Prevalecían las sonrisas y los abrazos. Una vez más el aroma a felicidad invadía la fuente de la hispanidad donde amigos, colegas de trabajo y familias completas brincaban, aplaudían y cantaban para celebrar a una tricolor que repitió la historia de David y Goliat.
Pitado el minuto cuarenta y ocho, la rotonda de Montes de Oca explotó en alegría. La celebración era más que evidente. Los seleccionados nacionales se pusieron al nivel de tres excampeones del fútbol.
Desde el puente volaba el confeti sobre los aficionados que, al ritmo del tambor, bailaban y cantaban tomados de una mano mientras en la otra tenían una bandera de nuestro país. Otros con chonetes le bailaban a las jóvenes y aprovechaban la circunstancia para decir unos que otros piropos.
Hoy se tiró la casa por la ventana, tanto así que los sartenes y las escobas eran algunos de los instrumentos que se movían hacia el cielo mientras sonaban las carcajadas.
Todo era permitido. Una aglomeración diversa: niños, jóvenes, adultos, adultos mayores y una que otra mascota. Se permitía bailar, cantar, aplaudir y quitarse la camiseta. La ley no se aplicaba. Cervezas, tabaco y un poco de marihuana que alegraba a unos cuantos.
Hoy se recordó el juego Costa Rica vs Estados Unidos durante la etapa de clasificación en Denver donde bajo y sobre nieve a la misma vez, los seleccionados mostraron ser todo terreno y no tenerle miedo a ningún panorama. Los aficionados hoy mantuvieron latente ese sentimiento de celebración a pesar de la lluvia que cayó justo al terminar el partido.
El “si se pudo” y el “oe oe oe, ticos, ticos” hacían vibrar a la Fuente de la Hispanidad, aunque con menos asistencia que el viernes anterior. Ahora, dentro de los octavos de final, los aficionados celebran más que nunca y como propio un triunfo que esperan seguir cantando, bailando y aplaudiendo.