Refugio Caño Negro debate su vida entre la ilegalidad y la indiferencia

El Refugio de Vida Silvestre Caño Negro alberga uno de los humedales más importantes, grandes y reconocidos internacionalmente que tiene el país, aunque este

El Refugio de Vida Silvestre Caño Negro alberga uno de los humedales más importantes, grandes y reconocidos internacionalmente que tiene el país, aunque este reconocimiento actualmente parece valer muy poco para detener su deterioro y destrucción.

La expansión sin control del monocultivo de la piña en los alrededores de Caño Negro durante los últimos años, se ha convertido en uno de los principales causantes de la sedimentación y de la contaminación que sufre este sitio, reconocido desde el año 1991 por la Convención de Ramsar, que protege internacionalmente a los humedales más importantes del mundo.

UNIVERSIDAD realizó un recorrido por la zona de Caño Negro y sus alrededores para ver de cerca los problemas que sufre el Refugio, y recoger la visión de los diversos actores sobre un problema reconocido por todos.

 

 

“EL PROBLEMA ES LA CORRUPCIÓN”

Mauro Corte vive desde hace 12 años en Caño Negro, donde estableció un hotel para recibir a los turistas que deseen visitar y conocer la hermosa y extensa laguna.

Corte también se ha convertido en uno de los principales combatientes contra la expansión indiscriminada de las piñeras y de otras actividades que desde fuera del Refugio, están comprometiendo seriamente el futuro del humedal.

“Empecé a trabajar por el ambiente hace 10 años, porque el daño es cada vez más evidente. Un día vemos pescados muertos, otro la sedimentación de la laguna que cada vez es mayor y que viene tanto de las piñeras como de un tajo que trabaja en el puro centro del río, y todo viene a dar hasta aquí”, describió Corte.

Señaló como el principal problema en el Refugio de Caño Negro la corrupción,  pues asegura que las instituciones representadas en la zona ven el problema todos los días, pero no actúan ni hacen las denuncias respectivas.

“Aquí hay muchas piñeras que se desarrollan sin permisos, a la pura orilla de la única carretera por la que pasan los del MINAET (Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones) y otras instituciones, pero no les importa”, afirmó.

El empresario y ambientalista aseguró que se han presentado muchas denuncias por parte de la Asociación de Protección, Conservación y Sanidad de Recursos de Caño Negro (ASOPROCOSARENA), sin que las instituciones les den el seguimiento debido, y en muchas ocasiones se debe recurrir a la Sala Constitucional para que se haga cumplir la ley.

“Hubo un señor que construyó una cabina en una zona de protección, al puro borde de la laguna y duramos cinco años esperando que la demolieran, a pesar de que existía una orden. Si duramos cinco años con una cabina, ¿se imagina cómo nos va con una piñera que tiene tanta plata?”, comentó Corte.

Criticó que el Gobierno reclamara con tanta fuerza el daño provocado por Nicaragua al humedal Caribe Norte (Isla Calero) -que es un sitio Ramsar-, pero no ponga ninguna atención a Caño Negro, que también tiene esta condición.

“El daño que sufre Caño Negro es 100 veces más grande que el de Calero, pero a nadie le preocupa. El humedal y el conflicto en Calero dan mucha publicidad, como el otro caso de la mina Las Crucitas; entonces, todos los abogados ahí van porque reciben fama, pero en Caño Negro somos cuatro gatos peleando”, reclamó.

Corte agregó que inclusive le han escrito a la Convención Internacional Ramsar para denunciar el deterioro de este sitio, y tampoco recibieron respuesta.

“LA LAGUNA HA CAMBIADO”

Juan Ríos es un guía turístico que nació y creció en Caño Negro, y hoy vive de los recorridos que puede dar a los turistas por la laguna en su lancha, desde la cual ha notado muchos cambios.

Según Ríos, tiempo atrás la laguna de Caño Negro se llenaba desde el mes de mayo, pero ahora terminando junio apenas el nivel es “medio”, lo cual atribuye también a los sedimentos que arrastran los ríos desde las zonas aledañas al refugio.

“Cuando cae mucha lluvia se ven las consecuencias, porque las quebradas que vienen a dar a la laguna traen mucho sedimento. Nosotros calculamos, sin ser especialistas, que ciertas lagunas van a desaparecer en 10 o 15 años, porque la sedimentación es muy grande, y eso afecta las especies que viven acá”, manifestó.

Recientemente, Ríos y los habitantes de Caño Negro fueron testigos de la aparición de gran cantidad de peces muertos en la laguna, lo cual atribuyen a la contaminación por químicos que viene desde las piñeras.

“Había guapotes, mojarras, tilapias, gaspares y hasta peces diablo encontramos muertos, pero hay que esperar los estudios a ver qué fue de verdad lo que pasó”, indicó.

TRABAJAR CON LAS COMUNIDADES

La preocupación por Caño Negro sí ha llegado a la Universidad de Costa Rica (UCR), donde el programa Kioscos Ambientales trabaja un proyecto desde el Consejo Nacional de Rectores (CONARE), para fortalecer a las organizaciones locales en este tema.

Geanina Amaya, coordinadora de este proyecto, comentó que si bien son varias las actividades que impactan negativamente a Caño Negro desde afuera, la expansión piñera se ha convertido en la más evidente en los últimos años.

Es por eso que el trabajo de Kioscos Ambientales se ha centrado  informar y compartir con los habitantes de esta región las experiencias que han tenido comunidades como las del Caribe norte, para tratar de poner a raya la expansión piñera.

