Ronulfo Jiménez, coordinador del Consejo Económico, del presidente Abel Pacheco, afirma que la globalización es «imparable», pero la actual administración cree que Costa Rica puede «sacarle provecho
«No siento que existan presiones»
Tiene la ventaja de pertenecer al ámbito académico más que al empresarial. Quizás por esto, Ronulfo Jiménez, coordinador del Consejo Económico del presidente Abel Pacheco, reconoce el valor de la política. Esto significa -dice- entender que las acciones de gobierno deben estar sustentadas en el consenso de la sociedad.
¿Consenso para qué? Sus metas son abrir la economía del país a las exigencias de una globalización que considera «imparable», pero hacerlo sin colocar en desventaja a la producción nacional, combatiendo la pobreza y, aún, promoviendo la movilidad social.
Esta entrevista, realizada el pasado 26 de junio, trata de cómo piensa la actual administración lograr este malabarismo.
Usted es director de la Academia de Centroamérica, una institución privada que recibe financiamiento, por ejemplo, de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), del gobierno de EE.UU, del Banco Interamericano de Desarrollo, y que algunos economistas califican como una entidad de pensamiento neoliberal. ¿Se reconoce Ud. como tal?
-La Academia es un instituto de investigación, creado en 1969, en la que participan economistas y otros que no lo son, de diferentes partidos políticos, particularmente de la Unidad y del PLN. No hay un solo pensamiento que pueda resumir el de todos sus integrantes. Fui presidente de Academia hasta el año pasado. Creo que el mercado es un instrumento relevante, muy poderoso para la asignación de recursos, pero no es un objetivo en sí mismo. Y que no hay una oposición entre mercado y participación del Gobierno. Esta última es importante para lograr ciertos fines públicos y objetivos sociales que no es posible lograr a través del mercado. Si esto es liberal, neoliberal o como quiera llamársele, creo que carece de importancia.
A la Academia de Centroamérica también pertenecen personas del equipo económico de la administración Rodríguez y que ahora participan en la de Pacheco. Sin embargo, se oye un discurso de tono distinto. La pasada trataba de imponer de una manera más vertical un proyecto aperturista y privatizador. El presidente Pacheco dice que quiere debatir y negociar con los distintos sectores. ¿Será real o solo una adecuación del discurso?
-No todos son los mismos. Hay algunos que vienen del gobierno de Rodríguez, otros son nuevos. Entonces, también hay nuevas combinaciones. La administración pasada fue cambiando, hubo una evolución, y las diferencias de estilo con la de Pacheco obedecen a las circunstancias políticas del país y a los retos económicos inmediatos. Algo importante para lograr objetivos económicos y sociales, es tener flexibilidad en los instrumentos y captar cuáles son los cambios en las circunstancias, porque no se puede hacer política económica y social a contrapelo de ellas.
¿Cómo harán para manejar las demandas políticas y sociales de la sociedad frente a las demandas de las empresas transnacionales, que a través de instrumentos como el propio gobierno estadounidense, el FMI, el Banco Mundial, presionan, condicionan préstamos a que los países privaticen y abran totalmente sus mercados?
– No siento que existan presiones, porque también el mundo está cambiando. No solamente Costa Rica ha evolucionado, sino que los organismos internacionales también: el Banco Mundial, el FMI, el BID, porque ellos también toman en cuenta el entorno internacional.
En Argentina, parece que no.
-Pero en el caso de Costa Rica ellos han empezado a respetar el modelo económico y social, el estilo de hacer las cosas, y desde la administración pasada, en el tema de las pensiones, por ejemplo, cuando algún organismo financiero propuso algo que considerábamos que no iba a ser viable en Costa Rica, se lo dijimos: no es viable. Creo que con los organismos se necesita tener diálogo y decirles lo que consideramos posible y lo que no. Entonces, puede ser que con algún organismo internacional mantengamos buenas relaciones, pero no tengamos préstamos ni estemos tramitando ningún proyecto.
Como es el caso actual con el FMI.
-Con el FMI tenemos buenas relaciones, asistencia técnica, una serie de cosas que nos interesan, pero llevamos cuatro años de no tener convenios.
¿Y eso responde a que ustedes han dejado claro que van a hacer las cosas como quiere Costa Rica?
