Según cortes preliminares, el izquierdista Syriza triunfó en las elecciones griegas con casi ocho puntos porcentuales por encima del segundo lugar, el oficialista Nueva Democracia, que ya concedió la derrota.
Con cerca del 60% de las papeletas escrutadas, la agrupación liderada por Alexis Tsipras obtendría 149 escaños (con 36,09% de los votos), apenas dos menos de la mayoría absoluta en el Congreso griego, que cuenta con 300 curules. Por la lógica del sistema griego, Nueva Democracia obtendrá 78 escaños a pesar de contar con 28,34% y el partido neonazi Aurora Dorada, que ocupó el tercer lugar, 17 escaños (6,38%).
Syriza duplicó sus parlamentarios obtenidos en las elecciones de 2012, cuando obtuvo el 26,89% de los votos y 71 escaños. El primer ministro Antonis Samara, del oficialista Nueva Democracia, felicitó públicamente al vencedor de las elecciones.
El partido izquierdista se opone a las políticas de austeridad que impusieron a Grecia la troika compuesta por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea, que recortaron los gastos del gobierno griego tras la crisis europea.
«El futuro de Europa no está en la austeridad, sino en la dignidad y en la cohesión», dijo tras votar en Atenas el líder de Syriza, Alexis Tsipras, según consignó el diario El País de España.
En el sistema electoral griego, hay un «bono» de 50 escaños para el partido que logre más votos, en un intento de asegurar la mayoría absoluta que permita la gobernabilidad. Aun así, tal como pasa en otros regímenes parlamentarios, las agrupaciones frecuentemente recurren a coaliciones.
La victoria de Syriza refleja los cambios en Europa tras la crisis económica de hace unos años, donde han tomado fuerzas partidos izquierdistas (como el griego, o el español Podemos) o abiertamente xenofóbicos (como el griego Aurora Dorara y el francés Frente Nacional).