Amaya detalló que se ha valorado la posibilidad de impulsar una moratoria al incremento de este cultivo, en los cantones que rodean el Refugio Caño Negro (Guatuso y los Chiles), aunque expuso que las comunidades dudan de tener el apoyo de las instituciones.

“En las comunidades sentimos que hay bastante incertidumbre sobre hasta dónde se puede llegar con las piñeras que hay alrededor del refugio, especialmente porque les genera duda el seguimiento que da el MINAET a las denuncias y a los cierres de fincas que se han producido”, afirmó.

Para ella, además de la piña, otros cultivos como el arroz y la yuca, así como la actividad de un tajo en la zona de Guatuso, también están colaborando con el evidente depósito de sedimento en Caño Negro, lo cual va restando volumen a los cuerpos de agua.

 


 

“Piñeras tiran los químicos en donde les da la gana”

Carlos Vallejo fue trabajador en una de las piñeras en la zona de Guatuso hasta hace escasos tres meses.

Como operador de la piñera, asegura haber visto en muchas ocasiones cómo los residuos de agroquímicos y pesticidas que se aplican en este monocultivo, eran derramados “en cualquier lado”.

“Llegaba el Boom (vehículo fumigador) y le vaciaban los químicos sobre los caminos. Entonces después se venía la lluvia y todo eso el agua se lo lleva a las quebradas y al río Mónico; entonces me imagino yo que eso es lo que puede estar matando los peces, porque todo eso va a dar a la laguna”, detalló el extrabajador piñero.

Carlos afirma que después a los vehículos que cargan los químicos los lavan “donde les da la gana”, sin importar si el agua utilizada va a dar a las quebradas y ríos cercanos.

“Y cuando van a sembrar es terrible: tiran todos los árboles y los arrancan sin dejar nada; después algunos de esos los entierran para que no se vean”, comentó.

Sobre las condiciones laborales, reprochó que con frecuencia se incumplen los pagos a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y se retrasan las órdenes patronales, además de hacerlos cumplir horarios de trabajo muy extensos.

“A mí me despidieron porque pedí permiso para que me dieran libre el Jueves y Viernes Santo. Pero como que no les gustó, y entonces ya el lunes estaba la carta de despido lista”, aseguró Villarreal.

Recordó que con frecuencia su jornada laboral se iniciaba a las 4 de la mañana y terminaba hasta casi las 10 de la noche. “Cuando uno se queda tanto, se supone que tienen que reconocerle viáticos y todo; pero, pedir eso en la piñera es un sueño”, lamentó.

 


 

MINAET: “Nosotros sí hacemos denuncias”

Uno de los señalamientos recurrentes que encontró UNIVERSIDAD durante esta visita a Caño Negro estuvo dirigido hacia los funcionarios del Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (MINAET) responsables de la vigilancia y protección de este humedal protegido.

Incluso el juez del Tribunal Ambiental Administrativo, José Luis Vargas, fue directo en una de las ediciones anteriores de UNIVERSIDAD, al señalar la inacción de estos funcionarios frente a los evidentes daños que sufre dicha área natural protegida.

Gerardo Blanco, administrador del Refugio de Vida Silvestre Caño Negro, negó rotundamente que él o los funcionarios de su oficina estén dejando pasar la contaminación y el daño que sufre este sitio de importancia internacional.

“Nosotros sabemos de los problemas que existen porque hemos puesto las denuncias. No es que el Tribunal Ambiental simplemente llega y aparece cerrando piñeras; fue porque nosotros pusimos las denuncias y ahí están los expedientes que lo prueban”, refutó Blanco.

Se mostró “extrañado” de que el Tribunal Ambiental Administrativo haya “durado tanto” en cerrar las tres piñeras clausuradas en el mes de mayo, pues afirmó que algunas de estas no contaban ni con los permisos para operar.

“La reciente muerte masiva de peces nosotros la atendimos; lo que están pendientes son unos análisis de laboratorio que la gente de Salud tomó, y que esperamos sirva de evidencia para probar que hay contaminación por químicos”, expresó Blanco.

El funcionario aclaró que su oficina depende del Sistema de Áreas de Conservación (SINAC), e indicó que en Caño Negro los recursos son muy limitados.

“Aquí, como puede ver, tenemos poco personal. Está el compañero que es técnico, la señora que limpia y un señor de mantenimiento. Lo ideal es que tuviéramos 12 personas, pero a veces hasta nos toca apoyar a otros en las distintas áreas protegidas de esta zona”, cuestionó Blanco.

El administrador aseguró que el tener que atender un área de casi 10.000 hectáreas con solo dos personas, limita el que puedan hacer otros trabajos de importancia, como la educación ambiental en las comunidades.

“La conservación de un área protegida deber estar en manos de la comunidad. Estamos trabajando actualmente en un plan de manejo de esta zona, con las 14 o 15 comunidades que hay alrededor de Caño Negro, donde el MINAET es un facilitador de los talleres”, detalló Blanco.

Afirmó que la mayoría de las piñeras en esta zona trabajan sin permisos, y hasta se sabe que contemplan algunas sumas de dinero para pagar multas, en caso de que sean sorprendidos por las autoridades.

En opinión de Blanco, la idea no debe ser simplemente que se cierren las fincas piñeras, sino hacerlas partícipes de la elaboración del plan de manejo y que se pongan al día con sus obligaciones.


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