-Correcto. La administración del presidente Rodríguez fue la primera, en muchos años, que no tuvo ningún convenio con el FMI. Les dijimos que nos interesa la estabilidad económica, que vamos a manejar en forma seria y responsable las finanzas públicas, bienvenida la asistencia técnica, queremos tener buenas relaciones con ellos, las tenemos, pero no estamos comprometidos con un convenio de los típicos que han firmado otros países, y no recibimos presiones para que lo hagamos. Esto es un ejercicio del equilibrio entre lo que el país puede hacer en el plano internacional y el punto de vista de todos los intereses locales que hay.
¿Les preocupa que ante el hecho de que Estados Unidos quiere firmar un TLC con Centroamérica, y crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), puedan haber presiones de ese país, por ejemplo para que se abran los mercados de las telecomunicaciones o de los seguros?
-Creemos que un TLC con Estados Unidos es una oportunidad, porque hasta ahora hemos dependido de concesiones unilaterales de ese país. Y así como nos las dan, nos las pueden quitar. Entonces, tienen el inconveniente de que no tienen reglas fijas. Un TLC fijaría reglas, algo convenido por ambas partes, lo cual sería una ventaja para Costa Rica. Desde el punto de vista de negociación, el Gobierno de la República ha dicho que el tratamiento debería ser especial. Es algo que EE.UU va a entender: que así como ellos tienen dificultades en ciertos sectores, nosotros las tenemos en otros. En el campo de las negociaciones comerciales, Costa Rica es respetada.
Si bien después de la movilización ciudadana contra el combo, la administración Rodríguez aceptó que el país no quería ir por ese rumbo, también se percibió que se aplicaron normativas y decretos para ir privatizando lo que pudieran, sin pasar por la Asamblea Legislativa. Por ejemplo, el Reglamento de Telecomunicaciones. ¿Esto es parte de la estrategia?
-El Reglamento no puede abrir ni telecomunicaciones ni Internet, eso es claro, y se le quitaron los artículos que alguna gente podía interpretar que esa era la línea.
A través de la concesión de obra pública o de licitaciones se han dado algunos servicios o funciones que realizaba el Estado, como la revisión técnica de los vehículos, que la hacía el Ministerio de Obras Públicas y Transportes. ¿Existe la política de no fortalecer en el sector público lo que puede hacer el sector privado?
-No, hay que analizar cada caso. La Ley de Concesiones, aprobada al final de la administración Figueres, da las posibilidades de concesionar obras, como carreteras. El país decidió que esto se podía hacer, y en cada caso se revisa si es posible. Hay que tener presente que no todo va a poder hacerse con fondos públicos, que son muy escasos. Además, con una carga tributaria tan baja, el país va a tener que aprovechar las oportunidades de participación del sector privado. Esto no es una lucha entre ambos, sino que hay que incorporar al privado. Y hacerlo con las mejores reglas posibles, en eso sí estamos de acuerdo, pues el ámbito privado seguirá jugando un papel muy importante. ¿Cómo es que Ud. imagina el lugar que va a ocupar Costa Rica en el mercado internacional? ¿Qué exportaremos, qué produciremos y qué dejaremos de producir para el mercado interno, y de qué importaciones nos volveremos dependientes?
-En primer lugar, Costa Rica siempre ha sido un país muy integrado con el resto del mundo. La historia económica ha sido básicamente la forma de cómo se integra con el resto del mundo. En la época colonial fue con el ganado, el cacao, el tabaco. En la época independiente, con el café, el banano. Y en los años 60 del siglo pasado, con la integración centroamericana y luego con la promoción de exportaciones. Una economía tan pequeña no puede sobrevivir si no es en el contexto internacional. De aquí en adelante, lo clave es que Costa Rica pueda ser competitiva con el resto del mundo, no por la mano de obra barata y poco productiva, tipo maquila, sino con mano de obra de calidad y productiva. Esto nos permitirá tener salarios altos, que es a lo que Costa Rica aspira.
Un elemento clave de la participación en el mercado internacional debe ser la formación de los recursos humanos. Esto tiene que ver con los esfuerzos de la educación formal y la ampliación de la educación preescolar, la primaria tiene bastante cobertura, y la secundaria, donde la administración anterior hizo esfuerzos para ampliar su cobertura y abrirles a los adolescentes opciones diferentes a los métodos tradicionales. Y también el tema de la educación para el trabajo: educación y capacitación de la mano de obra costarricense. Me parece que este es el elemento fundamental.
