Urge fortalecer la educación

Juan Diego Trejos, del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE). El desarrollo educativo alcanzado por la población costarricense es insuficiente para aprovechar de

Juan Diego Trejos, del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE).

El desarrollo educativo alcanzado por la población costarricense es insuficiente para aprovechar de manera óptima las ventajas comerciales que ofrecería la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, y como consecuencia de ello los ingresos económicos no ayudarían a reducir sustancialmente la desigualdad social.

La educación muestra una debilidad significativa en cuanto al número de estudiantes de enseñanza secundaria que logran concluirla, hecho que se convierte en un obstáculo serio para competir con calidad en un esquema económico de apertura comercial.

Esto quedó en evidencia en la exposición de Juan Diego Trejos, del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien expuso sobre «Efectos de la apertura en el mercado de trabajo y la redistribución del ingreso en Costa Rica y Centroamericano», durante el foro que analizó las implicaciones del TLC para la economía costarricense.

Dicha actividad tuvo lugar en la UCR el pasado 11 de agosto y fue organizada por el IICE en el marco de sus 50 años de fundación. A lo largo del día el público pudo escuchar a especialistas que evaluaron las eventuales consecuencias del TLC en diversas áreas de la economía nacional y centroamericana.

Con abundante información estadística, el economista Trejos analizó la dinámica del mercado laboral en las últimas dos décadas y las proyecciones que podría tener de cara a la aprobación del tratado, así como las repercusiones sobre la economía nacional.

Si queremos producir y competir como un país del primer mundo, tenemos que invertir también en recursos como nación del primer mundo, enfatizó Trejos.

Durante el foro, el exministro de Planificación Nacional -Leonardo Garnier- expresó un criterio parecido, al comentar que cuando Costa Rica se compara en sus índices y competitividad con otros países subdesarrollados no sale tan mal parada; pero otra cosa es jugar en las «grandes ligas», como lo sería el TLC con Estados Unidos.

EDUCACIÓN ES CLAVE

Los economistas que analizan la pobreza, el empleo y la desigualdad, coinciden en que la calidad de la educación es un factor clave en el desarrollo de cualquier sociedad, especialmente cuando se trata de competir en esquemas de apertura comercial frente a economías poderosas como la de Estados Unidos.

Esto queda ratificado con las exposiciones de los expertos en otro foro similar («Pobreza, desigualdad y desarrollo») realizado en la UCR el pasado 4 de agosto. Allí quedó claro que el modelo exportador no ha generado en América Latina un mayor desarrollo y que la calidad de la mano de obra es insuficiente para competir con éxito dentro de un tratado de libre comercio.

Para el exministro Garnier, si Costa Rica desea sacarle un buen provecho al TLC con Estados Unidos, la inversión anual en educación -respecto del Producto Interno Bruto (PIB)- debe subirla en dos o tres puntos; actualmente es del 6%.

Por su parte, Trejos sostiene que la educación se mantiene en los últimos años como uno de los factores que ocasiona más desigualdad en Centroamérica.

A pesar de que Costa Rica destaca en el ámbito internacional como uno de los países con la tasa de analfabetismo más baja (2%, aproximadamente), muestra una seria deficiencia en cuanto a estudiantes que finalizan los distintos ciclos educativos, sobre todo en educación secundaria.

Saber leer y escribir no es sinónimo de calidad educativa y así se percibe en los índices aportados por Trejos en relación con el grado de escolaridad de la población costarricense, el cual es bueno si se le compara con el de las naciones centroamericanas, aunque insuficiente frente al de países desarrollados.

Así, cerca del 65% de la fuerza de trabajo no ha completado la educación secundaria y sí la ha concluido apenas el 13%. Asimismo, solo el 12% tiene estudios universitarios completos y a un 11% le falta terminarlos.

Todo esto, en opinión de Trejos, los convierte en una fuerza de trabajo poco calificada, frente a procesos de apertura comercial que exigen ser competitivos para no estar en desventaja.

En el Istmo, El Salvador es el que presenta un mayor crecimiento en su calidad educativa en los últimos años, y supera ligeramente la fuerza de trabajo costarricense con secundaria completa: 14%.

DESIGUALDAD CRECIENTE

Por otro lado, la mala calidad educativa va aparejada con la desigualdad social, y si bien Costa Rica registra en la región centroamericana índices menores al resto de países, su situación tampoco es para alardear.

Trejos estima que si el país posee menor desigualdad es porque durante las últimas décadas ha hecho una mayor inversión en educación y existen menores diferencias salariales entre los distintos sectores laborales; si hay mucho desequilibrio, se genera descontento y conflicto social, advierte.

En los países del área, son más marcadas las brechas salariales entre los sectores agrícolas, industriales o comerciales, y entre los urbanos y los rurales.

De acuerdo con el investigador, si se analiza la dinámica del empleo según la productividad, entre 1992 y el 2002 los nuevos puestos fueron generados casi por partes iguales entre el sector de mayor productividad y el menos productivo. En otras naciones centroamericanas un porcentaje correspondió -además de estos dos- a  un sector de la agricultura tradicional.

En dichos países se crearon más puestos de trabajo, pero a costa de la productividad. Es decir, a mayor productividad menos empleos nuevos, como fue el caso de Costa

Rica.

A pesar de que la apertura comercial y el incremento de las exportaciones en los últimos años ha producido un ligero aumento en las fuentes de empleo, estos no son de calidad y mucho del trabajo es del sector informal, lo cual se traduce en un deterioro de la distribución de los ingresos.

En materia de salarios -por ejemplo-, las desigualdades entre los países es son muy marcadas para los diversos sectores de empleo. Mientras en Costa Rica en setiembre del 2003 una persona recibía un salario en el sector agrícola de $8,27 por día, en Guatemala equivalía a $4,02 y en Nicaragua a $1,34. En el resto de sectores la relación era parecida entre los países.

Costa Rica y El Salvador son los que se mantienen en Centroamérica con menores índices de desigualdad. Sin embargo, Costa Rica es junto con Guatemala los que muestran una clara tendencia a incrementarla.

PARA CRECER

De cara a la eventual firma del TLC con Estados Unidos, si Costa Rica desea aprovechar con éxito las ventajas que este acuerdo ofrecería, es imprescindible que realice una serie de reformas en sus políticas socioeconómicas, ya que de lo contrario la población se podría convertir en simple trabajadora de empresas maquiladoras.

Para el exministro Leonardo Garnier, urge fortalecer la inversión en educación; mejorar la infraestructura: puertos, carreteras, aeropuertos; invertir más en salud y ambiente; impulsar el desarrollo de la población rural; ampliar el conocimiento; y reformar la estructura tributaria y aumentar la capacidad fiscal.

En lo anterior coincidió Trejos, quien se inclinó además por el desarrollo tecnológico y los encadenamientos productivos de las pequeñas y medianas empresas, que son un instrumento básico para alcanzar el mejoramiento de la economía.

«La apertura comercial -destacó- es solo un instrumento para promover oportunidades de producción y generación de empleo». Es conveniente desarrollar políticas específicas y no depender solo de las fuerzas del mercado.

En este contexto, considera que la apertura comercial y la privatización de servicios públicos puede provocar problemas si la cobertura es baja -especialmente en zonas pobres y rurales- o el papel del Estado como contralor y regulador es débil.

Insistió en fortalecer la educación secundaria como requisito para competir con éxito frente a naciones en vías de desarrollo como Irlanda y Corea, que entre 1960 y 1990 duplicaron y más el porcentaje de su población con estudios secundarios completos, cuando llegaron al 90%, en tanto que en Costa Rica apenas era el 35%.

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