Gabo: de «La tercera resignación» al Olimpo de la lengua

Bogotá, 17 abr (dpa) – Muchas hojas de papel tiradas al cesto de la basura y centenares de cigarrillos arrugados en ceniceros tuvieron

Bogotá, 17 abr (dpa) – Muchas hojas de papel tiradas al cesto de la basura y centenares de cigarrillos arrugados en ceniceros tuvieron que pasar por las manos de Gabriel García Márquez desde su primer cuento, «La tercera resignación», hasta llegar al Olimpo de las letras universales.

«Gabo», que hoy murió en Ciudad de México a los 87 años, vivió uno de sus momentos más felices en el homenaje que le brindó el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en marzo de 2007 en Cartagena de Indias. La celebración no era más oportuna: se cumplían entonces sus 80 años de vida, los 40 de la publicación de «Cien años de soledad» y los 25 de haber recibido el Premio Nobel de Literatura.

«Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía ‘Cien Años de Soledad’, llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura», dijo «Gabo» aquella vez.

«No sé a qué horas sucedió todo. Sólo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente».

García Márquez, llamado el «padre del realismo mágico», nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, una pequeña y calurosa población del departamento de Magdalena, en el Caribe colombiano, siempre presente en su obra.

Hijo del telegrafista del pueblo, el niño Gabriel José de la Concordia García Márquez fue criado por sus abuelos maternos y varias tías. En medio de tantas mujeres casi que su única referencia masculina era de la su abuelo, el coronel Nicolás Márquez.

En Barranquilla, cuando cursaba los primeros años de secundaria, publicó algunas poesías en la revista del colegio «San José». Después estudió en la andina ciudad de Zipaquirá y en 1947 publicó «La tercera resignación».

Entonces comenzó a estudiar leyes en la estatal Universidad Nacional, pero pudieron más las letras que los códigos. En 1948 comenzó a ejercer el periodismo en el diario «El Universal» de Cartagena de Indias en una carrera que lo llevó al periódico «El Espectador» de Bogotá y a corresponsalías en Estados Unidos y Europa.

La obra que lo dio a conocer fue «Relato de un náufrago», publicada a manera de crónica por «El Espectador» en 1955.

Sus ideas de izquierda y la proximidad con el líder cubano Fidel Castro le acarrearon tanto simpatías como persecución, hasta el punto de que a comienzos de los años 80 tuvo que exiliarse en México porque el gobierno del presidente Julio César Turbay (1978-1982) lo consideraba aliado de la entonces guerrilla del M-19.

En ese marco recibió el Premio Nobel, en 1982, 15 años después de publicar su obra magna, «Cien años de soledad». Al recibir el homenaje en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, García Márquez recordó los problemas económicos que vivió mientras escribía esa novela sin recibir ningún pago. Su esposa Mercedes Barcha y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, fueron testigos de ello.

La primera publicación de los relatos de la familia Buendía en Macondo apareció en junio de 1967 con una tirada de 8.000 ejemplares. Esa edición de la Editorial Sudamericana de Buenos Aires se agotó en 15 días.

Su retorno a Colombia se dio en los años 90 y tuvo una activa participación en el proceso que desembocó en un proceso de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002) y la guerrilla de las FARC, que terminó en el fracaso. Sin embargo, se radicó definitivamente en México, su segunda patria.

El escritor y periodista también tuvo una faceta de empresario, cuando en 1998 compró con varios colegas colombianos la revista «Cambio», que había aparecido cinco años antes como edición local de la española «Cambio 16».

Antes había creado en Cartagena de Indias la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. El cine, otra de sus pasiones, lo llevó a presidir en 1985 la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, en cuyo seno apareció un año después la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños.

Los médicos le diagnosticaron en 1999 un cáncer linfático, que logró ser controlado con quimioterapias en Estados Unidos. La enfermedad lo empujó a escribir sus memorias «Vivir para contarla» (2002) y ahora los colombianos agradecen que en vida haya podido recibir el homenaje de la lengua española.

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