Está también la creación de infraestructura para que las empresas costarricenses puedan competir en el mundo. Y está el elemento de las pequeñas y medianas empresas (PYMES). La Ley de PYMES establece toda la estructura de apoyo que se le debe dar a estas empresas, apoyo financiero, asistencia técnica, comercialización, información y hasta un fondo de garantía.
En el caso de la agricultura, hay que apoyar al productor para que pueda adaptarse, sobrevivir, ajustarse a los procesos de apertura económica. Tenemos que partir de que la globalización es una realidad que está ocurriendo, algo que no se puede impedir, pero eso no quiere decir que no se apoye a los grupos sensibles a la apertura, y en particular al sector agropecuario.
Cuando dice que la globalización es una realidad imparable, asusta que ustedes piensen que los países tienen simplemente que abrirse, cuando hay tanta desigualdad en el mercado mundial, cuando es evidente que esta apertura favorece mucho más a las grandes economías, que a las pequeñas. El país de alguna manera debe poner sus propias condiciones a esa globalización.
– Creo que sí, la globalización es también una oportunidad. No simplemente cruzarse de brazos. La sociedad costarricense puede tomar una serie de decisiones para obtener mayores beneficios y para que los costos que tenga -porque tiene costos-, los pueda enfrentar de la mejor forma. Ese es el reto. La decisión no es entre globalización sí o no, es entre cómo aprovechar mejor sus oportunidades, y no hacerlo.
¿Cómo compatibilizan el desarrollo económico y social que el Gobierno desea alcanzar y el proyecto de flexibilizar las normas laborales en el sector público? Lo pregunto porque el informe del FMI divulgado durante la pasada campaña electoral, recomienda esto como una medida para reducir el déficit fiscal, pero esto atacaría en alguna medida el tejido social que construyó el país con el modelo de desarrollo anterior. Quienes trabajan en el sector público ¿también pasarán a regirse por las reglas del mercado?
– Aquí el planteamiento más bien tiene que ver con un equilibrio. En las relaciones entre el Estado y sus empleados, nos hemos ido a un extremo, donde prácticamente hay inmovilismo. En la UCR, para que alguien sea despedido, debe ocurrir algo gravísimo, como pegarle al rector, hubo un caso y fue casi el único. Y, por otro lado, el sector público no está satisfecho con las condiciones. Hay que buscar algún tipo de acuerdo con los trabajadores, de modo que puedan ser retribuidos más de acuerdo con su productividad, mediante incentivos y que aquel que reiteradamente no cumple con sus funciones y no es productivo, pueda salir de la relación con el Estado. Pero no es irse al otro extremo, sino buscar un equilibrio, y además, modernizar esas relaciones. Ahora, no tenemos ninguna prisa por hacerlo. En la medida en que se pueda hacer en consenso, en acuerdo con las organizaciones laborales, y que pueda producirse un intercambio mutuamente beneficioso, que ellos obtengan beneficios y que haya otras que beneficien al Estado, creo que se puede caminar. Si no hay un acuerdo, no veo que en esto podamos caminar, sino que se mantendría el «statu quo».
¿Cómo coordinan sus planes y objetivos el Consejo Económico y el Consejo Social?
-Hay dos equilibrios básicos que mantener en la política de este Gobierno. Uno es entre el Consejo Económico y el Social. A los dos les interesa reducir la pobreza. Para el primero, el instrumento es la creación de empleo, el aumento de la productividad y de los salarios reales, de forma tal que si esto se mantiene de forma sostenida, llegue a los grupos más pobres. Por supuesto que esto no es suficiente.
Los instrumentos del Consejo Social para combatir la pobreza son los programas sociales universales: educación y salud, por ejemplo, porque hacen que el goteo y el ascenso social puedan ocurrir, y los programas «focalizados» hacia los pobres. Son las dos palancas para reducir la pobreza.
El otro equilibrio es entre la apertura y los sectores que se afectan con ésta, en particular, el sector agropecuario. Aquí la regla básica es que el país debe avanzar en los procesos de apertura, y esa es una tarea de Comercio Exterior, pero eso debe pasar por reconocer que el país debe trabajar en mejorar su competitividad, particularmente de las empresas pequeñas y medianas, y también por poner atención a las características particulares del sector agropecuario.
Entonces, el Ministro de Comercio Exterior debe tener claro eso, así como el Ministro de Agricultura sabe que habrá una atención especial a este sector, dentro de los procesos de apertura económica. Y el coordinador del Consejo Social está en el Consejo Económico, y viceversa.