Casas y de sus compañeros fue casi igual: «Costa Rica tuvo una democracia de primera división; hoy estamos jugando en segunda división y si no hacemos nada por corregir los errores terminaremos jugando la misma mejenga que Venezuela, Perú y Bolivia».

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